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La fortaleza o castillo de La Ventosa, también conocido como Castel-Caído, es una antigua construcción defensiva ubicada en la parte alta del casco urbano del citado municipio, hoy perteneciente a Villas de la Ventosa, situado entre la calle Alta y la calle Álvarez de Toledo.
Las primeras noticias que tenemos sobre su existencia son de la Baja Edad Media, concretamente del siglo XV, aunque su construcción se debió realizar en el siglo XIV, siendo reformado en el siglo siguiente debido a la difícil situación con la Guerra de Sucesión castellana y con los conflictos entre el señor de La Ventosa y Lope Vázquez de Acuña, como se verá más abajo.
En el año 1340 el rey Alfonso XI concedía a Alonso Ruiz de Sandoval la aldea de La Ventosa por los importantes servicios realizados en el sitio de Tarifa a las órdenes del infante don Fernando, sobrino del rey. Su nieto Juan de Sandoval formó en 1407 el mayorazgo de La Ventosa junto con Villarejo de la Vega y Peñas de la Vega, formándose una importante escisión en la tierra de Huete.
Desde esos momentos, el castillo de La Ventosa fue lugar de residencia de sus señores y después condes, alternándolo con las casas principales que tenían en Huete y en otros lugares.
En el expediente para la Orden de Alcántara de Luis Coello de Sandoval y España realizado en 1682 se encuentra un documento llamado “Auto de armas y descripción de la casa de La Ventosa” en el que se describe cómo era el castillo de la siguiente manera:
En la Villa de la Ventosa, dicho día, mes y año, vimos la casa y solar de La Ventosa que toca al pretendiente por su abuela paterna doña Constanza de Sandoval, que es un castillo murado y por partes se reconoce el foso que daba la vuelta al castillo y hoy día se conservan muchas armas y pertrechos de guerra y cinco piezas de artillería pequeñas que denotan la antigüedad de esta casa, y en dicha casa se hallan en diferentes partes las armas y escudos de Sandovales, que es una banda negra en campo de oro, y de los Coellos que son un escudo con un león real con una banda desde el pecho a la cola de jaqueles de oro y sangre y una mano levantada en un campo de plata y ocho cruces de calatrava por orla en campo azul, y el escudo de las armas de los Españas que tocan al pretendiente por su abuelo materno es un escudo dividido en cuatro cuarteles y en el cuartel de la mano derecha está un lobo arrimado a un árbol y lo mismo en el cuartel contrario a este, y en el cuartel del lado izquierdo un castillo con una escala arrimada y en la parte superior del castillo una flor de lis y dos estrellas a los lados, y lo mismo en el cuartel contrario, y dicho escudo está orlado con siete aspas y una celada que le corona; y el escudo de armas de los Pintos que tocan al pretendiente por su abuela materna son cinco lunas de plata en campo azul y remata el escudo una celada, y por los casamientos que estas familias han hecho, están estos escudos en esta casa de La Ventosa como la principal, y para que conste lo firmamos. Don Juan Antonio de Salinas y Fray Diego de Morales Portocarrero.
Este documento es de gran importancia ya que nos indica que el castillo conservaba en esa época sus muros, se reconocía el foso que daba la vuelta al castillo y que aún se conservaban armas, pertrechos de guerra y varias piezas de artillería, además de hacer hincapié en la antigüedad de la casa.
En el último cuatro del siglo XV, hubo importantes problemas en toda la comarca debido a que Lope Vázquez de Acuña, adversario de los Reyes Católicos en la guerra civil, tiranizó la comarca realizando incursiones a caballo por toda la zona que dirigía desde su fortaleza de Huete. Además de ello, existía un importante confrontamiento entre Alejo de Sandoval, señor de La Ventosa, con Lope Vázquez de Acuña por la posesión del oficio de Guarda Mayor de la ciudad de Huete, que perduró con los años y finalmente quedó en manos de los Sandoval.
Una referencia muy interesante que tenemos del castillo en el siglo XVIII la encontramos en una licencia que le otorgó el rey Carlos III en 1760 a José Joaquín de Sandoval y Blasco de Orozco, conde de La Ventosa, para reparar la Casa Palacio, cabeza del mayorazgo de La Ventosa. Unos años antes, concretamente en 1749, había fallecido su padre don Jacinto de Sandoval, conde que fue de La Ventosa, y desde entonces había gastado una importante cantidad de dinero en intentar la reparación del palacio, además de ayudar al mantenimiento de su madre doña Mariana Blasco de Orozco, y sus hermanas doña María Jacoba, religiosa profesa del Convento de Dominicas Recoletas de Loeches, y doña María Vicenta de Sandoval, que casó con don Antonio Bruno de Pontejos y Sexma, hijo primogénito de los marqueses de Casa Pontejos.
