Construida entre 1329 y 1383.
Los maestros de obra fueron Berenguer de Montagut, el diseñador
principal del edificio, y Ramón Despuig.
La iniciativa sobre la construcción de la iglesia la tuvo el
canónigo Bernardo Llull.
Algunos estudios actuales sustentan la hipótesis de que fue
construida sobre un antiguo anfiteatro o arenas romanos.
La construcción comenzó en 1329, tal como lo atestiguan las
lápidas del portal de las Moreras que da al Fossar de les Moreres.
Un hecho destacable, que aún perdura, es que la obra había
de pertenecer, exclusivamente, a los feligreses de la zona del puerto y de la
Ribera, únicos responsables materiales del templo, ya que ellos fueron quienes
la sufragaron, bien con su dinero o bien con su trabajo. En contraposición a la
Catedral que por aquellas mismas fechas también se estaba construyendo y que
estaba asociada a la monarquía, a la nobleza y al alto clero.
Parece ser que en la construcción participó activamente toda
la población de la Ribera, en especial los descargadores del muelle, llamados
galafates de la Ribera o bastaixos, los cuales llevaban las enormes piedras
destinadas a la construcción de la iglesia desde la cantera real de Montjuïc y
desde las playas, donde estaban los barcos que las habían traído a Barcelona,
hasta la mismísima plaza del Borne, cargándolas en sus espaldas, una a una. La puerta principal de la iglesia homenajea
a los bastaixos que ayudaron a su construcción.
Los muros, las capillas laterales y la fachada se terminaron
alrededor de 1350.
En 1379, a punto de acabarse el cuarto tramo de bóvedas, se
incendiaron los andamios y las piedras sufrieron importantes daños.
Finalmente, el 3 de noviembre de 1383 se colocó la última
parte de la bóveda y el 15 de agosto del año siguiente se celebró la primera
misa.
El terremoto de 1428 causó el derrumbamiento del rosetón
provocando algunas muertes, por la caída de las piedras del mismo. Aunque pronto
se firmó un contrato para construir uno nuevo de estilo flamígero, que quedó
acabado en 1459 y al año siguiente, fueron colocadas las vidrieras del mismo.
La mayoría de las imágenes y el altar barroco añadidos durante los siguientes
siglos resultaron quemados durante el incendio del templo el 3 y 4 de agosto de
1936.
En 1923 recibió el título de basílica menor, otorgado por el
papa Pío XI.
La luz es la gran protagonista del interior de Santa María
del Mar.
Visto desde el exterior el edificio presenta un aspecto
macizo y robusto, que no transmite lo que encontraremos en el interior. El
predominio de las líneas horizontales y de las secciones de pared sin grandes
aberturas ni decoraciones es absoluto.
Continuamente se subraya la horizontalidad, marcándola con
molduras, cornisas y superficies planas, como si se quisiera evitar una
excesiva sensación de altura a pesar de ser, en realidad, un edificio bastante
alto. Globalmente el edificio forma un bloque compacto, sin secciones de pared
en diferentes profundidades, solo las correspondientes a las naves, típicos del gótico europeo. Esto permite que
la iluminación sea siempre muy plana, alejada de los juegos de luces y sombras
que se pueden producir en otras iglesias.
Es un edificio de tres naves, con deambulatorio y sin
crucero. El resultado es un espacio diáfano, que descarta la división del
gótico europeo y se inclina por una idea de espacio único.
Se trata del
ejemplo más emblemático y depurado del gótico catalán. La importancia que
adquirió el barrio de la Rivera partir del siglo XIII como centro neurálgico de
mercaderes y armadores hizo que se planteara la construcción de una gran
iglesia en sustitución de la vieja Parroquia de las Arenas.
Sus tres fachadas, la principal situada en la plaza de Santa
María, otra en la calle de Santa María y la del paseo del Born, muestran la
esencia del gótico catalán: torres octogonales, abundancia de superficies
desnudas y contrafuertes macizos.
La fachada principal está decorada con las imágenes de San
Pedro y San Pablo, con un insuperable rosetón de estilo gótico flamígero del
siglo XV. En la fachada de la calle Santa María destacan las gárgolas de los
contrafuertes, el reverso de las vidrieras y, sobre todo, sus monumentales
dimensiones.
Su interior es igualmente paradigma del gótico catalán con
su amplitud de formas y la austeridad decorativa. Tiene tres naves de gran
altura separadas por altas columnas y su armonía consiste en que las naves
laterales miden la mitad exacta que la central y la anchura total del conjunto
es igual a la altura de las naves laterales. Su riqueza decorativa fue
destruida tras los disturbios de 1936, aunque subsisten lápidas relacionadas
con el mundo marinero.
La basílica de Santa María del Mar protagoniza la novela de
Ildefonso Falcones, La catedral del mar. También se hace referencia de ella en
la obra de Carlos Ruiz Zafón, la novela El juego del ángel, y en la novela
juvenil Thesaurus, Ombres a Barcelona de Àfrica Ragel.
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