El sistema romano utilizado en las murallas de Ávila, León o Astorga y en tantas otras ciudades castellanas, cedió aquí ante uno más perfeccionado que nos enseñaron los musulmanes. En él se sustituye la mampostería por tapias de cal y canto, con cintas y rafas de ladrillo; las macizas torres semicilíndricas, por otras cuadradas y huecas; la escarpa, por antemuro y foso; la resistencia pasiva e inerte, por defensas vivas, por organismos de combate. Puro arte mudéjar: procedimientos musulmanes; y formas de gótico primitivo, alternadas con otras árabes, en armónico maridaje.
Las murallas de Madrigal debieron levantarse en los primeros años del siglo XIII, a imitación de las de Arévalo, prolongándose su construcción a lo largo de toda la centuria.
En 1302 las murallas ya estaban construidas, pues en una disposición de Fernando IV se reconocía a Arévalo autoridad para proceder a su derribo porque se habían construido sin su autorización. Documento fechado en Medina del Campo, el 28 de mayo de 1302.
Son Monumento Nacional desde el 3 de Junio de 1931.
El perímetro de la muralla era de grandes dimensiones, pues medía 2360 metros y debía tener más de 80 torreones.
En 1838 quedaban 48 torreones de los que en la actualidad quedan 23.
Puerta de Arévalo
El origen de MADRIGAL se remonta, quizá al siglo XI, siendo su núcleo un castillo anterior cuyos cimientos se pueden contemplar al pie de la iglesia de Santa María del Castillo llamada así por encontrarse parte de ella construida sobre este edificio.
Tiene la muralla cuatro puertas que llevan el nombre del pueblo hacia el que se orientan: Arévalo, Peñaranda, Cantalapiedra y Medina.
Fuente de los Caños
Puerta de Medina del Campo.
Todas las casas de la villa estaban dentro de esta cerca, mostrándonos el callejero calles tortuosas, estrechas, encuentros forzados, que dan un toque oriental a esta villa.
Puerta de Peñaranda de Bracamonte y Fuente de los Caños. Más allá esta la puerta de Cantalapiedra
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