Vistas de la fachada oriental del Palacio Real de Madrid.
La historia de la Casa de Campo comenzó con la decisión de Felipe II de trasladar la Corte a Madrid y residir en ella. El rey comienza a formar una finca que unía el Palacio con el cazadero de El Pardo. Desde Bruselas, en 1553, ordena que se adquiera la casa de campo de los Vargas, cuyo escudo continuará en la edificación hoy existente en la entrada del Puente del Rey. La compra se formalizó en 1556, considerándose esta fecha como año de la fundación de la Casa de Campo. Años después, el propio Felipe II ordenó la repoblación de la orilla derecha del Manzanares y las del arroyo Meaques, así como la de terrenos colindantes que iba añadiendo a la primitiva finca. Estas fincas eran de labor, alternándose los campos de cultivos y viñedos con los olivares. La heredad permanecería sin cambio alguno hasta Fernando VI, quién compra nuevas tierras y ordena su cerramiento mediante un muro de mampostería, de unos 16 kilómetros de largo por 12 pies de alto y 2 pies de grueso. En esta época la finca estaba unida al Monte de El Pardo sirviendo como territorio de caza.
Carlos III le dará un nuevo rumbo introduciendo ganadería y agricultura entre los fines del Real Bosque, que serían continuados por la Reina María Cristina. La Casa de Campo tuvo su administración propia y un nutrido número de empleados con sus residencias y hasta su camposanto. Carlos III introdujo la ganadería y la agricultura, que fue continuada por la Reina María Cristina, que quiso utilizar la posesión como lugar para practicar nuevas artes e ingenios agrícolas, ya utilizados en otras partes de Europa, para producir cosechas de mejor rendimiento, idea que no se llevó a cabo, aunque sí se construyó un hipódromo donde se celebraron carreras de caballos. La finca, tuvo su administración propia, así como numerosos empleados, residencias, un cementerio; era realmente, una ciudad.
Durante su historia abundan por doquier las concesiones: I en al año 1919 a los ganaderos del Reino que continuó hasta 1980; y en 1929 al Servicio de Plantas Medicinales del Ministerio de Agricultura; en 1931 se cede el parque para el disfrute de los vecinos de Madrid, aunque poco duró la etapa por el estallido de la guerra civil; durante ella, fue escenario de sangrientos combates y bombardeos levantándose multitud de construcciones militares, lo que afectó a sus edificaciones, tierras y bosques; en 1941 se cede una parte a la actual Real Sociedad Hípica Española, que revierte en 1984; en 1942 para la instalación de un campamento del Frente de Juventudes; en 1945 para la canalización del Manzanares; en 1948 para la ordenación del Paseo de Extremadura; en 1966 para el desdoblamiento del paseo del Marqués de Monistrol, Por fin en 1970, se formaliza el registro de la Casa de Campo como propiedad del pueblo de Madrid, pese a ser de su patrimonio desde el año 1931. Posteriormente, se fueron instalando diferentes estructuras de recreo, reunión y feriales, como la Feria del Campo, cuya concesión expiraba en 1980. Pero no todo ha sido en etrimento de su extensión y en concesiones. En 1971, se aprobó un plan para la ampliación del Parque en unas 400 hectáreas, localizadas entre los términos municipales de Madrid y Pozuelo de A1arcón, al noreste de los límites actuales. Alrededor de este núcleo se irán agregando fincas de labor y campos comprados a los colindantes. Con Fernando VI este sitio se declaró Bosque Real. Dada la finalidad cinegética y campestre de la finca y la proximidad de Palacio, la primitiva casa de campo de los Vargas se amplía para tener los aposentos reales para estos menesteres.
Carlos III le dará un nuevo rumbo introduciendo ganadería y agricultura entre los fines del Real Bosque, que serían continuados por la Reina María Cristina. La Casa de Campo tuvo su administración propia y un nutrido número de empleados con sus residencias y hasta su camposanto. Carlos III introdujo la ganadería y la agricultura, que fue continuada por la Reina María Cristina, que quiso utilizar la posesión como lugar para practicar nuevas artes e ingenios agrícolas, ya utilizados en otras partes de Europa, para producir cosechas de mejor rendimiento, idea que no se llevó a cabo, aunque sí se construyó un hipódromo donde se celebraron carreras de caballos. La finca, tuvo su administración propia, así como numerosos empleados, residencias, un cementerio; era realmente, una ciudad.
