Los monasterios, centro de poder económico y señorial
Bienes
monacales
Uno de los más claros
ejemplos del poder eclesiástico-señorial, especialmente en el ámbito rural, es
el de los monasterios. Estos, a través de diversas formas de adquisición,
lograron hacerse con la propiedad de extensiones de tierras más o menos
amplias, que conllevaban unos derechos sobre el aprovechamiento de recursos y,
por tanto, terminaron creando vínculos de dependencia con los campesinos que
vivían y trabajaban en sus tierras.
Entenderemos un
monasterio como un conjunto constituido por una comunidad de individuos que
residen en un complejo de edificios y estancias, que siguen unas normas de
observancia de oración, piedad y penitencia; y que para garantizar su propio
sustento poseen la propiedad de bienes raíces y el reconocimiento de unos derechos de
aprovechamiento del territorio, en virtud de los cuales ejerce una clara
influencia sobre los campesinos que viven en estas propiedades.
El señorío o dominio
monástico es el espacio compuesto por el conjunto de tierras y bienes que
pertenecen en titularidad a la comunidad monástica que forma cada uno de estos
centros. En este espacio o área de influencia, el monasterio ejercerá su poder
mediante el uso de distintos elementos
como son el control sobre las tierras y los hombres.
El
patrimonio monástico.
La
primera base material está formada por el conjunto de bienes con los que cada
monasterio contaba en su fundación, es decir, su dotación fundacional.
El tamaño de esta
dependía directamente de la capacidad de sus fundadores para dotar al nuevo
monasterio de un mayor número de bienes raíces que asegurasen su sustento.
Posteriormente, estas
pequeñas células pasarían a formar parte del patrimonio de cenobios mayores.
A
partir de esta dotación fundacional se iniciará un proceso de adquisición de
nuevos bienes a través de distintas formas jurídicas. Donaciones, compraventas,
intercambios y préstamos constituyeron las principales vías de adquisición de
nuevos bienes raíces que engrandeciesen el patrimonio monástico.
En la mayor parte de
los casos, las donaciones
constituyeron la principal fuente de bienes. Gentes de todo rango entregaban
una parte de sus patrimonios a los monasterios.
En cualquier caso, una
mayor afluencia de donaciones hacia un cenobio concreto nos habla de su mayor
prestigio respecto a otros centros.
Y es que no debemos
olvidar que las motivaciones que llevaron a los benefactores de estos lugares
sagrados a entregar parte de sus posesiones tienen, al menos en apariencia, un
carácter hondamente religioso.
En la documentación,
son abundantes las fórmulas piadosas que nos hablan, entre otros motivos, de
los deseos de los donantes de alcanzar el perdón de sus propios pecados, o de algún
familiar, o del anhelo de alcanzar la salvación eterna mediante la entrega de
parte de sus bienes.
Algunas donaciones
mencionadas en la documentación parecen más una devolución de préstamos con
garantía hipotecaria.
La compraventa es la segunda fuente de acceso a la propiedad de bienes
raíces en cuanto a su volumen.
En
la documentación conservada encontramos cláusulas que permiten proteger al
monasterio, como nuevo propietario, frente a las posibles reivindicaciones de
los descendientes de donantes y vendedores.
La existencia de éstas
indica, en gran medida, que la frecuencia con la que se dio este tipo de
reclamaciones sobre la propiedad de los bienes donados o vendidos debió ser, en
cierta medida, elevada.
En los pleitos entre
monasterios y familiares de los donantes o vendedores, estas cláusulas no
siempre fueron suficientes para que los primeros se asegurasen la propiedad de
los bienes que habían recibido.
Los intercambios. la principal motivación
que tuvieron los monasterios benedictinos para llevar a cabo estos intercambios
fue similar a la que les llevó a ellos mismos a la compra de nuevos bienes:
mejorar la gestión y el acceso a los recursos accediendo a posesiones más
cercanas y más fáciles de gestionar, o que eran capaces de proveer a éstos de
bienes que no estaban a su alcance.
Los préstamos permitieron a los monasterios
acceder a la propiedad, al menos de forma temporal, de nuevos bienes. Mediante
ellos, el propietario de los bienes continuaba manteniéndolos bajo su
propiedad, aunque los beneficios y rentas derivados de los mismos pasasen a
engrosar el patrimonio del monasterio.
Bienes adquiridos
Bienes inmuebles
como villas, pequeños monasterios e iglesias con sus posesiones... y los
derechos de uso de bienes comunales como, silvae, montes, prata...forman el
grupo de mayor volumen.
