Doña María Pacheco, esposa del comunero Juan Padilla-1484ó 1490-1521-, fue hija del I marqués de Mondejar y II conde de Tendilla; ""el gran Tendilla", y de de Francisca Pacheco, hija de Juan de Pacheco, I marqués de Villena. Escogió el apellido materno al tener dos hermanas de su mismo nombre: la mayor que se casó con el conde de Monteagudo de las Vicarias, Soria, y otra María de Mendoza, hija natural de su padre en su segunda viudedad.
No se sabe con exactitud la su fecha de nacimiento. Pudo ser en 1496, y en La Alhambra, dónde reresidían sus padres. Tambien se da la fecha de su nacimiento en 1497 ó 1495.
Iñigo López de Mendoza, I conde de Tendilla en Guadalajara es hijo de Iñigo López de Mendoza y Catalina Suárez de Figueroa, I marqueses de Santillana, y hermano del I duque del Infantado. Es su hijo Íñigo López de Mendoza, El Gran Tendilla, I marqués de Mondéjar, Casa en dos ocasiones, con su pariente Marina Laso de Mendoza, señora de Mondéjar, con Francisca Pacheco Portocarrero, de los primeros marques de Villena. Del segundo matrimonio es el heredero, II marqués de Mondejar y III conde de Tendilla, Luis Hurtado de Mendoza, y de María de Mendoza que casa con su pariente Antonio de Mendoza, II conde de Monteagudo de las Vicarias, Soria. Con María Beltrán es padre de María de Mendoza.Catalina de Mendoza, hermana del II conde Monteagudo casa con Luis Hurtado de Mendoza, II Mondejar y III Tendilla. El comunero Juan Bravo es hijo María de Mendoza, hermana del I conde de Monteagudo, por lo que Juan Bravo era primo de Maria Pacheco, esposa de Juan Padilla. Ello es así porque el II conde de Monteagudo y su hermana Catalina, sobrinos de la madre de Juan Bravo y primos de este, casan respectivamente con María de Mendoza y con el III Tendilla y II Mondejar que son hermanos de María de Mendoza casada con Juan Padilla.
Educada junto con otros de sus hermanos en el ambiente renacentista culto y tolerante de pequeña corte que había en la casa paterna. María hablaba en latín y griego, y conocia bien la matemática, con conocimientos de letras e historia, "en extremo en la poesía". Su madre murió ente 1506 y 1507, su padre en el verano de 1515.
Se ha escrito que estuvo enfadada con su padre por firmar su compromiso de esponsales en 1510 con Juan de Padilla, un noble toledano que ella consideraba de inferior rango, y que asimismo la obligaron a renunciar a cualquier pleito por la herencia paterna a cambio de una cuantiosa dote de cuatro millones y medio de maravedíes. Es to no era un caso aislado. La correspondencia de su padre el conde muestra otro aspecto, María no aparece como dolorida por su matrimonio, sino nerviosa e ilusionada, sobretodo tras conocer a Juan.
Padilla era hijo del toledano Pedro López de Padilla y sobrino de Gutierre de Padilla, comendador mayor de Calatrava, con quien el conde deseaba estrechar una alianza.
Los desposorios fueron en Granada fue el 14 de agosto de 1511 aunque inicialmente debía ser el lunes 11. El conde congenió muy bien con su yerno, al que quiso de corazón. La boda se retrasaría hasta el 15 de enero de 1515, ya que una enfermedad de Juan retrasó la boda, con gran preocupación de la novia. El matrimonio marchó el dia 18 a Porcuna en Jaén, cerca de Martos, dónde el Comendador tío de Juan le había procurado una "tenencia". El matrimonio pasó unos dias en la Alhambra después de dar a luz María en 1516 a un niño que se llamará como su abuelo paterno.
Juan Padilla debía ser alcaide de alguna fortaleza granadina, hacia la zona de Alcalá la Real, al norte, cerca de Martos o Cazorla. Tenia ya fama de militar con los partidarios del infante Fernando, el leal hermano de Carlos V que se crió en Castilla y al que parte de la nobleza pensara poner en el trono. Luis intenta convencerle de que cese en su apoyo a Fernando y se ofrezca al servicio de Carlos. En todo el conflicto subsiguiente, gran parte del fracaso comunero en Andalucía se debió a la actitud resuelta del cuñado de Padilla, el III marqués de Mondéjar, Luis Hurtado de Mendoza, quien llegó a mandar moriscos, que armo al efecto, para aumentar las tropas que empleó contra las comunidades en Andalucía.
