El pueblo medieval de Les Baux-de-Provence se alza en mitad de la carretera que cruza las colinas de Les Alpilles, a 4 kilómetros de St Remy-de-Provence y su ciudad romana Glanum. En lo alto de las colinas, vigilando las canteras abandonadas y con la mirada puesta en el mar Mediterráneo, está ciudadela medieval es uno de los destinos turísticos más conocidos de la puerta de la Provence.
La ciudad medieval de Les Baux de Provenza se encuentra en lo alto de las colinas des Alpilles.
Situada entre Arlés y Aviñón, la cadena de los Alpilles representa la prolongación geológica del Luberon; se divide en Alpilles de los Baux al oeste y Alpilles de Eygalières al este.
Entre Aviñón, Aix-en-Provence y Marsella, la llanura que nace en el Ródano sólo es rota por estas pequeñas estribaciones de los Alpes, Les Alpilles y su continuación el pequeño Macizo del Luberon. Muchos pueblecitos provenzales y la naturaleza que les rodea atraen todos los años a miles de turistas, pero Les Baux de Provenza se lleva la palma. En primer lugar gracias a su entorno escarpado y abrupto, al que se llega por una corta pero dura subida a través de los pinares y las afloraciones calcáreas. La piedra fue explotada hasta el siglo pasado y aquí el geólogo Pierre Berthier descubrió el mineral que nombró bauxita en honor al lugar de su descubrimiento en 1821.
En segundo lugar su historia, fortaleza medieval de importancia que sólo será desmantelada en el siglo XVII por Luís XIII. De este período quedan numerosos monumentos como el castillo ducal y las murallas y torres defensivas. Y en tercer lugar por la cultura y las referencias artísticas que les Baux de Provenza han provocado en literatos, músico y artistas. Los poetas y novelistas provenzales del XIX investidos por el romanticismo cantaron odas al pasado medieval. Así les Baux aparecen en la obra de Mistral, de Daudet, Pagnol. Hoy son las galerías y exposiciones de arte las que han tomado el relevo a los literatos del XIX.
Construido por señores medievales que pretendían ser descendientes del rey Baltasar.
Los príncipes de Monaco son Marqueses de Baux.
Los orígenes de lo que hoy conocemos como Mónaco se remontan al año 1215, momento en el cual los genoveses construyeron un castillo en la Roca de Mónaco como baluarte fronterizo. El 8 de enero de 1297, Francisco Grimaldi, descendiente de Otto Canella, cónsul de Génova en 1133, anexionó la fortaleza por la fuerza. Este güelfo no poseía más que un pequeño ejército, pero utilizó la estratagema de disfrazarse de monje, y una vez dentro abrió las puertas a sus soldados. Los güelfos fueron más tarde derrotados y François expulsado de Mónaco por los genoveses en 1301. La familia Grimaldi se alió entonces con el Rey de Francia.
Un primo de Francisco, Raniero I Grimaldi, al servicio de Felipe IV el Hermoso, comandando una flota de galeras, venció a los holandeses en la Batalla de Zierikzee en 1304. Fue nombrado entonces almirante de Francia. Padre de Carlos I Grimaldi, fundó la dinastía que lleva su nombre, que serviría fielmente a la monarquía francesa durante los siglos siguientes.
Tienen los Grimaldi importantes propiedades en Le Baux y en Saint Remy, por ello Carolina de Moica al enviudar se retira a Saint Remy.
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