Ante estos gastos se le hacía imposible al conde hacer frente al extraordinario desembolso que necesitaba el reparo de la Casa Palacio ubicada dentro de los muros del castillo. Según una regulación hecha por el teniente de maestro mayor de obras de la ciudad de Cuenca, para quedar en estado de cómoda habitación, había que hacer un pago de 80.000 reales, y lo más preciso para evitar su total ruina costaba 33.000 reales, como constaba de las diligencias judiciales que se hicieron y que se habían presentado en el Consejo de Cámara.
Ante esta situación, el conde de La Ventosa suplicaba que en atención a ser digna de conservarse dicha casa por la mucha antigüedad de ella le concediera la facultad de tomar a censo sobre los mayorazgos la cantidad de 4.000 ducados de vellón, con la obligatoriedad de invertirlos en reparar la mencionada Casa Palacio, lo que le fue concedido. Desde esta reparación que debió realizarse en el siglo XVIII para paliar la inminente ruina de la edificación poco sabemos sobre su mantenimiento o sobre las causas de su destrucción a lo largo de los siglos XIX y XX.
Ya en los años 40 del siglo XX no quedaba nada prácticamente en pie de lo que un día fue la fortaleza de La Ventosa, adivinándose únicamente algunos muros que mostraban claramente ese doble perímetro que poseía en origen.
De la zona destinada al foso no tenemos vestigios por las construcciones actuales, aunque la actual calle Alta pudo formar parte de esa zona debido al notable desnivel respecto al castillo.
Después de pasar la primera mitad del siglo XX, se decidió instalar unas escuelas en el solar del castillo en la zona correspondiente al perímetro interior, uso que tuvo durante varias décadas, incluso el de hogar del jubilado.
Desgraciadamente el edificio ha ido sufriendo un continuo deterioro llevándolo al estado actual de ruina y de imposibilidad de cualquier tipo de uso o actividad.
Este edificio de titularidad municipal requiere una urgente actuación por parte de las administraciones para evitar su total desaparición. Actualmente se puede observar el perímetro exterior del castillo, y una de las torres del perímetro interior adosada al edificio que se construyó para destinarlo a escuelas. Seguramente los sillares pertenecientes a este perímetro interior fueron utilizados tras su ruina para construcciones de otras zonas del municipio, como el muro de la zona norte que rodea la ermita del Calvario.
Del perímetro exterior se conservan gran parte los lienzos situados en el sur y el oeste, siendo la altura máxima de unos cinco metros en la parte oeste donde se encuentran varias cuevas. Su construcción fue realizada con sillares de arenisca que se encuentran muy deteriorados, como puede verse en las imágenes que se muestran a continuación. El cubo de la parte noreste fue restaurado. Este castillo, junto con el rollo o picota situado en la Plaza de la Constitución, la fuente romana, la Iglesia parroquial, las ermitas y algunas antiguas casonas son una parte importante de la historia de la antigua villa de La Ventosa, hoy Villas de la Ventosa (Cuenca) y merecen ser conservadas, restauradas y que no desaparezcan en próximas generaciones.
El Decreto de 22 de abril de 1949 sobre protección de los castillos españoles15 estableció que todos los castillos de España, cualquiera que sea su estado de ruina, quedan bajo la protección del Estado, que impedirá toda intervención que altere su carácter o pueda provocar su derrumbamiento, añadiendo también que las corporaciones locales en cuyo término municipal se conserven estos edificios deben participar en ello. Además, la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español16 establece una protección de este tipo de inmuebles para la transmisión a las generaciones futuras, indicando la forma de declararlos Bienes de Interés Cultural, para gozar de una singular protección y tutela de estos bienes.
Es urgente una actuación por parte de las administraciones para evitar que los restos de lo que fue una fortaleza en el siglo XV desaparezcan para siempre, dejando la posibilidad tanto para nuestra generación como para las venideras de un uso y disfrute de uso común como el realizado en otros enclaves parecidos, ya sea de tipo cultural, ocio, actos lúdicos, lugar de reunión, o cualquier otro que suponga un beneficio para los vecinos de la comarca y posibles turistas que se interesen por esta zona de la Alcarria conquense.
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