y procede del Convento de Santo Domingo el Real de Madrid.
La
cercanía con la Corte hizo que el convento acumulara obras de arte religioso e
importantes donaciones en especial durante el siglo XV, debido al apoyo de
Catalina de Lancáster, esposa de Enrique III, quien al parecer renunció en vida
al cargo de priora de este convento.
En las paredes del claustro se encontraba
el sepulcro de Pedro el "Cruel" (uno de sus más preclaros
benefactores), Constanza de Castilla y de su padre Juan de Castilla.
Durante
el siglo XVII participó junto con el de los Jerónimos y de las Descalzas (y
algunas veces el de la Encarnación) en las exequias reales dedicadas a los
monarcas.
Durante el reinado de Isabel II, Baldomero Espartero (el duque de la
Victoria) fue uno de los personajes inclinados a evitar el derribo del
convento.
En el MAN se encuentra también el sepulcro de Constanza de Castilla, nieta de Pedro I- hija de su hijo Juan y de Elvira de Eril y Falces.
Constanza de Castillafue nieta del rey Pedro I de Castilla y priora del monasterio de Santo Domingo
el Real de Madrid. Después de su defunción, el cadáver de Constanza de Castilla
recibió sepultura en el monasterio de Santo Domingo el Real de Madrid.
El
sepulcro de Constanza de Castilla fue colocado en el coro de la iglesia del
monasterio, protegido por un arcosolio, en el que estaba colocado el siguiente
epitafio en letras doradas:1
AQUI YACE SEPUlTADA
LA MUI NOBLE I MUI RELIGIOSA SEÑORA DOÑA CONSTANZA DE CASTILLA, HIJA DEL
INFANTE DON JUAN, NIETA DEL REY DON PEDRO. FUE MONJA PROFESA DE ESTA CASA Y
PRIORA DE ELLA MUCHOS AÑOS, I MURIO AÑO DE CUATROCIENTOS I SETENTA I OCHO.
Tras la demolición
del monasterio de Santo Domingo el Real de Madrid, llevada a cabo en 1869, el
sepulcro de Constanza de Castilla fue llevado al Museo Arqueológico Nacional de
Madrid, donde permanece expuesto en la actualidad
Una crónica manuscrita conservada en la Biblioteca Nacional
de París afirma que Enrique II hizo pasear la cabeza de Pedro I clavada en el
extremo de una lanza por diversas ciudades y castillos que aún defendían la
causa del rey Pedro I.
El historiador Jerónimo Zurita afirma en sus Anales de
Aragón que después de haber cortado la cabeza del rey «echáronla en la calle, y
el cuerpo pusiéronlo entre dos tablas sobre las almenas del castillo de
Montiel».
Los restos del rey permanecieron varios años en el castillo
de Montiel hasta que fueron trasladados, en fecha que se ignora, a la iglesia
de Santiago de Puebla de Alcocer. En dicho templo permanecieron los restos del
rey Pedro I hasta que, en 1446, el rey Juan II de Castilla dispuso que se trasladaran
al convento de Santo Domingo el Real de Madrid, donde fueron colocados en un
sepulcro delante del altar mayor.
Cuando el convento de Santo Domingo el Real de Madrid fue
demolido, en 1869, los restos mortales de Pedro I fueron llevados al Museo
Arqueológico Nacional, hasta que en 1877 fueron trasladados a la cripta de la
Capilla Real de la Catedral de Sevilla, donde permanecen en la actualidad junto
a los de su hijo, Juan de Castilla (1355-1405).
En el Museo
Arqueológico Nacional de Madrid se conserva la estatua orante de Pedro I de
Castilla, único resto superviviente del desaparecido sepulcro del monarca.
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