sábado, 30 de mayo de 2009

Fue, en Madrid. La Alcazaba, el Alcazar y la Plaza de Palacio, Palacio Real, Plaza de la Armeria y plaza de Oriente.





Vistas de la fachada oriental del Palacio Real de Madrid.



Vistas del Palacio Real desde la calle Bailén en su arranque en la Plaza de España. Estaba la Plaza de España ocupada por la fuente de Leganitos y el puente que cruzaba el arroyo de Leganitos; que nacia aquí, bajaba por la actual Cuesta de San Vicente, cruzaba los ahora Jardines de Sabatini y Campo del Moro, antes huertas de la Alvega; de La Vega, y la Sagra que Felipe II convierte en el parque y monte de los Venados, para desembocar en el río Manzanares. Al otro lado del Río se encontraba la Casa de Campo que Felipe II compra a los Vargas; la familia de la que era criado San Isidro, para con las huertas de la Alvega y la Sagra conseguir un importante terreno dedicado a prado y caza que rodeara el Alcazar. La propiedad de la Casa de Campo tambien se atribuye al arzobispo de Toledo el cardenal Gaspar de Quiroga. nacía en la Fuente de los Caños, denominada posteriormente de Leganitos. El arroyo Leganitos nacia en la fuente de Leganitos que desaparecio en el año 1769. La calle Leganitos, camino de el Pardo por la actual Princesa nacia en la Plaza de Santo Domingo y terminaba como ahora en la Plaza de España desde donde es Princesa y antes calle de las Minillas, ya junto a la Cerca.

La historia de la Casa de Campo comenzó con la decisión de Felipe II de trasladar la Corte a Madrid y residir en ella. El rey comienza a formar una finca que unía el Palacio con el cazadero de El Pardo. Desde Bruselas, en 1553, ordena que se adquiera la casa de campo de los Vargas, cuyo escudo continuará en la edificación hoy existente en la entrada del Puente del Rey. La compra se formalizó en 1556, considerándose esta fecha como año de la fundación de la Casa de Campo. Años después, el propio Felipe II ordenó la repoblación de la orilla derecha del Manzanares y las del arroyo Meaques, así como la de terrenos colindantes que iba añadiendo a la primitiva finca. Estas fincas eran de labor, alternándose los campos de cultivos y viñedos con los olivares. La heredad permanecería sin cambio alguno hasta Fernando VI, quién compra nuevas tierras y ordena su cerramiento mediante un muro de mampostería, de unos 16 kilómetros de largo por 12 pies de alto y 2 pies de grueso. En esta época la finca estaba unida al Monte de El Pardo sirviendo como territorio de caza.
Carlos III le dará un nuevo rumbo introduciendo ganadería y agricultura entre los fines del Real Bosque, que serían continuados por la Reina María Cristina. La Casa de Campo tuvo su administración propia y un nutrido número de empleados con sus residencias y hasta su camposanto. Carlos III introdujo la ganadería y la agricultura, que fue continuada por la Reina María Cristina, que quiso utilizar la posesión como lugar para practicar nuevas artes e ingenios agrícolas, ya utilizados en otras partes de Europa, para producir cosechas de mejor rendimiento, idea que no se llevó a cabo, aunque sí se construyó un hipódromo donde se celebraron carreras de caballos. La finca, tuvo su administración propia, así como numerosos empleados, residencias, un cementerio; era realmente, una ciudad.
Durante su historia abundan por doquier las concesiones: I en al año 1919 a los ganaderos del Reino que continuó hasta 1980; y en 1929 al Servicio de Plantas Medicinales del Ministerio de Agricultura; en 1931 se cede el parque para el disfrute de los vecinos de Madrid, aunque poco duró la etapa por el estallido de la guerra civil; durante ella, fue escenario de sangrientos combates y bombardeos levantándose multitud de construcciones militares, lo que afectó a sus edificaciones, tierras y bosques; en 1941 se cede una parte a la actual Real Sociedad Hípica Española, que revierte en 1984; en 1942 para la instalación de un campamento del Frente de Juventudes; en 1945 para la canalización del Manzanares; en 1948 para la ordenación del Paseo de Extremadura; en 1966 para el desdoblamiento del paseo del Marqués de Monistrol, Por fin en 1970, se formaliza el registro de la Casa de Campo como propiedad del pueblo de Madrid, pese a ser de su patrimonio desde el año 1931. Posteriormente, se fueron instalando diferentes estructuras de recreo, reunión y feriales, como la Feria del Campo, cuya concesión expiraba en 1980. Pero no todo ha sido en etrimento de su extensión y en concesiones. En 1971, se aprobó un plan para la ampliación del Parque en unas 400 hectáreas, localizadas entre los términos municipales de Madrid y Pozuelo de A1arcón, al noreste de los límites actuales. Alrededor de este núcleo se irán agregando fincas de labor y campos comprados a los colindantes. Con Fernando VI este sitio se declaró Bosque Real. Dada la finalidad cinegética y campestre de la finca y la proximidad de Palacio, la primitiva casa de campo de los Vargas se amplía para tener los aposentos reales para estos menesteres.

