martes, 4 de junio de 2019

Panteón Real. Monasterio de San Juan de la Peña. Jaca, Huesca




El Panteón, restaurado en los 80, es una sala de estilo neoclásico, donde los reyes de Aragón fueron sepultados en tumbas de piedra colocadas en tres órdenes superpuestos, desde la roca hacia afuera y presentando a la vista sólo los pies del féretro. 

El panteón real ocupa las dependencias de la antigua sacristía de la iglesia alta, que data del siglo XI; fue reformado por Carlos III en 1770, por iniciativa del Conde de Aranda (enterrado allí).

La reforma sólo afectó a la decoración, quedando los sepulcros en el mismo lugar; se levantó delante de ellos una pared en la que se colocaron láminas de bronce con las inscripciones correspondientes, se distribuyó por la sala profusión de estucos y mármoles, colocando en la pared frontera unos medallones con relieves que representan escenas de legendarias batallas.

Según publica Ana Isabel Lapeña en su “Suma de Estudios”, no fueron enterradas todas las personalidades que aparecen en las placas, pero sí los reyes Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I, los tres primeros reyes de Aragón, así como sus familiares más cercanos. 

La tradición de panteón real se interrumpió en 1134, cuando Alfonso I pidió ser llevado al castillo de Montearagón situado en las inmediaciones de la ciudad de Huesca.





La iglesia inferior


Por encontrarse semiexcavada en la roca y debiendo acomodarse forzosamente a ella, presenta la particularidad de no respetar la tradicional orientación canónica de los templos cristianos peninsulares.

Consta de dos cortísimas naves separadas por dos arcadas de medio punto doveladas que descansan sobre un potente pilar central. Ambas naves, a través de otros dos arcos de medio punto, desembocan en sendos ábsides cuadrangulares de nicho central literalmente excavados en la roca viva, quedando comunicados entre sí a través de un pequeño ventanal de falsa herradura.

A los pies de la primitiva nave lateral izquierda mozárabe, abre un sencillo vano peraltado que en la actualidad comunica con la Sala de los Concilios pero que, originalmente, pudo cumplir la función de acceso principal al oratorio.

En una segunda fase constructiva, coincidente probablemente con el reinado de Sancho el Mayor, la primitiva iglesia mozárabe fue ampliada mediante la prolongación hacia los pies de sus dos naves, las cuales, comunicadas a través de escaleras, quedan a un nivel ligeramente inferior respecto a la cabecera.
También en tiempos del románico fue desplegado en los muros y bóvedas de la cabecera mozárabe un amplio programa iconográfico basado en la vida y martirio de los santos Cosme y Damián. Lamentablemente este programa pictórico, cuya ejecución se atribuye a una mano próxima a la del taller del Panteón de San Isidoro de León, se encuentra muy perdido a día de hoy.

Sala de los Concilios

Contigua a la iglesia inferior y comunicada por el vano peraltado anteriormente descrito, se encuentra la conocida como Sala de los Concilios, una denominación basada en la errónea teoría de fue escenario de un concilio a mediados del siglo XI.

Su construcción, contemporánea a la ampliación románica de la iglesia inferior, estaría destinada a albergar los dormitorios de los monjes, conservándose incluso horadados en la pared varios enterramientos.

La estancia, accesible también desde el exterior a través de unas escaleras, presenta una planta trapezoidal, quedando dividido el espacio interior en ocho tramos (cuatro a dos) separados por arcos rebajados y cubiertos por bóvedas independientes de cañón que van a apear sobre tres recios pilarones centrales de planta cruciforme.

La iglesia superior

Situada justo sobre la primitiva iglesia mozárabe, la iglesia superior fue edificada en dos etapas: una primera encuadrable cronológicamente en el reinado de Sancho el Mayor, de la que tan sólo se conserva un lienzo hacia el costado de la epístola; y una segunda que correspondería a la actual fábrica que, promovida por el rey Sancho Ramírez, fue definitivamente consagrada a finales del siglo XI, concretamente, en el año 1094.

El espacio de la iglesia superior queda definido mediante una amplia y diáfana nave de tres tramos separados por fajones de medio punto que, al alcanzar la altura de la roca, acusa un marcado ensanchamiento en el último tramo previo a la cabecera, la cual se encuentra literalmente excavada en la roca a considerable profundidad respecto a la iglesia inferior.

Consta dicha cabecera de tres ábsides de planta semicircular cubiertos con bóvedas de cuarto de esfera precedidas de brevísimos tramos rectos con bóveda de cañón, siendo ligeramente de mayor tamaño el altar central, dedicado a San Juan, respecto a los dos laterales, bajo la advocación respectivamente de San Miguel y San Clemente.