Privilegios
que facilitasen el ejercicio del poder señorial. La adquisición mediante estos
privilegios de competencias jurisdiccionales sobre el patrimonio monástico, en
tanto que suponen inmunidad frente al poder regio, se llevó a cabo de forma
paulatina, comenzando por concederse a propiedades concretas.
El especial interés por
conseguir la completa inmunidad explica el elevado número de falsificaciones
documentales que fabricaron algunos de los cenobios de mayor importancia a
partir del siglo XII.
Exenciones e imposiciones.
Exenciones en el pago de portazgos y otros impuestos al tránsito, así como la
posibilidad de cobrar imposiciones sobre la producción como el diezmo,
permitían a los monasterios obtener aquellos beneficios generados por la
circulación de bienes o la producción agraria.
Poder
señorial de los monasterios
Se
asienta sobre las bases materiales de los bienes monacales.
Asegurar la gestión de
aquellas propiedades que quedaban más alejadas del entorno más inmediato del
monasterio titular se convertiría en una prioridad.
Surgieron así prioratos y decanías, como medios para
optimizar la gestión de los recursos de los que se disponía, pero que
resultaban difíciles de controlar desde un único punto central.
Cada
una de estas unidades menores tenía asignado un conjunto de bienes.
Este
modelo jerarquizado de gestión del dominio responde al modelo procedente de Cluny,
en el que se consideraba que el prior/decano ejercía como oficial del abad que
se encargaba de supervisar, conservar y explotar los bienes asignados al
priorato.
Explotación indirecta
de los monasterios cluniacenses
Siervos domésticos,
prestaciones personales de los campesinos y trabajo de personas asalariadas
serían los medios utilizados para llevar a cabo la explotación de los bienes
monacales.
Los campesinos que
viven en la heredad de un monasterio es su obligación de entregar prestaciones
personales y reales. De ellas, las prestaciones reales reciben en la
documentación nombres similares a los que se registran para otros ámbitos de
poder señorial ajenos a los monasterios (censum, pecho, debitum...), y su cuantía
dependían directamente del volumen de producción o del tamaño del manso.
La explotación indirecta se
compagina con otras, que comprenden la concesión de unidades del dominio en
prestimonio a miembros de la nobleza, los arrendamientos o la aparcería, entre
otros.
“El control sobre la tierra
implicaba, además, el control sobre los hombres que en ella vivían y
trabajaban, tal y como puede desprenderse de lo explicado sobre las
prestaciones personales y materiales que hemos mencionado. Pero existe otra
forma de ejercer el control sobre estos hombres: el ejercicio de la autoridad
jurisdiccional. Se ha comentado en el apartado anterior la importancia que la
obtención de privilegios jurisdiccionales tuvo para los monasterios en el
proceso de formación del dominio, en tanto de garantías para el ejercicio del
poder señorial”.
“Es especialmente relevante el
papel jugado por las iglesias parroquiales, que actuaron como “centros
espirituales” a través de los cuales se encuadraba a los habitantes de las
villas. La parroquia servía a menudo como elemento de cohesión de la comunidad
campesina, ya que servía como lugar de reunión vecinal y como custodia de los
diplomas de la villa. La comunidad campesina de la villa se convertía además en
comunidad religiosa, pues la adscripción a una parroquia suponía la creación de
lazos de carácter religioso entre los individuos que en ella se reunían. En
consecuencia, el control sobre las iglesias parroquiales permitía al abad (y a
la comunidad monástica en general) reforzar sus prerrogativas señoriales, al
facilitarle la labor de dirigir la vida de las comunidades campesinas que
formaban parte de su dominio”.
Explotación directa de
los monasterios cistercienses
En los señoríos
adscritos al Císter, en los
que la organización de las explotaciones a través de las granjas mantuvo una alta incidencia de las formas de explotación
directa hasta el siglo XIII.
Los
monasterios primitivos se fundan en zonas apartadas de los núcleos de
población, en medio de campos, bosques o en el centro de valles, siempre cerca
de un curso de agua.
La
orden del cister siempre da valor al trabajo manual de los monjes que
inicialmente se dedican a cultivar las tierras que rodean el monasterio, con el
tiempo, estas tierras van creciendo gracias a las donaciones, con lo que los
terrenos de cultivo se alejan del monasterio.
Para
resolver este problema los monasterios cistercienses fundan granjas, donde trabajan legos, bajo la
supervisión del cillerero de la abadía.
Las
granjas no pueden estar a más de un día de camino de la abadía, y normalmente
tiene a su cargo terrenos de unas docenas de hectáreas, donde se cultivan
cereales, prados de pastos, bosques que proporcionan madera y en algunos
monasterios, viñedos que permiten elaborar el vino que formará parte de las dieta
de los monjes.