El Arroyo Meaques nace en el paraje conocido como Venta de la Rubia, en Alcorcón. Es el principal curso fluvial que abastece al lago de la Casa de Campo. Tributa en el río Manzanares, al sur del Puente del Rey y no lejos del puente de Segovia. Se edificaron un total de cinco sobre el arroyo de Meaques, igualmente diseñados por el citado arquitecto en el año 1780, de los cuales se conservan tres: el de la Agachadiza, el del Álamo Negro, también conocido como del Batán, y el de la Culebra. Este último es el de mayor valor artístico. De estilo barroco, toma su nombre de las formas ondulantes que configuran sus pretiles y combina el ladrillo con la piedra de granito.

Las fotografias siguientes corresponden a la Plaza de Oriente y Jardines de Lepanto, cuya construcción junto con la del Palacio y el Teatro Real supuso en los siglos XVIII y XIX un gran cambio en el aspecto de esta zona. La construcción de la catedral de La Almudena a lo largo del siglo XX, las sucesivas reformas de la Plaza de Oriente y las obras del aparcamiento en los años 90 del siglo pasado pusieron al descubierto las cimentaciones de las construciones que se han continuado a lo largo de los siglo, no olvidemos que nos econtramos en el corazón de la ciudad de Madrid.
Felipe II ya mandó derribar algunas casas situadas junto a la Plaza de Palacio, hoy plaza de la Armeria, y los Jardines de Lepanto para permitir una calle más ancha en el Alcazar y la iglesia de San Juan Bautista y hacia la Puerta de Guadalajara, en la ahora plazas de Herradores y del Comandante de las Morenas.
Junto a la Plaza de Palacio, ahora de la Armería, se situaban el convento y la iglesia de San Gil, casi pegada a la fachada del Alcazar. Este convento e iglesia se levantaron en lo que fue la iglesia de San Miguel de la Sagra, junto a la puerta de acceso al Alcazar. No se tienen noticias exactas sobre el origen y fundación de la parroquia de San Miguel de la Sagra, una de las más antiguas de la ciudad; no obstante, el primer dato que tenemos sobre su existencia es el Fuero de 1202. Situada próxima al Alcázar, el nombre le viene por estar situado cerca de un terreno denominado sagra, topónimo árabe que significa campo de cereales. Este primer edificio, que debió ser pequeño y poco capaz, fue derribado por orden de Carlos I con motivo de las obras de ampliación del Alcázar hacia el este, trasladándose a la calle San Gil, en la linde con San Juan que se hallaba en una pequeña loma, poco queda de la topografia de aquel Madrid en la Plaza de Ramales abierta en sus terrenos. Desde ese momento cambió su advocación a San Gil y San Miguel, añadiéndosele el título de «el Real», por ser parroquia de Palacio. Así, aquí fueron bautizados entre otros los infantes don Fernando, don Diego Félix, y el rey Felipe III. Poco más duró la parroquia de San Gil el Real, ya que cuando Felipe III volvió a instalar la Corte en Madrid en 1606, fundó sobre su edificio un convento e iglesia de franciscanos que siguió manteniendo la advocación de San Gil. Para eso, previamente extinguió la parroquia, cuya feligresía se incorporó a la cercana de San Juan. El Convento fue obra de Juan Gómez de Mora. En 1750, Sachetti reliza la alineación de la fschada del convento con el Palacio real, separados por la calle del Tesoro, luego Bailén. En 1996, las obras del aparacimiento de la plaza de oriente pusieron al descubierto sus cimientos y las tumbas de su cementerio, al igual que hicieron con restos de la muralla musulmana. El convento y su iglesia fueron derribados en 1809

Compartía manzana San Gil con el convento de Santa Catalina de Sena. Fue fundado por Catalina Téllez, camarera de Isabel la Católica, en 1510. En 1574 se trasladron a la Plaza de los Mostenses y en 1610 al edificio que dejo libre el Hospital general en la ahora Plaza de Las Cortes. En 1808 se derriba el convento y se levantan viviendas, una de las cuales está ahora ocupada por el hotel Villa Real. El duque de Medinaceli llevo a la comunidad a una casa de su propiedad en la calle Mesón de Paredes derribada en 1972. La misión de las monjas del convento de Santa Catalina de Sena era la enseñanza de las hijas de la nobleza.