El matrimonio se mudó a Toledo al suceder Padilla a su padre, en 1518, en el cargo de capitán de gentes de armas.
Las quejas ante la evidente rapacidad de los flamencos que acompañaron a Carlos tras su desembarco en 1517, quejas ante el injusto reparto de los cargos y prebendas, Padilla no obtuvo la tenencia de Peña de Martos en Jaén que le hubiera debido corresponder a la muerte de su tío el Comendador, quejas por los excesivos fondos solicitados por Carlos para pagar su marcha a Alemania y una evidente situación injusta. En 1519 el pueblo toledano impidió el 16 de abril de 1520 que los regidores de Toledo acudieran a las Cortes llamados por Carlos, y esa fecha se considera el inicio del movimiento de las Comunidades de Castilla.
En las Cortes de Valladolid de 1518 los procuradores castellanos deniegan a Carlos I el servicio, que suponía un impuesto destinado a sufragar gastos del monarca en el extranjero. Carlos I convocó de nuevo las Cortes en Santiago en 1520, nuevamente con resultado negativo. Semanas después volvió a convocar Cortes en La Coruña, con vistas a su próxima partida. Aunque los procuradores castellanos iban en su gran mayoría con las consignas bien claras para votar en contra, a muchos de ellos se les impidió a última hora la entrada, otros, que a su vuelta fueron muertos, traicionaron a sus ciudades, bajo coacción o soborno. Como resultado, el servicio quedó finalmente aprobado.
El incendio en agosto de 1520 de Medina del Campo, centro económico castellano, por los imperiales provocó la indignación y avivo el levantamiento, que se transformo en las ciudades en una guerra civil entre enemigos tradicionales. Los comuneros se iban haciendo cada vez mas antiaristocráticos en sus manifestaciones y actos, la aristocracia se asustó y apoyó en bloque al bando imperial.
Pronto se formaron juntas en las principales ciudades castellanas. Económicamente, los comuneros apostaron decididamente por fomentar el desarrollo de una industria manufacturera castellana, lo que les enfrentó a los grandes mercaderes exportadores de Burgos. Por este motivo, Burgos fue la única ciudad castellana del bando realista. A pesar del carácter urbano de la rebelión, en el verano de 1520 se sumaron en el mundo rural numerosos insurrectos en los señoríos, deseando pasar al realengo. Esto alineó definitivamente a la mayor parte de la nobleza en el bando realista. El salvaje incendio de Medina del Campo por parte de las tropas realistas el 21 de agosto de 1520, en represalia por negarse a entregar los cañones de artillería que querían utilizar contra Segovia, alineó definitivamente a Valladolid con el bando comunero.
En el bando comunero había conversos, artesanos de Segovia, burgueses de Medina del Campo, el bajo clero de Toledo y gran parte del pueblo llano. Militaron también en el bando comuneros algunos miembros de la baja nobleza y segundones. Las excepciones al "Perdón de 1522 muestran los estratos sociales de los comuneros que aún vivían.
Aunque la actividad urbana era grande y economía castellana se consideraba entonces floreciente por los historiadores, hubo una crisis agrícola en 1505, hambre en 1506 y gran peste en 1507. En 1518 hubo peste en Valladolid, en 1519 en Valencia y en 1524 en Sevilla y Córdoba. La industria textil toledana sufrió una fuerte recesión al levantar Carlos las medidas proteccionistas que perjudicaban a sus dominios flamencos.
María Pacheco apoyó en abril de 1520 que su marido fuera parte activa en Toledo del movimiento de las Comunidades.
En julio de 1520 se forma en Ávila la Santa Junta del Reino, formada por representantes de las ciudades castellanas, eligiéndose como presidente al toledano Pedro Lasso de Vega, hermano del poeta y miembro del ejército imperial Garcilaso de la Vega, y como jefe del ejército comunero al también toledano Juan de Padilla. La Santa Junta se trasladó a Tordesillas, con la esperanza de que la confinada reina Juana I, sirviera de apoyo a los comuneros, aunque los enviados salieron de la entrevista convencidos de nada podían esperar de Juana.