Para ayudar a los
conversos, mano de obra religiosa y gratuita, pero no siempre abundante, la
orden prevé la contratación de mano de obra asalariada o mercenarii.
Inicialmente los conversos o legos son laicos
reclutados para ayudar a los monjes en las tareas más pesadas, participan en los oficios de la mañana y
de la tarde.
Posteriormente
se publican reglamentos relativos a ellos y su actividad.
Finalmente los conversos
son religiosos, tras un noviciado en el que son formados en la regla
benedictina, renuncian a los bienes materiales y se someten a la autoridad del
Abad.
Los
conversos llevan barba, visten hábito marrón y viven en las granjas o en los
monasterios en zonas reservadas a ellos. En la iglesia entran por una puerta
distinta a los monjes y se sitúan en una zona separada de los profesos por una
galería. Los conversos no pueden hacerse monjes.
No
se puede entender, desde la estructura de la sociedad actual, esta división
entre profesos y legos, pero en la edad media, los monjes eran en general hijos
de familias nobles o adineradas, que entraban desde jóvenes a profesar en la
religión.
Por tanto los legos
eran gente del pueblo llano, sin recursos, y que a cambio de manutención y
cobijo, se sometían a la disciplina de la orden y trabajaban para ellos.
La
organización de las granjas permite a los cistercienses tener grandes conocimientos
de agricultura, ganadería e hidráulica, lo que permite una organización capaz
de aportar una gran contribución al desarrollo y revalorización de los terrenos
en toda Europa y especialmente en la Península Ibérica, donde la falta de
población y la adquisición de nuevas tierras durante la reconquista, harán de
su capacidad un bien deseado por los reyes y nobles de los reinos ibéricos. Los
cistercienses no se limitaban al trabajo agrícola, en algunas abadías se
explotaban salinas, fabricaban cerámica y en aquellas donde vivían monjes de
elevada formación cultural existían scriptorium, donde los monjes copiaban
libros.
El
conjunto de las novedades que los cistercienses aceptaron y perfeccionaron
contribuyó al incremento de la producción de sus tierras, sobre todo, de las
que explotaron directamente. Pero quizá la aportación más importante en este
aspecto haya sido su papel en la difusión general del uso de las nuevas
técnicas. El Capítulo General que todos los años reunía en Císter a los
representantes, sino de todos, de muchos de los monasterios de la orden era un
buen lugar para hablar no sólo de espiritualidad y disciplina, sino para la
comunicación y el intercambio de todo tipo de experiencias. Por otra parte,
estos viajes periódicos eran lo suficientemente lentos como para permitir a
observadores atentos conocer y trasladar ideas acerca de instrumentos, de
plantas, de sistemas de cultivo. La rutina de los campos fue sobresaltada
frecuentemente, en los siglos XII y XIII, por lo que se hacía y se veía hacer
en los dominios de los monjes blancos.
https://www.romanicodigital.com/sites/default/files/2019-09/C6-3_Ermelindo%20Portela.pdf
Los
Benedictino. Cluny y Cister
Benito de Nursia
(Nursia, Umbría, 480 - Montecasino, Lacio, 21 de marzo de 547) fue un monje
cristiano, considerado el iniciador de la vida monástica en Occidente y
venerado como santo por la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y la Iglesia
luterana. Fundó la orden de los benedictinos cuyo fin era establecer
monasterios basados en la autarquía, es decir, autosuficientes; comúnmente
estaban organizados en torno a la iglesia de planta basilical y el claustro.
En el año 530 se
dirigió hacia una colina entre Roma y Nápoles donde fundaría el Monasterio de
Montecasino, construido sobre los restos de templos paganos
y con oratorios en honor a San Juan Bautista (al que siempre consideró un
modelo de práctica ascética) y a San Martín de Tours, iniciador en Galia
(actual Francia) de la vida monástica, así aceptando cada vez a más discípulos,
creando trece monasterios cerca de Subiaco y en cada uno de ellos había doce
monjes con su propio abad y sobre todos ellos estaba él como guía espiritual.
En su nuevo monasterio
de Montecasino, Benito compuso su regla continuando con el
ejemplo de otras reglas anteriores como las de San Juan Casiano o la de San
Basilio, pero también escogió de escritos de San Pablo, San Cesario así de la
Regula Magistri de autor desconocido y los adaptó como base para la Regla
Benedictina.
Siguió los preceptos de
la buena disciplina, del respeto por la personalidad humana y de las habilidades
individuales.