Conocido popularmente por los madrileños como el convento de los Mostenses, fue fundado en 1611 bajo la advocación de San Norberto por la comunidad de Padres Canónigos Premostratenses, y con el favor del Cardenal Arzobispo de Toledo, Bernardo de Rojas y Sandoval, así como de Juan de Zúñiga, conde de Miranda y Presidente del Consejo de Castilla. La fundación se hizo en la calle de la Inquisición, sobre la iglesia y convento que dejaron en 1610 las monjas de Santa Catalina de Sena cuando se trasladaron a la actual plaza de las Cortes. En cuanto a su arquitectura destacaba sobre todo su iglesia, la cual, arruinada en 1740, fue reconstruida de nueva planta por el arquitecto Ventura Rodríguez, resultando uno de los templos más hermosos que tuvo Madrid. Resultaba de un gran interés la fachada principal, formada por un pórtico semicircular flanqueado por dos torres adornadas por columnas corintias. El pórtico era de tres entradas con cuatro columnas jónicas que adornaban la del medio. Sobre el pórtico, se levantaba un segundo cuerpo rematado por una estatua de San Norberto, realizada en piedra de Colmenar por Manuel Álvarez. Fue demolido durante la invasión francesa por orden de José Bonaparte, abriéndose en su lugar la plazuela de los Mostenses. Sobre esta plaza, se construyó en 1876 un mercado de hierro demolido en 1925 con motivo de las obras de la Gran Vía. En la actualidad, su solar lo ocupa la nueva plaza y mercado de los Mostenses.

Jardines de Lepanto a lo largo de la calle Bailén hacia la Catedral frente a la Plaza de la Armeria y la Plaza de la Almudena que separa la Catedral de la Plaza de la Armeria.

viernes, 29 de mayo de 2009

Fue, en Madrid. La Puerta y la calle de la Puente de Segovia.


A la derecha de esta Cuesta estaban los jardines de Francisco Mendez Testa y la izquierda por la huerta de la marquesa de Clavela
Justo antes de llegar al Viaducto viendo desde el Puente de Segovia. Por aqui pasaba la cerca cristiana hacia el barrio de la Moreria después de pasar la puerta de la calle de Segovia a la caida de la Cuesta de la Vega. La Cuesta de los Ciegos nos lleva por los jardines de Las Vistillas hasta el barrio de La Moreria, por la calle de los Yeseros, la Redondilla y de la Moreria. A la subida de la Cuesta de los Ciegos se encontraba la Torre de Tajamar a ala altura del comienzo de la calle de los Yeseros.
En el año 1214, después de recorrer el Camino de Santiago, Francisco de Asís vino a Madrid y se instaló en la zona de las Vistillas, Allí construyó una humilde cabaña, en el mismo lugar en el que hoy se levanta la Real Basílica de San Francisco el Grande de Asís. En una ocasión fue a visitar al prior de convento de San Martín, al que le llevó una cesta de pescado, recibiendo un frasco de aceite como regalo. De regreso a su humilde morada, mientras subía la cuesta que hacia su cabaña, se topó con un grupo de ciegos que habitaban en el bosque. El ermitaño se untó los dedos en el aceite que le había dado el prior y frotó con ellos los ojos de los ciegos, que inmediatamente comenzaron a ver. Existen otras versiones menos piadosas.
También se la llamaba de rompeculos o arrastraculos ya que los crios la bajaban de culo, rompiendose los pantalones.

