domingo, 30 de marzo de 2008

Don Miguel de Carrascosa

Escudo de don Miguel Carrascosa en la entrada principal de la iglesia parroquial de Carracosa del Campo. Foto tomada el 12 de mayo de 2007.
El licenciado don Miguel de Carrascosa nace en Carrascosa del Campo, Cuenca, en el año 1470 y muere en 1538. Fue un gran canonista y gobernador del obispado de Cuenca, nombramiento que le otorgó el cardenal Alexandre que residía en Roma habiendo sido anteriormente obispo titular de la diócesis de Cuenca. Fue nombrado canónigo de Cuenca el miércoles 22 de abril de 1510 y señor de la villa de Balazote y arcediano de Moya en Cuenca en 1526. Principal financiador de la construcción de la iglesia de la Villa y su gran benefacto, siendo enterrado en su altar mayor. Carrascosa le debe la ermita de Santa Ana, Patrona de la Villa, de la cual era muy devoto. Financió igualmente las obras de la casa del concejo y de la casa curato. Murió en 1538, un año después de conseguir que Carrascosa fuera nombrada por Carlos V "Muy Noble y Muy Leal Villa".

sábado, 29 de marzo de 2008

La iglesia parroquial de la villa de Carascosa del Campo.

La iglesia parroquial de Carrascosa del Campo esta bajo la advocación de la Natividad de Nuesta Señora. Según su archivo parroquial en sus primeros años estuvo dedicada a la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, pero a partir del siglo XVIII fue dedicada a la Natividad de Nuestra Señora. Su construcción data de los siglos XV y XVI;1480-1582. Es un templo de estilo Isabelino con una magnífica portada e interesantes retablos en el interior. Tiene la consideracón artística de monumento histórico artístico desde 1972. Es una de las mejores de la diócesis de Cuenca. El principal financiador de la obra fue don Miguel de Carrascosa, el personaje más ilustre de la Villa; Gobernador del bispado de Cuenca y hombre influyente en la corte Vaticana. Su escudo, aqui fotografiado, se puede ver en el vano de la puerta principal. Sus arquitectos fueron Juan Pérez de Azcueta, cantero y maestro de cantería vizcaíno que ejecutó la mayor parte de la estructura de la iglesia, la cabecera, la tribuna y la sacristia; Martín de Homa, cantero y maestro de cantería también vizcaíno que comenzó a construir la torre
Construida en el punto más alto del casco urbano, ocupa el lugar donde primeramente existió una pequeña mezquita árabe, y posteriormente una pequeña iglesia románico-gótica, que al derruirse, dio pasó a la construcción de esta Iglesia. Es una iglesia columnaria compuesta por tres naves, con seis pilares a cada lado, y la nave central un poco más alta que las laterales, con techo abovedado con crucerías. El templo comezó a edificarse en estilo gótico. Existen diferencias notables entre la cabecera o altar, y los pies, por donde se empezó, y que resalta un bello caracter gótico, con el coro a media altura. Las bóvedas, se van enriqueciendo según nos acercamos a la cabecera, siendo estas de arista. La cabecera se construyó ya en estilo Renacimiento, lo que se aprecia en las bóvedas, los arcos, y las columnas. Su mobiliario más importante era un retablo del siglo XVII, perdido en la Guerra Civil teniendo al apostol Santiago a caballo como tema central; las fiestas patronales de Carrascosa se celebran el 25 y el 26 de Julio en honor a Santiago y a Santa Ana. Su órgano, del mismo siglo, también se perdió en la guerra, aunque sobrevivieron importantes imágenes como el Cristo en el Columna del escultor Francisco Salzillo.
Conserva tres puertas, la del oeste es del gótico Isabelino, la del norte neoclásica; en la parte posterior daba salida al que fue cementerio desde el siglo XV al XVIII como atestiguan algunas sepulturas que se conservan, y la del sur o del mediodia plateresca. Esta portada, fotografiada aquí, es actualmente la entrada principal a la Iglesia. La compone un arco conopial isabelino y una pequeña bóveda de cañón. En la parte superior de la puerta, está, como se ha recogido, el escudo de armas de don Miguel de Carrascosa, compuesto de una carrasca, un florón, y unas zapatas, con sombrero y cordones, a la manera de un cardenal. La portada del oeste dedicada a san Matín fue la entrada principal al templo desde su construcción hasta el siglo XIX, es una portada de estilo gótico isabelino. Dañada durante la guerra de la Independencia, cuando los habitantes de Carrascosa capturados en el monasterio de Uclés, escaparon y se refugiaron en la iglesia. Los franceses al sacarlos de aquí la deterioraron seriamente. Daba entrada a la plaza del mercado, que la Desamortización puso en manos de particulares que construyeron en su espacio la Casa de los Escribanos. Fue tapiada en años posteriores para evitar su total derrumbamiento, y así continúa.



