Padilla acude con las milicias toledanas en auxilio de Segovia y fue nombrado el 29 de julio jefe de las tropas comuneras aunque luego debe ceder el mando a Pedro Girón, volviendo a Toledo. Los comuneros intentan el apoyo de la reina Juana, madre de Carlos, sin éxito. Girón deserta en diciembre al bando real y Padilla regresa a Valladolid el 31 de diciembre de 1520 con un nuevo ejército toledano.
En enero de 1521 muere el flamenco Croy, arzobispo de Toledo, y el Cabildo toledano, en sus atribuciones de sede vacante, nombra adelantado de Cazorla, que dependía de Toledo, a Juan de Padilla, pero su cuñado el Tendilla ordena a los de Cazorla que no le admitan, guardando la fortaleza hasta septiembre
Padilla toma Torrelobatón, Valladolid, el 28 de febrero de 1521. Aquí espera tres meses al ejército comunero, Padilla es derrotado y decapitado en Villalar el 24 de abril de 1521 junto con Juan Bravo y Francisco Maldonado.
En ausencia de Padilla, María había gobernado sola Toledo hasta la llegada el 29 de marzo del obispo de Zamora Antonio de Acuña, viéndose obligada a compartir con él el poder en la ciudad, aunque Acuña estaba siempre más preocupado en dirigir actividades militares. Al recibir las malas nuevas sobre Villalar, María cayó en el lecho y luego se vistió de luto y cubrió su cabeza con un capuz. Es entonces cuando María entra realmente en la historia como enérgico soporte de la última resistencia de las Comunidades de Castilla en Toledo, ocupando el Alcázar con sus fieles el 28 de abril y dirigiendo, primero desde su casa y luego desde allí, la resistencia al emperador, colocando tropas en las puertas toledanas, mandando traer la artillería desde Yepes, implantando contribuciones y nombrando capitanes de las tropas comuneras toledanas. Los regidores se inclinaban por capitular, pero ella logró evitar la rendición. Incluso el obispo Acuña huye el 25 de mayo intentando llegar a Francia. Parte de la rivalidad con Acuña se debía a su intención de lograr la mitra toledana que María deseara para su hermano Francisco de Mendoza, que entonces estaba en Roma. María llegaría a mantener la causa comunera nueve meses después de Villalar aunque el largo lapso que Toledo resistió se deba en parte a que el ejército real fue a Navarra para combatir la invasión francesa que comenzara el 10 de mayo, oportunidad que muchos ex-comuneros aprovecharon para lograr el perdón luchando contra Francia. Medina, Segovia, Valladolid y Burgos enviaron tropas a Navarra. María contactó con los franceses durante agosto de 1521.
Tras rendirse Madrid el 7 de mayo, solo resistía Toledo. El II marqués de Villena Diego López Pacheco, tío de María, intentó inútilmente actuar de mediador entre los toledanos y las tropas reales, a finales de mayo. Desde al 15 de junio María Pacheco controló totalmente la situación en Toledo. Para mantener el orden María llegó a apuntar los cañones del Alcazar contra los toledanos y entrar el 6 de octubre en el Sagrario de la Catedral para, de rodillas, coger la plata que allí había para pagar a los soldados. Salvó al hijo del duque de Medina Sidonia, prisionero de los comuneros durante el asedio, dándole la libertad a cambio su promesa de que, al llegar a filas reales, liberara algunos prisioneros toledanos. María liberó a sus esclavos, renunció a las alcábalas que recibía de la ciudad de Toledo y vendió sus joyas para mantener la causa.