Vista de la calle Segovia desde la calle Bailen. En el lado derecho en primer término la Casa del Pastor y al lado izquierda el emplazamiento de la Casa de la Moneda. La casa amarilla del fondo nos marca el emplazamiento de la Plaza de la Cruz
Verde.
Corresponden las dos últimas fotografías al emplazamiento de lo que fue casa del cardenal Bernardo de Sandoval y Casa de la Moneda.
Calle Segovia y Viaducto desde la plaza de la Cruz Verde. En el número 27, ya cerca del Viaducto, estaba la posada del Maragato.
Desde la calle Segovia y la plaza de la Cruz Verde vemos la Costanilla de San Andrés hacia la Plaza de la Paja.
Vista de los que fue el antepuente de la calle de Segovia. Los jardines que se ven hacia la caida de la Cuesta de la Vega estarían ocupados en primer término por la casa del cardenal Bernardo de Sandoval, seguidamente por lo que fue la leproseria de Madrid, la casa del regidor de Sisas y la posada de Roales. Donde terminan los árboles de mayor altura podemos situar la Puerta de Segovia por la que se entraba a la villa de Madrid desde el puente y el antepuente de Segovia o bien cuando se venia desde la cuesta de la Vega habiendo salido de Madrid por la puerta de la Vega.

El edifio en primer termino en el lado derecho de la fotografía corresponde a lo que fue la Casa del Pastor en los ahora Jardines del Alamillo.

En el plano de Texeira de 1656, en calle Segovia pegada ahora Viaduto se encontraba una de las construcciones de la antigua Casa de Moneda de la que fue administrador el abuelo de Mariano José de Larra. Por la calle de Segovia discurría el arroyo de Pozacho que recogía las aguas que caían desede la Puerta Cerrada. La Ceca estaba formada por dos edificios, el que hacía el número 23 de la calle Segovia a los pies del Viaducto, construido probablemente en 1591, y por otro, ya de principios del siglo XVII, situado enfrente, en el número 30 de la misma calle y construido por el duque de Uceda, propietario de la manzana donde también levanta su Palacio. Este segundo edificio lo ocupan ahora en parte las viviendas inmediatas al Viaducto. Tambien en terrenos del Viaducto, bajo el palacio de marqués de Malpica y Povar y a la caida de la Cuesta de la Vega, en la acera izquierda según subimos la calle Segovia estaban la casa y caballerizas del Cardenal Bernardo de Rojas y Sandoval. Un descampado la separaba de la Casa de La Moneda. Adosada a la Ceca del número 23 de la calle de Segovia estaba la casa de Juan Fernández Abarca. Los edificios de la Ceca del número 23 se mantuvieron hasta 1934. Nada más pasar el Viaducto, en la acera de la derecha subiendo la calle de Segovia en la ahora Cuesta de Bailén , se encontraba la Casa del Pastor y en su fachada la Fuente de los Caños Viejos. La calle que separaba la casa de Juan Fernández Abarca de la Casa del Pastor y la Fuente es la Cuesta de Bailén. Esta calle antes estaba abierta y llevaba a la calle de La Morería. Son ahora la Casa y La fuente parte de los Jardines del Alamillo que ocupan la caida desde el barrio de la Moreria a la calle Segovia junto al Viaducto. La Cuesta de Bailén no tiene ahora paso a la calle de la Moreria. Se recuerda la Fuente también en la calle de los Caños Viejos, entre los Jardines del Alamillo y la Plaza de La Moreria, y en la fuente que hay en los Jardines del Alamillo a los pies de lo que fue Casa del Pastor.

