jueves, 28 de febrero de 2008

Situación demográfica de Loranca del Campo a mediados del siglo XVIII.

La Villa de Loranca tenía a mediados del S. XVIII 131 vecinos de los que tres pertenecían al estamento eclesiástico. Estos eclesiásticos eran el cura párroco y dos presbíteros. Los vecinos seculares son, por lo tanto, 128. De ellos se ocupaban en actividades agrícolas y ganaderas 62 vecinos, que eran labradores y pastores, y 21 vecinos se dedicaban a oficios relacionados con la artesanía y comercio o trabajaban en oficios de la administración en sus distintos niveles y ámbitos. El vecindario se completa con 33 vecinos jornaleros y temporeros en las faenas agrícolas y ganaderas. Se constata la existencia de 10 pobres de solemnidad, de algunas viudas, huérfanos y otros inútiles para la contribución. De estos datos se deduce que un 47,3 % de los vecinos estaban dedicados al trabajo en el sector primario directamente como agricultores y pastores. Los 33 jornaleros y temporeros suponían un 25,2% del censo de vecinos. Temporeros en las faenas agrícolas y ganaderas. Por lo tanto , el 72,5% de los vecinos; agricultores, pastores y jornaleros tenían su modo de vida ligado directamente a la agricultura y a la ganadería. Un 16% de los vecinos obtenía sus ingresos de ocupaciones pertenecientes a un sector que podemos considerar secundario y terciario, aunque muy dependiente y ligado a la agricultura y a la ganadería.

En el vecindario no había ningún noble y todos era pecheros; es decir, vecinos que disfrutaban de los derechos del Concejo y del uso de los bienes comunales y estaban obligados a pagar impuestos. En las Cortes de Cádiz de 1808 desaparece la diferencia entre los pecheros, llamados también villanos o plebeyos y el estamento privilegiado de nobles ricos hombres o eclesiásticos que no pagaban impuestos, ya que el artículo octavo de la constitución eliminaba toda inmunidad fiscal.

Las casas que formaban el núcleo urbano eran 118. Existían otras 7 que estaban arruinadas. También se cita la existencia de algunos solares, que se denominan arreñales, y que se dedicaban a cultivo. No existían casas de campo o alquerías fuera del núcleo urbano.

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