domingo, 23 de febrero de 2020

Taormina. Sicilia






Se extiende por el monte Tauro, uno de los últimos picos de los montes Peloritanos, a 200 m de altitud, y se halla en un balcón sobre el mar, enfrente del volcán Etna.

Se conserva un castillo árabe, que ocupa el lugar de la antigua ciudadela o Arx.

La ciudad fue fundada por los griegos en el 736 a. C., con el nombre de Naxos. La leyenda cuenta que los marinos griegos que pasaban por la costa oriental de Sicilia olvidaron realizar sacrificios en honor a Poseidón, y él, encolerizado, les hizo naufragar. El único superviviente, Teocles, llegó al Capo Schico, próximo a Naxos, y volvió a Grecia para contar las maravillas de Sicilia, convenciendo a sus compatriotas para instalarse en la isla.

Después de la destrucción de Naxos por Dionisio I de Siracusa, en el 403 a. C., su territorio fue entregado a los sículos, quienes construyeron un poco al norte de la antigua ciudad un campamento en el Monte Tauro. Más tarde fue convertida en fortaleza con el nombre de «Tauromenio», hacia el 396 a. C. ​ Dionisio intentó ocuparla, pero fue rechazado al menos dos veces.5​ En el 392 a. C. se firmó la paz, por la que la ciudad fue entregada a Dionisio, que expulsó a los sículos y estableció allí a sus propios mercenarios.

En el 358 a. C., Andrómaco, padre del historiador Timeo, reunió a los antiguos habitantes de Naxos que estaban dispersos en Sicilia y, bajo su dirección, se establecieron en Tauromenio, que pronto creció. En el 345 a. C., desembarcó allí Timoleón eludiendo la persecución de los cartagineses. Como era gobernada por Andrómaco, con un sistema justo y democrático, fue respetada por Timoleón. Más tarde pasó a manos de Agatocles, que envió al historiador Timeo al exilio. Después de Agatocles se apoderó de Taormina un tirano, llamado Tindarión, contemporáneo de Hicetas de Siracusa y de Fintias de Agrigento. Tindarión fue uno de los que llamó al rey Pirro de Epiro a Sicilia en el 278 a. C. Pirro desembarcó en Tauromenio y junto con Tindarión marchó contra Siracusa.​ Solo uno años más tarde, Hierón II de Siracusa dominaba la ciudad y la utilizaba de base contra los mamertinos. Hierón conservó la ciudad después del tratado con Roma del 263 a. C. Continuó en poder de Siracusa después de la muerte de Hierón.

Durante la segunda guerra púnica, se cree que predominó el partido romano. Pasó a Roma junto con el resto de la isla, pero recibió un trato de favor de Marcelo Taormina, de quien obtuvo el estatus de ciudad federada y aliada (una de las tres de la isla), conservando así una independencia nominal; no tenía ninguna obligación como, por ejemplo, proveer de barcos a la flota romana, como en el caso de otras ciudades de la isla de Sicilia.


Durante la guerra social, desde el 134 a. C. al 132 a. C., fue ocupada por los esclavos rebelados. Durante unos años desafiaron al cónsul Publio Rupilio, hasta que fue reducida por hambre y el jefe local, Sarapión, y otros destacados jefes fueron ejecutados.

En el 36 a. C., fue ocupada por Sexto Pompeyo en la guerra contra Octaviano, y fue el teatro de un combate naval entre la flota de Pompeyo y la de Octaviano, que ganó Pompeyo. Después de la guerra, Octaviano estableció allí una colonia romana, expulsando a los antiguos habitantes. Subsistió durante el Imperio romano, y producía un vino de buena calidad, siendo muy valorado el mármol de sus canteras. Aliada de Roma, se convirtió en la capital de la Sicilia bizantina tras la caída del Imperio romano.


Fue posesión bizantina hasta el 906, hasta que la ocuparon los árabes tras dos años de asedio, quedando totalmente destruida. El normando Roger I de Sicilia (Roger de Hauteville) la dominó y reconstruyó en 1079, de modo que la ciudad alcanzó a partir de entonces un largo periodo de prosperidad.



















































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