La Casa del Pastor fue demolida en 1972. Del conjunto se conservaron hasta los años 80 parte de las fachadas hasta una altura de cuatro metros y restos de cimentación de bóvedas de ladrillo del sótano y un paño de sillares de piedra con un antiguo escudo de Madrid, según se dice reconstrucción del siglo XVII de uno más antiguo, del siglo XVI. La Casa del Pastor se construyó a finales del siglo XVIII. Hasta finales de los años 40 del siglo XX se conservó en un estado que permitía su habitabilidad, pero poco a poco fue arruinándose hasta su derribo. En 1988 se construyó un nuevo edificio en una de cuyas fachadas se adosó el escudo, obra de Francisco de Asís Cabrero y Torres-Quevedo. Debajo de la casa existen cuatro pasadizos subterráneos del tiempo de los árabes que se dirigían a la plaza de los Carros, el Manzanares, la colina de la Almudena y por debajo de la calle Segovia hasta el palacio de Aldaba. Estos pasadizos fueron utilizados como refugios y almacenes de aprovisionamiento.
Sólo queda de la Casa del Pastor el escudo y el escaso muro sobre el que se asienta. Esta casa se encontraba en el 21 de la calle de Segovia, a la altura del Viaducto. Aquí se celebró la primera reunión del Ayuntamiento de la Villa. Antes fue lugar de una almudaina de la que salían pasadizos, usados como refugios y almacenes de víveres, que la comunicaban con distintos puntos de la ciudad. En una de sus fachadas estaba la fuente "Caños viejos de San Pedro" y sobre la misma había un escudo en piedra de Madrid. La casa, del siglo XVIII, estuvo habitable hasta cerca de 1950, pero ya en 1980 sólo quedaban algunas fachadas. Lo único que queda de ella es el escudo de Madrid, del que dicen es el más antiguo de los que se conservan: se reconstruyó en el siglo XVII de uno más antiguo del siglo XVI. Perteneció a don José, un clérigo dedicado al cuidado de los enfermos del barrio y que moriria de peste contagiado por uno de ellos. En su testamento era su voluntad que su casa la heredara la primera persona que pasara por su puerta. Tal y como testó, dos alguaciles aguardaron al afortunado. Un pastor con su rebaño fue el primero en pasar por allí y así el afortunado. Dándose la coincidencia que fuera el que cobijó a don José tiempo atrás, cuando éste tuvo algún malentendido con la Inquisición.
La Fuente de los Caños Viejos, o de La Puente , era una de las mas antiguas de la Villa. Se reconstruye en 1588 al abrise la Calle Nueva de la Puente Segoviana. Su emplazamiento anterior fue la confluencia de las calles del Rollo y de la Villa, antes del Estudio de la Villa, junto a la plaza de la Cruz Verde donde la Fuente de la Diana Cazadora recuerda la de los Caños Viejos y que se trajo de Puerta Cerrada. Era la Plaza del Cruz Verde el lugar donde se ajusticiaba a reos de la Inquisición marcados por una gran cruz verde de madera. A mitad del siglo XIX se inauguró en ella la Fuente de Diana Cazadora debido a la imperiosa necesidad de suministrar agua potable a los vecinos de esta zona. De 5 caños, que aprovechó las esculturas provinientes de la anterior fuente de Puerta Cerrada del siglo XVIII. Es del año 1850 y obra del arquitecto Martín López Aguado, y las esculturas son anteriores, del siglo XVIII, obra de Ludovico Turqui y Francisco del Valle. Se canalizaron desde la plaza de Puerta Cerrada las aguas del manantial que venía del Arroyo del Abroñigal.








Puerta de Moros.
Situada al sureste, en las actuales plaza de los Carros y de Moros, en el inicio de la Cava Baja. Acogía a los viajeros que accedían por los caminos del Sur, sobre todo de Toledo. No existen casi datos sobre ella, aunque parece seguro que esta formada por una sola torre con forma de codo y con una gran amplitud. Era la preferida por la población musulmana por ser la que orientaba a Andalucía, además de ser la más próxima al camino de Toledo. De ella nos dice en el siglo XVII el padre Jerónimo de la Quintana: “La puerta que después se llamó, y de presente también se llama, de Moros, por esta salían y entraban en el lugar, por la comunicación que tenían con la ciudad de Toledo, Corte y Villa de su Rey, mira al mediodía; era estrecha, y también se entraba con vuelta y por ambages, debía de tener los mismos que la de Guadalajara, que eran tres.... En lo alto della en un escasamento de piedra avia una cruz de lo mismo de medio relieve y aunque esta Villa vino después a poder de los Moros, no la quitaron...”. Otros dicen que debe su nombre por la proximidad con el bario de la Morería que fue donde se acogieron los musulmanes cuando fue tomada la villa. No se sabe con exactitud sobre la fecha de su desaparición aunque parece coincidió con los reajustes urbanos del siglo XVII, aunque a mediados de 1800 parece que se conservaban fragmentos de ella.

Fue, en Madrid, La puerta llamada Cerrada, del Dragón o de la Culebra en la cerca cristiana de la villa de Madrid.




Madrid comenzó siendo un pequeño enclave amurallado que formaba parte de la red de fortificaciones y torres vigía que junto con otras muchas protegían Toledo de las incursiones de los castellanos y leoneses. Conforme fueron pasando los siglos las murallas de la, en principio pequeña guarnición, se fueron agrandando por las necesidades de salvaguardar la vida de un mayor número de habitantes y posteriormente, varios siglos después, como una necesidad meramente fiscal ante la imposibilidad de controlar el comercio y el cobro de aranceles, pasando primero de ser una muralla defensiva, a un muro y después a poco más que una cerca.