Su hermano mayor Luis Hurtado de Mendoza, II marqués de Mondejar y III conde de Tendilla, firme partidario y luego amigo de Carlos V, escribe al cardenal Adriano de Utrecht en junio de 1521 intercediendo por ella, incluso suplicó, lo cual era difícil en los orgullosos Mendoza. Mientras tanto las tropas reales al mando del Prior de San Juan siguieron su lucha contra los toledanos, con diversos combates sangrientos desde abril a agosto, hasta que se cercó Toledo. Aunque el bombardeo de Toledo empezó el 1 de septiembre, los toledanos realizaban salidas con distinto éxito para avituallarse. El 16 de octubre sufrieron una seria derrota frente a las tropas del Prior de San Juan en una de estas salidas, cundiendo el desánimo y favoreciendo la firma de una tregua favorable a los sublevados, el llamado armisticio de la Sisla. La cercanía del invierno y las dificultades monetarias en las tropas reales también influyeron en el acuerdo. El 25 de octubre de 1521 los comuneros evacuaron el Alcazar toledano aunque conservaron sus armas y el control parcial de la ciudad. De hecho María fortificó y artilló su casa. No gustó este armisticio en la corte ni entre los gobernantes castellanos y, sólo aparentemente, convivían realistas y comuneros en paz en Toledo.
En cuanto a la salud, María estaba "doliente y flaca", por su dificultad al caminar era llevada en silla de manos. En el convenio María logró permiso para trasladar los restos de su esposo a Toledo y conservar su herencia para su hijo, garantizó el perdón a los toledanos y el mantenimiento de los privilegios y de la calificación de "muy leal" para la ciudad. Carlos V no confirmó el acuerdo alcanzado y las sospechas de los toledanos por esta actitud fueron en aumento.
Al celebrar los "realistas" en Toledo la elección del regente Cardenal Adriano de Utrech como Papa, se produjeron disturbios aprovechados para pedir la rendición total en diciembre, así como de la entrega de María, por lo que los toledanos se alzaron el 3 de febrero de 1522, fracasando ante las tropas del prior de San Juan y el ex-comunero Juan de Zumel, ahora mas "realista" que ninguno. Gutierre López de Padilla, hermano menor de Juan de Padilla, fue partidario del emperador Carlos V, y María de Mendoza, condesa consorte de Monteagudo y hermana mayor de María Pacheco, lograron de los combatientes una tregua al acabar el día. Hay sospechas de que una hermana ayudó a huir a la otra con la ayuda de Gutierre López de Padilla. María Pacheco se fugó de noche disfrazada de aldeana. Pidió ayuda en el palacio de su tío el segundo marqués de Villena en Escalona y logró llegar a Portugal.
Cuando su madre huyó de Toledo, el niño Pedro López de Padilla fue llevado por el otro hermano de su padre, llamado asimismo Pero López de Padilla, a Alhama en Granada siendo cuidado por el regidor Alvaro Maldonado hasta su muerte, posiblemente por peste, en 1523.
Exceptuada en el perdón general del 1 de octubre de 1522 y condenada a muerte en rebeldía en 1524, María subsiste con dificultades. Juan III de Portugal no hace caso de las peticiones de expulsión que le llegan desde Castilla, y tras tres meses de errar es ayudada por Diego de Sosa, arzobispo de Braga, y luego por el obispo de Oporto Pedro de Acosta. Vivió, delicada de salud, en la casa del dicho Pedro de Acosta que era el capellán mayor de la esposa de Carlos V, Isabel de Portugal.
Murió en marzo de 1531 y fue enterrada en el altar de San Jeronimo de la catedral de Oporto.
Juan Bravo, "primo" de María Pacheco nació probablemente en Atienza hacia 1484 y se avecindó en Segovia en 1504, participando notablemente en la sublevación segoviana y muriendo decapitado con Padilla y Francisco Maldonado en Villalar. Casó primero con Catalina del Río hacia 1504 teniendo a Gonzalo Bravo de Mendoza, María de Mendoza y Luis Bravo de Mendoza del Rio, y luego casó con María Coronel en 1519 teniendo a Andrea Bravo de Mendoza y Juan Bravo de Mendoza y Coronel. El arbol genealógico indicando su nacimiento y sus descendientes segovianos, a partir de los "Expedientes de Nobleza", esta impreso por primera vez en el libro "Nobiliario de Segovia" de Jesús Larios Martín, CSIC (1956) tomo I , pag 262 (árbol en pag 310). Los datos fueron verificados por Luis Fernández en su biografía "Juan Bravo" (Segovia, 1981).
En noviembre de 2005 se editó la primera biografía extensa dedicada a Maria Pacheco, esposa de Juan Padilla, "María Pacheco", escrita por el profesor de la UCLM Fernando Martínez Gil y publicada por Ediciones de Castilla-La Mancha en la colección Almud.
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