La triple cabecera, recorrida horizontalmente por una línea de imposta ajedrezada, queda articulada al interior en su registro bajo mediante arquillos ciegos de medio punto sobre columnas y capiteles de gran sencillez. Llama igualmente la atención que las dos absidiolas laterales quedan comunicadas con la central a través de angostos arquillos de medio punto sobre capiteles bastante desfigurados.

Muy innovadora puede considerarse la solución adoptada en los soportes de los tres arcos triunfales de acceso a la cabecera, compuestos por haces de cuatro columnas en disposición cruciforme, un recurso que, como señala Antonio García Omedes, permite crear una sensación de elegancia y ligereza "frente a la abrumadora sensación de opresión que transmite la roca viva sobre el templo"

En la actualidad el acceso a la iglesia superior se realiza desde el Panteón de Nobles, aunque existe otro vano de formulación mozárabe que comunica la iglesia con el claustro, una puerta que, según muchos especialistas, podía haber sido trasladada desde la iglesia inferior.







Panteón de Nobles


























Enterramiento de Pedro Abarca de Bolea, conde de Aranda -Aranda del Moncayo-. Panteón de Nobles

Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximenez de Urrea, X conde de Aranda. 

Noble, militar y estadista ilustrado, presidente del Consejo de Castilla y secretario de Estado de Carlos IV.

Su voluntad, expresada doce años antes de su muerte, fue que su cadáver fuera trasladado al monasterio de San Juan de la Peña, para descansar al lado de sus mayores; como así se hizo.
Los restos del conde de Aranda, fueron encontrados el día 12 de noviembre de 1985, en el transcurso de las obras de restauración del monasterio de San Juan de la Peña, en un lugar cercano al que se indicaba como su enterramiento. 
Así se solucionaron las dudas existentes sobre la permanencia de los restos en el monasterio. En el siglo XIX se propone la creación de un Panteón Nacional de Hombres II en Madrid y se trasladan los restos a la basílica de San Francisco el Grande, siendo devueltos en 1883 al fracasar el proyecto. La realidad de esta devolución se había cuestionado, barajándose también la posibilidad de que los restos, efectivamente devueltos, hubieran sufrido saqueo y profanación en 1936.
Excavando en la zona en que se pensaba podía encontrarse el enterramiento, se halló un cajón de madera con una caja dentro que contenía, a su vez, una urna de plomo de 60 cm. de lado tallada en todas sus caras.
En la urna se encontraron una casaca de color azul bordada en oro, una peluca, los zapatos, el espadín y los restos del conde bien conservados. En una de sus caras interiores aparecía la fecha 1883, año en que fue trasladado de Madrid a San Juan de la Peña.
Tras los estudios realizados, se procedió a la inhumación de los restos en el Panteón de los Reyes, el día 1 de junio de 1986, en presencia de los representantes del Gobierno autonómico y del conde de Aranda y duque de Alba, Jesús Aguirre. 

Viene el condado de Aranda a la Casa de Alba por la madre de Cayetana, casada en segundas nupcias con Jesús Aguirre.

Alfonso de Silva y Fernández de Córdoba (1877-1955), xvi duque de Híjar, xv duque de Aliaga, x marqués de San Vicente del Barco, xvii conde de Palma del Río, xvi conde de Aranda, xi conde de Salvatierra, xvii marqués de Almenara, xxii conde de Ribadeo, Gentilhombre Grande de España con ejercicio y servidumbre del Rey Alfonso XIII.

Casó con María del Rosario Gurtubay y González de Castejón. Le sucedió, en los derechos del ducado de Híjar, 

su hija:

María del Rosario de Silva y Gurtubay (1900-1934), xvi duquesa de Aliaga, x marquesa de San Vicente del Barco.

Casó con Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, xvii duque de Alba de Tormes, x duque de Berwick, x duque de Liria y Jérica, xiii duque de Montoro, ii duque de Huéscar, ii duque de Arjona, xii conde-duque de Olivares etc. 

Le sucedió su hija:
María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva.

Marqués de San Vicente del Barco. Título concedido en 1629 por Felipe IV a Fadrique de Vargas y Manrique de Valencia, al elevar a marquesado el señorío de San Vicente. En 1771 Carlos III le otorga la Grandeza de España. 

En 1954 se expidió carta de sucesión a favor de la XVII duquesa de Alba de Tormes, Cayetana Fitz-James Stuart, quien heredó el título de su madre.

Su hijo, Fernando Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, XII marqués de San Vicente del Barco, desde 1994.

María del Rosario de Silva y Gurtubay, IX marquesa de SAN VICENTE DEL BARCO, XVII duquesa de HÍJAR. Casa en Londres en 1920 con Jacobo María del Pilar Carlos Manuel Fitjames Stuart y Falcó, XVII duque de Alba de Tormes, 1878- 1953.


En el cofre original, sellado y restaurado, se habían introducido las actas que daban fe del acontecimiento, monedas de curso legal y periódicos de la fecha.





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