Primer recinto amurallado. El Mayrit musulmán.
Muhamed ben Abd al-Rahman mandó edificar la alcazaba o alcázar en el siglo IX hacia el año 855. A partir del alcázar, hacia el sur, se produce la construcción de una muralla que encierra un recinto pequeño, de entre ocho y nueve hectáreas, dotado de tres puertas, a saber, puerta de la Vega, arco de la Mezquita o puerta de Santa. María y puerta de la Xagra.
La muralla estaba formada por piedra de pedernal y caliza, arrancaba desde la fortaleza hasta la Puerta de la Vega y avanzaba diagonalmente por Capitanía General, donde se encontraba el Arco de Santa María, subía entre las calles Factor y San Nicolás, pasando por la Puerta de Xagra, y seguía hacia el norte hasta completar el cierre enlazando de nuevo con el alcázar. Los grandes sillares de su muralla dan lugar a una parte del lema de Madrid: "Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son". La primera parte sin duda se refiere a la gran abundancia de manantiales existentes en el suelo madrileño, mientras que la segunda tiene su origen, probablemente, en los rayos del sol en el ocaso del día, haciendo brillar las piedras de pedernal o tal vez a las chispas que hacían saltar de los recios sillares las flechas lanzadas por los diversos atacantes de la ciudad.

La guarnición militar de Madrid fue atrayendo a una población civil progresivamente más numerosa. En un principio serían las familias de los guerreros, junto con gentes que venían a cubrir necesidades de éstos, como comerciantes, artesanos, jugadores, quincalleros, etc. La almudena pronto quedó insuficiente para una población creciente y ésta tuvo que albergarse fuera de la muralla, en los arrabales. La vecina colina de las Vistillas era el emplazamiento que ofrecía mejores posibilidades por su fácil comunicación con la ciudadela a través de la puerta de la Vega. Para salvar el cauce del arroyo de San Pedro, se construyó un puente que más tarde se conoció como alcantarilla de San Pedro. A principios del siglo XI la extensión de éstos era tres veces la del recinto amurallado. El alcázar estaría situado coincidiendo aproximadamente con la parte norte del actual Palacio Real. A continuación en dirección sur, se abriría la explanada del campo de maniobras en lo que actualmente sería el resto del Palacio y parte de la explanada de la Armería y por último cerrando el contorno en la parte más al sur estaría un pequeño grupo de población, ‘almudayna’, y la mezquita que estaba situada en el actual nº 88 de la calle Mayor, esquina con Bailén.

Alfonso VI de Castilla y León conquista Mayrit en el año 1083 y en los documentos cristianos aparece como Magerit. Según la tradición es en este momento cuando el día 9 de noviembre de 1085 se encuentra la imagen de la Virgen guardada allí durante el siglo VIII antes de la conquista de la villa a los visigodos por parte de los musulmanes. A lo largo del siglo XII se construye una nueva muralla, ampliándola por el sur y el este, para recoger la población de los arrabales siendo el más importante el de las Vistillas, primeramente ocupado por cristianos y después de la reconquista, por judíos y moriscos. La nueva línea defensiva tenía una forma aproximadamente circular, con cinco puertas y unas 33 hectáreas contra las 8 ó 9 del primer recinto. El recinto estaba formado por el Alcázar, puerta de la Vega, puerta de Moros, puerta Cerrada, puerta de Guadalajara y puerta de Balnadú cerrando el círculo. El arranque de la nueva muralla cristiana se cree era a partir de la torre Narigües próxima a la puerta de la Vega y cuyo exacto emplazamiento se desconoce a pesar de que se realizaron excavaciones en 1985 con el objetivo de encontrar sus vestigios siendo probable que estuviera en el número 12 de la calle Bailén donde aún pueden apreciarse algunos vestigios en la entrada del garaje de esta vivienda.
En el plano de Marceli de 1620 se observa que todavía no existe la fuente que plasmó Texeira en 1656. El inmueble encima de la leyenda de la Puerta aparece en el plano de Texeira dividido por una calle nueva, fruto de las remodelaciones que iba teniendo la villa.
En el plano de Texeira se observa la nueva fisonomía de la plaza con una calle y la fuente.

