sábado, 13 de febrero de 2016

Doña Elvira de Bañuelos

La Casa de los Bañuelos en la plaza de Bañuelos y junto a la iglesia de San Miguel.

Los Bañuelos vienen de la ciudad de Burgos. 

En este enlace estupendas fotos y postales de Córdoba 

Leyenda de Elvira de Bañuelos

Antonio de Bañuelos, recién elegido canónigo de la Catedral, y su hermano Luis, que pronto alcanzaría título de noble al casar con la futura marquesa de Valdeflores. Los dos personajes reales engendrarían dos hijos, Fernando y Alfonso, recogidos en los anales de Córdoba; y una hija, Elvira, que -aunque relegada a la leyenda- nació, creció, amó y fue asesinada en Córdoba.

Tras la muerte de Luis de Bañuelos y de su esposa, el hijo mayor, Fernando, heredó el patriarcado y una hacienda descalabrada, que quiso curar entregando a su hermana Elvira en matrimonio. El elegido por él, con la anuencia de Alfonso, fue Pedro Fajardo, un hombre rico en propiedades y sobrado en años. 


Elvira se enamora de  don Juan de Vargas, caballero muy noble y estimado, dotado de un trato exquisito, gentil y tan educado en buenas gracias y costumbres que obligaban a quererlo.

Elvira tendrá que elegir entre el matrimonio con Pedro Fajardo o su reclusión en el convento de Santa Inés.

Estaba este Convento en las callejas de Santa Inés, que se inician en la antigua Plazuela de los Huevos, pequeño ensanche que hacen las callejas –hoy su comienzo-, en el cruce formado por Duque de la Victoria, Diego Méndez y Encarnación Agustina.

Juan de Vargas buscó la manera de hacerle llegar sus misivas a Elvira sobornando al sacristán, de tal forma que entre los regalos de la casa de los Bañuelos, introducía sus cartas. A través de ellas le hizo llegar la intención de rescatarla para marcharse juntos lejos de Córdoba. Con este fin reclutó Juan de Vargas a un grupo de hombres que habrían de recogerla. Pero uno de sus aliados prefirió serlo de Fernando de Bañuelos, y esa misma noche los dos hermanos se enfrentaron a Vargas.

Parece ser que Elvira saltó los muros del convento y donde esperaba el abrazo de Juan, encontró las garras de su hermano Fernando. Con Alfonso la llevó a una casa de la Ribera, propiedad de la familia, en donde tras una discusión la colgaron de una viga. Trasladaron su cadáver al convento, y "a fuerza de oro compusieron que se celebrasen las exequias, como si allí hubiera muerto naturalmente".


Dicen que está enterrada en la actual plaza que lleva su apellido y el de sus asesinos, antiguo cementerio de San Miguel, donde la literatura encaró a Fernando de Bañuelos y a Juan de Vargas, donde este último le dio muerte, donde unas baldosas grises encierran sin panteón el cuerpo de esta víctima. 


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