Palacio y Capilla de los condes de Montijo en la villa segoviana de Fuentidueña.

El título de Conde de MONTIJO fue concedido el 13 de diciembre de 1599 por Felipe III a Juan Portocarrero y Manuel de Villena, mayordomo del Rey, señor de Montijo en Extremadura.
La Grandeza de España les fue concedida el 27 de octubre de, Real despacho de 6 de diciembre de 1697, por Carlos II a Cristóbal Portocarrero y Guzmán, IV. Conde, marqués de la Algaba, de Ardales y de Valderrábano, conde de Fuentidueña.
A mediados del siglo XVI Antonio de Luna es I conde de Fuentedueña hijo de Álvaro de Luna que a su vez lo es del V señor de Fuentidueña. Es padre de Ana de Luna II condesa de Fuentidueña que casa con su primo hermano Cristóbal Osorio Portocarrero III conde de Montijo, hijo de Antonia de Luna hermana del I conde de Fuentidueña que casa con Cristóbal Portocarrero Osorio II conde de Montijo.
El actual titular, XIII conde de Montijo, es Jacobo Hernando Fitzjames-Stuart y Gómez nacido el 15 de noviembre de 1947. Es, además, Duque de Peñaranda de Duero (16), Baron de Bosworth (12) Conde de Tinmouth (12) Conde de Urbasa (4) Duques de Berwick (12) Duque de La Roca (8) Marques de Coquilla (9) Marques de La Laguna (6) Marques de Sofraga Marqués de Torrehermosa Marqués de Viana(4) Marqués de Villaviciosa (14).La capilla de los condes de Montijo, como se aprecia en estas fotografía tomadas el 22 de marzo de 2007, está en la actualidad sometida a importantes obras de restauración.



























































































Recorrido por la villa segoviana de Fuentidueña, lugar de señorío de los Luna.


Escudo de los condes de Montijo.





















COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN 18421 RESOLUCIÓN de 13 de septiembre de 2005, de la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales, de la Consejería de Cultura y Turismo, por la que se acuerda incoar procedimiento para la declaración de la villa de Fuentidueña (Segovia) como bien de interés cultural con categoría de Conjunto Histórico .














































































































































































