Puerta Cerrada o de la Culebra o del Dragón.
Se la llama de la Culebra o del Dragón por tenerlo labrado en una de sus piedras. Hubo polémica de si el animal era dragón o culebra pero ya López de Hoyos escribió: “siendo yo de pocos años, me acuerdo que el vulgo llamaba a ésta puerta, La Puerta de la Culebra, por tener éste dragón labrado bien hondo”. Este símbolo estuvo presente en algunos de los escudos de Madrid. En cuando al nombre de “Cerrada” se da por seguro que es porque afectivamente así permanecía debido a que era estrecha y con revueltas en las que se escondía gente de noche para robar a los que la transitaban. Ya en 1532, el Concejo autorizó a la Villa para derribar un torreón al lado de la puerta que estaba ruinoso y en 1569 se hizo un ensanchamiento, lo que originó el nombre de Cerrada, ya que se cerro debido a la peligrosidad. En abril de 1639 se denunció el peligro y riesgo que suponía el lado que iba a la calle de la Puente, actual calle de Segovia, por culpa de unas cuevas que habían hecho los vecinos. Por esas fechas gran parte de las murallas habían desaparecido de la vista por haberse edificado casas a ambos lados de las mismas. Estaba situada en la plaza del mismo nombre, aunque no en el mismo lugar donde actualmente está la Cruz sino algo más al oeste, en dirección al Alcázar. Su aspecto, según los distintos planos de la época, fue el de un arco de estilo árabe y muy parecido al de la puerta de Alcántara, en Toledo. Puerta Cerrada fue demolida en una fecha sin aclarar aunque debió de ser a comienzos del siglo XVI, que es cuando se ampliaron las viviendas de la zona. Se construyó una nueva que desaparició en 1582 debido a un incendio, oponiéndose Felipe II a su reconstrucción, dando lugar a la plaza actual, como sucedió con casi todas las demás puertas de la muralla medieval.

jueves, 28 de mayo de 2009

Fue, en Madrid. El Humilladero de Nuestra Señora de Gracia o de San Francisco.


La calle del Humilladero empieza en la plaza del Humilladero, junto a la plaza de Puerta de Moros, y baja hasta calle Toledo. Toma la plaza del Humilladero su nombre del humilladero que hubo aquí. Son los humilladeros un lugar de devoción situado en las inmediaciones de los pueblos, generalmente con símbolos religiosos. reciben estos nombres las cruces que marcan los límites de los municipios en España. Fue fundado por la cofradia de la Vera Cruz hacia 1500 a la salida de la Puerta de Moros. Junto a él había una cruz del antiguo Vía Crucis. Podría existir esta Cofradía ya en el siglo XIV.

La Fuentecilla, en calle Toledo con la desembocadura de la calle del Humilladero y la de Arganzuela, fue construida en 1816 por Alfonso Rodríguez, arquitecto de la Casa Real. La Fuentecilla fue construida en 1816 por Alfonso Rodríguez, arquitecto de la Casa Real. En un zócalo un grifo y un oso aluden al escudo de armas de la Villa de Madrid, sobre él un cuerpo cuadrangular con escudo de armas rematado por un león apoyando sus patas delanteras en los dos hemisferios símbolo de la monarquía de España sobres los dos mundos.

Cava Baja de San Francisco.


Cuando se derribó la Puerta de Moros y se cerró la antigua cava por considerarse peligrosa, al haberse convertido en guarida de ladrones, se construyó sobre ella el Aloli de la Villa, es decir, el depósito de grano. El edificio se quemó y más adelante en 1642 se edificó una posada a la que se denominó de la Villa, por haber pertenecido su local al Ayuntamiento.

