En textos árabes del 784 encontramos las primeras referencias de un asentamiento precedente de lo que sería la actual Ciudad. En 1011 se reconquista Kunka y se convierte en capital de la cora que abarca estas tierras. Se fortifica y repuebla y la artesanía textil comienza a ser una de sus actividades económicas fundamentales que pervive hasta el siglo XIX. A fines de este siglo Alfonso VI casa con la princesa Zayda y la ciudad de Cuenca forma parte de la dote de ésta, aunque posteriormente vuelve a pasar a manos musulmanas hasta que, en septiembre de 1177, es reconquistada definitivamente por Alfonso VIII. Cinco años después es sede episcopal. Alfonso VI le concede un fuero muy liberal lleno de privilegios para sus futuros pobladores, que sería ejemplo para muchos otros otorgados por la Corona. Sus habitantes reciben el control de los extensos pinares de la Serranía que junto con las actividades trashumantes serían la base de su prosperidad económica. Afectada la Ciudad y la Provincia por la crisis económica del siglo XVII, lo que se refleja en la grave disminución de su población que pasa de unos 12.000 vecinos a poco más de 3.000 en 1640. Un breve repunte en el XVIII no salva estas tierras de una decadencia progresiva que comienza en el XIX y se agraba en el XX. Así, El obispo Palafox intenta remontar esta crisis con la instalación de una fábrica de alfombras y paños. Durante la Guerra de la Independencia es saqueada por los ejércitos franceses y recuperada después por las tropas, entre otros, de Juan Martín el Empecinado. Nuevamente vuelve a sufrir un asedio militar durante la tercera Guerra Carlista (1873). Alfonso X el Sabio le concede el título de ciudad en la segunda mitad del siglo XII.
Fue declarada por la UNESCO en 1966 Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
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