Durante su historia abundan por doquier las concesiones: I en al año 1919 a los ganaderos del Reino que continuó hasta 1980; y en 1929 al Servicio de Plantas Medicinales del Ministerio de Agricultura; en 1931 se cede el parque para el disfrute de los vecinos de Madrid, aunque poco duró la etapa por el estallido de la guerra civil; durante ella, fue escenario de sangrientos combates y bombardeos levantándose multitud de construcciones militares, lo que afectó a sus edificaciones, tierras y bosques; en 1941 se cede una parte a la actual Real Sociedad Hípica Española, que revierte en 1984; en 1942 para la instalación de un campamento del Frente de Juventudes; en 1945 para la canalización del Manzanares; en 1948 para la ordenación del Paseo de Extremadura; en 1966 para el desdoblamiento del paseo del Marqués de Monistrol, Por fin en 1970, se formaliza el registro de la Casa de Campo como propiedad del pueblo de Madrid, pese a ser de su patrimonio desde el año 1931. Posteriormente, se fueron instalando diferentes estructuras de recreo, reunión y feriales, como la Feria del Campo, cuya concesión expiraba en 1980. Pero no todo ha sido en etrimento de su extensión y en concesiones. En 1971, se aprobó un plan para la ampliación del Parque en unas 400 hectáreas, localizadas entre los términos municipales de Madrid y Pozuelo de A1arcón, al noreste de los límites actuales. Alrededor de este núcleo se irán agregando fincas de labor y campos comprados a los colindantes. Con Fernando VI este sitio se declaró Bosque Real. Dada la finalidad cinegética y campestre de la finca y la proximidad de Palacio, la primitiva casa de campo de los Vargas se amplía para tener los aposentos reales para estos menesteres.
El Arroyo Meaques nace en el paraje conocido como Venta de la Rubia, en Alcorcón. Es el principal curso fluvial que abastece al lago de la Casa de Campo. Tributa en el río Manzanares, al sur del Puente del Rey y no lejos del puente de Segovia. Se edificaron un total de cinco sobre el arroyo de Meaques, igualmente diseñados por el citado arquitecto en el año 1780, de los cuales se conservan tres: el de la Agachadiza, el del Álamo Negro, también conocido como del Batán, y el de la Culebra. Este último es el de mayor valor artístico. De estilo barroco, toma su nombre de las formas ondulantes que configuran sus pretiles y combina el ladrillo con la piedra de granito.
Compartía manzana San Gil con el convento de Santa Catalina de Sena. Fue fundado por Catalina Téllez, camarera de Isabel la Católica, en 1510. En 1574 se trasladron a la Plaza de los Mostenses y en 1610 al edificio que dejo libre el Hospital general en la ahora Plaza de Las Cortes. En 1808 se derriba el convento y se levantan viviendas, una de las cuales está ahora ocupada por el hotel Villa Real. El duque de Medinaceli llevo a la comunidad a una casa de su propiedad en la calle Mesón de Paredes derribada en 1972. La misión de las monjas del convento de Santa Catalina de Sena era la enseñanza de las hijas de la nobleza.
Conocido popularmente por los madrileños como el convento de los Mostenses, fue fundado en 1611 bajo la advocación de San Norberto por la comunidad de Padres Canónigos Premostratenses, y con el favor del Cardenal Arzobispo de Toledo, Bernardo de Rojas y Sandoval, así como de Juan de Zúñiga, conde de Miranda y Presidente del Consejo de Castilla. La fundación se hizo en la calle de la Inquisición, sobre la iglesia y convento que dejaron en 1610 las monjas de Santa Catalina de Sena cuando se trasladaron a la actual plaza de las Cortes. En cuanto a su arquitectura destacaba sobre todo su iglesia, la cual, arruinada en 1740, fue reconstruida de nueva planta por el arquitecto Ventura Rodríguez, resultando uno de los templos más hermosos que tuvo Madrid. Resultaba de un gran interés la fachada principal, formada por un pórtico semicircular flanqueado por dos torres adornadas por columnas corintias. El pórtico era de tres entradas con cuatro columnas jónicas que adornaban la del medio. Sobre el pórtico, se levantaba un segundo cuerpo rematado por una estatua de San Norberto, realizada en piedra de Colmenar por Manuel Álvarez. Fue demolido durante la invasión francesa por orden de José Bonaparte, abriéndose en su lugar la plazuela de los Mostenses. Sobre esta plaza, se construyó en 1876 un mercado de hierro demolido en 1925 con motivo de las obras de la Gran Vía. En la actualidad, su solar lo ocupa la nueva plaza y mercado de los Mostenses.