Posada de la Villa en el número 9.
Tanto la Cava Baja como la Cava Alta corresponden a los fosos que rodearon las murallas cristianas. La Cava Baja tanto antes como ahora lugar lleno de animación que aumenta con la vida nocturna de sus bares y restaurantes, que continua la de siglos anteriores. El origen de la Cava Alta y de la Cava Baja hay que buscarla en los antiguos fosos que se situaban en el exterior de la muralla para evitar los asaltos por sorpresa. Estas antiguas cavas permitían la entrada o salida aunque estuvieran echada las puertas, inclusive cuenta la leyenda, se fugaron gran parte de los árabes cuando Alfonso VI reconquistó Madrid.
La Cava Alta se extiende desde la calle Toledo hasta la Plaza del Humilladero. Pero sin duda de mayor importancia es la Cava Baja que corre paralela a la anterior desde la plaza de Puerta Cerrada hasta la plaza del Humilladero. En esta calle se establecieron la mayoría de las fondas, tabernas y hospederías que recibían y albergaban a los vendedores que llegaban desde Toledo, Segovia o Guadalajara a vender sus mercancías en los mercados de la Cebada o de San Miguel, según su procedencia lugareña, se aposentaban en una determinada posada. Tuvieron su origen en el siglo XVII y en un principio sólo daban alojamiento al viajero y a su caballería. Solían ser edificios independientes y a medida que avanza el siglo XIX las posadas no sólo subsistieron sino que mejoraron; el viajero ya podía comer a la carta y a la vez ser centros comerciales para la venta de productos traidos de otras regiones. Estas antiguas cavas permitían la entrada o salida aunque estuvieran echadas las puertas, inclusive cuenta la leyenda, se fugaron gran parte de los árabes cuando Alfonso VI reconquistó Madrid. La profusión de las posadas motivó, a su vez, la proliferación de talleres artesanos que surtían a estos trajinantes; toneleros, latoneros, cordeleros, boteros, etc. En definitiva, la vecindad de esta zona vivía a la sombra de este negocio, y los establecimientos de los al rededores servían para la
conservación de los generos.
La Cava Baja es la calle de las posadas históricas de Madrid. Entre el siglo XV y XIX fueron numerosas las posadas que se localizaban en esta calle: la de Las ánimas, la de Vulcano, la del Pavo Real, la de San José, la del Navío del Gallo, la de San Pedro, la de San Isidro, la de la Soledad, la del Madroño, del León de Oro y del Portugués, algunas ya desparecidas. Era tal el trajín de viajeros que las compañías de postas y diligencias decidieron establecer las paradas de sus carruajes en la Cava Baja. Los billetes y paradas de autobuses con destino a San Martín de Valdeiglesias se encontraba junto a la Posada del Dragón. A estos mesones o posadas, que fueron pertenecientes a la Villa, se les pusieron sobre la puerta los escudos de armas del municipio, y un león dorado, como emblema de la casa real de Castilla.
Casa Lucio. La Posada de San Pedro fue fundada en 1740. En 1921 el escritor Ramón Gómez de la Serna le cambió el nombre por el de Mesón del Segoviano, ya que su propietario era natural de este lugar. A sus cenas y celebraciones acudían intelectuales y escritores como Azorín, Pérez de Ayala y Gómez de la Serna, además de los inquilinos y viajeros que se hospedaban en sus habitaciones, pues todavía se seguía manteniendo el viejo negocio de la posada con capacidad para 42 inquilinos. Al iniciarse las obras de remodelación del edificio se descubrió la existencia, por otra parte, ya documentada por textos y referencias del siglo XIX y anteriores de un paño de muralla de 180 metros cuadrados junto a otros restros de probable origen musulmán. Lucio trabajo como botones en el Mesón del Segoviano, que terminaría adquiriendo en 1974. Está en el numero 35.
La Posada del Dragón, en la Cava Baja, 14 y 16. Fue construida como casa de huéspedes en 1868 por el arquitecto Francisco de Cubas, Marqués de Cubas, atendiendo a los postulados arquitectónicos que había en la época para este tipo de establecimientos, de ahí que en la memoria del proyecto se hiciera alusión expresa a que todas las plantas estuvieran divididas en habitaciones, guardando las medidas necesarias de higiene y dotando la planta baja de cuadra y cochera con capacidad para tres coches. La Posada del Dragón forma parte de un edificio histórico protegido. Es una corrala del siglo XIX, en cuyo interior se encuentran restos de la muralla árabe y cristiana, una bañera de mármol, un pilón-abrevadero, una escalera de madera. El local contiguo es una antigua jabonería “La Antoñita”. La Posada del Dragón debe su nombre al mítico dragón que estaba situado en piedra sobre la la llamada Puerta Cerrada de la muralla, llamada tambien de la Culebra, pues de discutía si era dragón o culebra.
El motivo del dragón gozó de la presencia suficiente como para formar parte de uno de los escudos de Madrid, junto al de la osa y el madroño. Un ejemplo de ello se halla en la fachada del edificio del Ayuntamiento de Madrid en la Plaza de la Villa, donde podemos observar, de un lado, el archiconocido escudo de la osa y el madroño, y de otro, el del dragón, pudiendo constatar que ambos eran utilizados, aunque acabó triunfando el que hoy es símbolo de la Villa y Corte.

La Posada de San Isidro, en el número 6, son hoy apartamentos. La Posada del León de Oro estaba en el número 12. La antigua puerta de entrada conserva el escudo de la Casa Real de Castilla.