Situada en el extremo norte de la provincia de Segovia, la villa de Fuentidueña se alza sobre un estrecho valle formado por el río Durató situación geográfica única que explica la importancia de la villa durante la Edad Media.
El caserío que en origen se localizó en lo alto de la ladera, en el entorno del castillo y la Iglesia de San Martín se va desplazando hacia la ribera, en un proceso que se ha ido acelerando en las últimas décadas, ocupando en la actualidad el tercio inferior del recinto amurallado y la zona extramuros contigua, zona que ya era vital en la Edad Media como atestigua la existencia del puente y la iglesia románica de Santa María.
A pesar de los problemas que causaron las razias de Abderramán II durante la primera mitad del siglo X y las terribles y siempre victoriosas incursiones de Almanzor durante la segunda mitad del siglo, la comarca debió ser repoblada muy tempranamente, siendo uno de los núcleos de repoblación más antiguos de la provincia. La segunda mitad del siglo XII y todo el siglo XIII, debió ser la época dorada de la villa, que se rodeó de una amplia muralla, que pronto quedaría desbordada por el lado septentrional, como atestigua la existencia del templo románico de Santa María, convirtiéndose a comienzos del siglo XIII, en Comunidad de Villa y Tierra. A partir del siglo XIV, como consecuencia de la perdida de la función militar y administrativa que fue la base de su existencia, se produce el lento declinar de la villa. En la actualidad la antigua Comunidad de villa y Tierra de Fuentidueña, mantiene aún su estructura y su cabeza en esta villa, agrupando a 21 pueblos.
El conjunto, constituye un fiel testimonio de la evolución de una comunidad humana con un pasado cuajado de hechos históricos y personajes relevantes del que conserva importantes restos, algunos de ellos declarados de Interés Cultural: Las ruinas del Castillo y recinto amurrallado, con tres puertas de acceso la puerta Salidero, la puerta de la calzada, la puerta de trascastillo, declarado Bien de Interés Cultural por Decreto de 22 de abril de 1949, y afectados por el expediente de delimitación del entorno de protección por Decreto de 7 de marzo de 1996. Tres iglesias, la de Santa. Maria, la iglesia arruinada de San Martín y la de San Miguel, estas últimas declaradas Bien de Interés Cultural por Decreto de 3 de junio de 1831 y 21 de diciembre de 1995 respectivamente. Las ruinas del Hospital de la Magdalena, declaradas el 18 de mayo de 1995. La capilla del palacio de los Condes de Montijo fue declarada Bien de Interés Cultural el 9 de mayo de 1996. En la parte superior del recinto amurallado junto a los restos de la iglesia de San Martín, se encuentra una necrópolis excavada en roca, con sepulturas antropomorfas de cronología medieval. Asimismo el conjunto conserva un gran puente de piedra y aunque escasos, interesantes ejemplos de arquitectura popular, entre los que cabe destacar el espacio urbano ubicado en la calle nueva con construcciones mixtas de entramado de madera. Asimismo se conservan numerosas piezas armeras, escudos, estelas funerarias medievales y restos de portadas medievales civiles.
Los orígenes de Fuentidueña son prerromanos, en su entorno se localizó una necrópolis de época celtibérica. Así mismo de época romana hay constancia de la existencia de una villa y de un asentamiento rústico a su alrededor. Sus tierras fueron repobladas en el siglo XII por el rey Alfonso VIII, trayendo para ello pobladores burgaleses procedentes de las tierras de Oña. Su nombre en 1135 era Fontedona, y en el siglo XV llegó a ser señorío de don Alvaro de Luna, para pasar posteriormente a ser posesión de sus sucesores los condes de Montijo. A mediados del siglo XVI Fuentidueña contaba con una morería o barrio morisco, que según se cree estaba en el arrabal de Santa Cruz. Dentro de su término también se sabe que existen dos despoblados, conocidos como La Serranilla y Valcavado del que todavía se intuyen las ruina de su iglesia. Fuentidueña fue la cabecera de su comunidad de Villa y Tierra, a la que pertenecían otras veinte poblaciones y de la que todavía se conserva su casa de comunidad en la Plaza Mayor del pueblo.
Murallas de Fuentidueña.
Dada la estratégica situación de la villa, esta sería fortificada en los inseguros siglos XII y XIII, por lo que aún hoy veremos algunos restos del que fuera su castillo, las murallas, algunas torres y la puerta de Alfonso VIII. Próxima a esta puerta también veremos alrededor de las ruinas de la iglesia de san Martín, una necrópolis de tumbas antropomorfas excavadas en la roca, que se fecha entre los siglos X y XII. El ábside románico de San Martin fue canjeada por el estado español al Metropolitan de Nueva York por las pinturas espoliadas de las ermita románica de San Baudelio de Berlanda y allí puede vere en el Museo de los Clauatros y éstas en el Museo del Prado. La iglesia parroquial de san Miguel es un espléndido templo del románico segoviano, cuya planta se organiza en una sola nave a la que en el siglo XVI se la añadieron dos capillas laterales, y que se cubre con bóveda de medio cañón. Cuenta con un excelente pórtico de ocho vanos en el lado norte con columnas geminadas, una bella portada occidental formada por cinco arquivoltas, y un magnífico ábside semicircular con cuatro columnas entregas, tres ventanales y un bello repertorio de canecillos figurados. Pero el interés especial de esta iglesia reside en los capiteles de su nave por su variedad temática, con escenas de tipo religioso poco frecuentes en tierras segovianas, que se inspiran directamente en el monasterio de Santo Domingo de Silos. Pieza extraordinaria es asimismo el retablo mayor de estilo barroco, relacionada con el famoso escultor renacentista Bartolomé Ordóñez que conserva una imagen de la Virgen sentada con el Niño Jesús en su regazo. En la capilla del marqués de Prado se guarda una buena escultura de Cristo Crucificado del siglo XVII.
Dentro del pueblo, podemos ver la portada del gótico tardío del palacio de los condes de Montijo y Obedos; hoy en proceso de rehabilitación, y las ruinas del Hospital de la Magdalena cuya fachada plateresca se trasladó a la iglesia de Calabazas de Fuentiduela. Junto al río Duratón, se encuentra la iglesia de Santa María la Mayor o del Arrabal, también de época románica, que conserva dos sencillas portadas de este estilo artístico. En el interior destaca un retablo gótico de finales del siglo XV, y los dos tardomanieristas de san Sebastián y san Pedro con pinturas de Simón de Escobar Mansilla. Próximo al mencionado río empieza el camino de cruceros de piedra que termina en el convento franciscano de San Juan de la Penitencia. Por otra parte, salvando las aguas del río Duratón también podemos contemplar un buen puente medieval con su cara erístico perfil de "lomo de asno". En la actualidad, la antigua Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña mantiene aún su estructura y su cabeza en esta villa, agrupando a 21 pueblos.

















































































































El ábside de la iglesia románica de San Martín, en ruinas, fue cedido en 1957 de forma temporal indefinida al gobierno de Estados Unidos a cambio de seis pinturas de San Baudelio de Berlanga de Soria, a pesar de estar protegida como Monumento Nacional desde 1931. Tras desmontarse piedra a piedra, a principios de 1958 se transportó en barco desde Bilbao hasta el Museo de los Claustros de Nueva York, donde se reconstruyó añadiendo al interior pinturas y elementos que no tenía el original.