La regla en la que se
organiza con detalle la vida de los monjes, también introdujo el canto coral
durante la celebración del oficio.
Las dos piedras
angulares de la vida comunitaria eran la estabilidad (obligación de residir de
por vida en el mismo monasterio sin necesidad de ser monjes vagabundos) y la
conversión de costumbres con un especial interés por la buena conducta moral, la
piedad mutua y la obediencia al abad convirtiéndose en una familia ordenada con
la oración y el trabajo, siendo ambos su lema: Ora et Labora.
Es considerado patrón
de Europa y patriarca del monacato occidental. Benito escribió una regla para
sus monjes, conocida luego como la «Santa Regla», que fue inspiración para
muchas de las otras comunidades religiosas
La
Orden de Cluny
es
una orden monástica católica reformada.
Fue creada el 11 de
septiembre de 910 queriendo volver a la forma de vida original de la Orden de
San Benito (de 529).
Su lugar de origen es
la abadía de Cluny.
https://www.cluny-abbaye.fr/es/entdecken-sie/historia-de-la-abadia-de-cluny
En 909 d. C. surge,
dentro de la Iglesia católica, la voluntad de reformar las órdenes monásticas.
Esta restauración se produjo tomando como base la regla de Benito de Nursia, un
reglamento que rige la vida de los monjes detallando cómo debe ser su vida.
Esta regla alcanza un importante desarrollo gracias a la intervención de Benito
de Aniane, pero está limitada por las tradiciones propias de las abadías, y por
la rutina de su aplicación. En este proceso, la abadía de Cluny decide
imponerse agrupando un gran número de conventos y convirtiéndose en la orden
más importante de la Edad Media, con monasterios por toda Europa.
La orden de Cluny fue
creada el 11 de septiembre de 910, cuando Guillermo I el Piadoso, duque de
Aquitania, donó la villa de Cluny al papado para que fundara en ella un
monasterio con doce monjes. El monasterio se situó en Mâcon, en Saona y Loira.
La donación hecha por Guillermo I no es desinteresada. Pretende obtener la
protección y la garantía de la Santa Sede dado que su poder era muy escaso.
Guillermo el Piadoso intentó evitar su control por los laicos. En la carta de
fundación de la abadía se establece la libre elección del abad por parte de los
monjes, un punto de suma importancia en la orden benedictina. La carta condena
gravemente a los que transgredieran este artículo. La donación de Cluny no es
la única. En esta época, numerosos dominios son legados al papado, como
Vézelay. El prestigio de los pontífices del siglo X es relevante. La reforma
monástica es apoyada por el monasterio de San Martín d'Autun y el de
Fleury-sur-Loire. En 914, se funda el monasterio de Brogne convirtiéndose en un
centro de gran influencia junto con su fundador Gérard.
Guillermo el Piadoso
nombró al abad Bernón, hombre importante de la reforma, como abad de Baume.
Bernón estableció la observancia de la regla de Benito de Nursia, reformada por
Benito de Aniane, respetando, no obstante, las directrices de los monasterios.
Bernon murió en 926
tras una vida dedicada a la expansión de la regla por numerosos monasterios.
La
orden cisterciense es una orden monástica católica
reformada.
Tienen como regla la de
san Benito, la cual aspiran seguir en forma estricta.
Nacieron
en 1098 como una reacción de la relajación que consideraban que tenía la Orden
benedictina de Cluny (de 910), queriendo volver al espíritu original de la
Orden de San Benito (de 529).
Su origen se remonta a
la fundación de la Abadía de Císter por Roberto de Molesmes.
https://medievalistas.es/wp-content/uploads/2024/06/27.pdf
https://www.elcisteriberico.com/Paginas/generalidades/historia%20cister.html
La fundación del Císter
es un hito destacado en la historia religiosa de Europa
El orden nace en
Francia en 1098 con la intención de restablecer una más estricta observancia de
la regla monástica benedictina. En Cataluña, los monasterios de Santa María de
Vallbona, Poblet y Santes Creus, se convirtieron en su sus tres centros más
importantes, a la vez fundadores y patrones de muchas otras filiales
http://viuvallbona.cat/es/ficha/orde-del-cister
https://www.monasteries.com/es-ES/order/cisterciantrappist
https://www.surco.org/sites/default/files/cuadmon/disponible_no/cuadernos-monasticos-206-4331.pdf
https://www.cluny-abbaye.fr/es/entdecken-sie/further-information/die-regel-des-heiligen-benedikt
https://www.cluny-abbaye.fr/decouvrir/restitution-virtuelle-de-l-eglise-abbatiale-de-l-ancienne-abbaye-de-cluny-dite-cluny-iii
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