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En Mallorca, el aprovechamiento de la fuerza del viento para sacar agua se remonta a los años 1845-1850, cuando el ingeniero holandés Paul Bouvij dirigió los trabajos de desecación del Pla de Sant Jordi (Palma). Para facilitar estos trabajos se construyó el primer molino movido por la fuerza del viento.
Se estima que en Mallorca se conservan más de 2.000
estructuras de molinos, y uno de los sitios que no puedes perderte es el Pla de
Sant Jordi, que cuenta con más de 650 molinos de extracción de agua.
Eran parte de las necesidades de la vida, usados por los agricultores para moler grano y bombear agua, y debido al gran número de estructuras que hay, hoy son un símbolo y también un valioso elemento de nuestro patrimonio cultural. Tanto es así que, en el año 2004, el gobierno balear elaboró un proyecto dedicado a su restauración y conservación.
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