domingo, 26 de abril de 2015

Monasterio de San Julián y San Antonio de la Cabrera. Misioneros Identes

Los Misioneros Identes pertenecen a la categoría de nuevas formas de vida consagrada en el Código de Derecho Canónico Católico.
El nombre "Idente" es un neologismo construido con el imperativo id del verbo español ir y la desinencia ente del participio latino -ens, -entis. La palabra Idente es, por tanto, un neologismo español y un neologismo latino (idens, identis) con el significado de caminar uniéndose uno permanentemente con la divina conciencia filial de Cristo.

Escudo de la Orden Franciscana

Escudo de la Orden franciscana, que combina el brazo de Cristo con el de Francisco de Asís, que muestra los estigmas.




Escudos en los cerramientos oeste y sur, alusivos a la orden franciscana y al ducado del Infantado, al que estuvo adscrito La Cabrera. Fueron instalados durante las reformas llevadas a cabo en los siglos XV y XVI.

La peculiaridad de esta Institución, formada por varones y mujeres, laicos y clérigos, célibes y casados, exigirá un largo recorrido hasta el reconocimiento canónico, recibido de la Diócesis de Madrid el 23 de enero de 1994, como Asociación Pública de Fieles.
El 4 de julio de 2009, después de que en el 2004 fuera reconocido como Instituto de Vida Consagrada, la Santa Sede confiere a esta Institución el rango de “instituto de vida consagrada de derecho pontificio”. Durante todos estos años la Institución se ha extendido por numerosos países de Europa, América, Asia y África, con el resultado de unas noventa casas distribuidas en veinticinco naciones en estrecha colaboración con las diócesis donde residen.















 El convento de San Antonio, en la Sierra de La Cabrera, es una de las pocas muestras de Románico que quedan en la Comunidad de Madrid. El monasterio está a unos 2 kilómetros del pueblo, enclavado en la falda sur de la Sierra de La Cabrera, resguardado por el Cancho Gordo y sus formaciones de roca granítica. El primitivo convento fue fundado por cluniacenses en el siglo XII y se puso bajo la advocación de San Antonio cuando pasó a pertenecer a la Orden de San Francisco. Por este convento han pasado personajes tan ilustres como el cardenal Cisneros, que enterró aquí a su padre, la familia de Goya o el doctor Jiménez Díaz, que se construyó una finca en las inmediaciones.


Hacia 1404 los franciscanos, procedentes de la Reforma
española de Pedro de Villacreces (+1422), se hicieron cargo del convento
y de la iglesia de la Cabrera al parecer bajo la dirección del
franciscano Pedro de Santoyo (+1431) estableciéndose en ella y conservando
el nombre de san Julián pero añadiendo el de san Antonio
que es el que finalmente ha prevalecido.
De esta forma La Cabrera fue el segundo convento reformado
que ocuparon los franciscanos en la península, siendo el primero el
de La Salceda en el Montecelia de Guadalajara en 1387. Era un convento
de retiro donde no había más de 12 frailes dedicados a la oración,
la penitencia y la predicación.



Parece probable, aunque no está documentado, que el rey Alfonso
VI a finales del siglo XI en su avance para conquistar Toledo y
con el fin de consolidar la frontera en el río Tajo, y poblar los territorios
conquistados entre el Duero y el Tajo impulsó la creación de un
Monasterio bajo la regla benedictina en la sierra de La Cabrera.






El Papa Benedicto XIII autorizó a los franciscanos en 1413 a utilizar
los eremitorios de San Julián y Santa María Egipciaca en La
Cabrera. Los restos de este último eremitorio, que se cree estaban
al pie del Pico de la Miel, se están intentando localizar en la actualidad.



Es de estilo románico y es probable que date del siglo XI o de la primera mitad del siglo XII, si bien otras hipótesis apuntan a un origen anterior.


En las laderas del Cancho Gordo, la máxima cumbre de la Sierra de La Cabrera con una cota de 1.564 m.




No se conoce la fecha exacta de su fundación. La tradición sostiene que es del siglo XI y que fue promovido por el rey Alfonso VI (1040-1109), en el contexto de la campaña militar desplegada por la Corona de Castilla para la conquista de Toledo.
También es posible que fuera construido en la primera mitad del siglo XII, aunque siguiendo modelos anteriores al primer románico. Según otras teorías, puede tratarse de una construcción románico-visigótica. La existencia de restos arqueológicos de origen visigodo en sus proximidades lleva a pensar que pudo ser levantado sobre un primitivo templo prerrománico.
Su primera consagración fue la de san Julián y, hasta el siglo XIV, estuvo regentado por la orden benedictina. En 1404 pasó a manos de los franciscanos de la Reforma de Pedro de Villacreces, quedando bajo la advocación de san Antonio de Padua. Fue reformado en los siglos XV y XVI.
El lugar fue abandonado durante la invasión napoleónica. En 1812 los franciscanos pudieron restablecerse, permaneciendo hasta 1835, cuando fueron exclaustrados como consecuencia de la Desamortización de Mendizábal.
Posteriormente, fue comprado por los descendientes del pintor Francisco de Goya (1746-1828). En el siglo XX, el médico Carlos Jiménez Díaz (1898-1967) se hizo con la propiedad y procedió a su rehabilitación y adecuación para uso residencial.
Tras su muerte, el edificio quedó en el abandono y fue objeto de numerosos actos de rapiña y expolio. Desde el año 2004, pertenece a los misioneros identes, quienes, además de su función religiosa, promueven la celebración de actividades culturales y sociales. La Comunidad de Madrid procedió a su restauración y consolidación entre 1987 y 1993.
El convento ha tenido diferentes usos a lo largo de los siglos. Fue utilizado como hospedería por diferentes personalidades históricas, como el marqués de Santillana y el cardenal Cisneros, y, durante un corto periodo de tiempo, sirvió de prisión clerical.




Armas de los Mendoza
Iñigo López de Mendoza, I marques de Santillana, dentro de cuyo feudo estaba el convento, concede al convento entre otros privilegios tres mil maravedíes para su ampliación reservándose para si unas habitaciones independientes. Quizá las mismas que luego también usara para su descanso y recuperación espiritual el V duque del Infantado, otro Iñigo López de Mendoza que muere en 1601.

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