viernes, 7 de noviembre de 2008

El Sexmo del Campo.

El territorio de lo que fue el Sexmo del Campo de la Comunidad de Villa y Tierra de la Ciudad de Huete era a fines del siglo XII frontera con las tierras de dominio musulmán al localizarse al sur de la ciudad de Huete. Esta es una de las razones del interés por parte de Huete de repoblar esta parte de su territorio y así salvaguardar su retaguardia. Por ello se repuebla Carrascosa. El Beato Julián Zarzo Cuevas en su obra Relación de Pueblos del Obispado de Cuenca, donde recoge las Respuestas de los pueblos de este Obispado al Interrogatorio de las Relaciones Topográficas de Felipe II, nos podemos informar como en las Respuestas de Carrascosa del Campo al hablar del origen del nombre de Carrascosa se apuntan: “que en esta villa y su alrededor había muchas carrascas. El por qué se llama del campo es por razón que está situada en un sexmo de la ciudad de Huete, que se llama el sexmo del campo”.
La organización de las aldeas de un alfoz en sexmos tenía como finalidad la administración colectiva de los bienes comunales y sobre todo permitía a la cabeza de la Comunidad de Villa y Tierra, en este caso a Huete, una mejor administración en matería de tributos y su recaudación Al frente de cada sexmo se nombraba un sexmero; una de sus principales funciones consistía en recaudar, pero también eran quienes se encargaban de defender a la Tierra contra los atropellos que podían recibir de la ciudad. Su nombramiento correspondía a “los hombres buenos pecheros de la Comunidad de Villa y Tierra” de las aldeas del sexmo y no a la cabeza.
El Sexmo del Campo lo formaron las aldeas de Carrascosa, Villas Viejas, Fuente el Pez, Amasatrigo, Valdejudios, Villar del Águila, Torrejoncillo, Horcajada de la Torre, Valparaíso de Arriba, Valparaíso de Abajo, Olmedilla, Loranca, Villaverde y Palomares.Villas Viejas era en el siglo XVI, una dehesa de Huete. Fuente el pez ya existía en 1188 y estaba ocupada por los almohades. En el siglo XVI ya era un despoblado, según las Relaciones “la causa por qué se despobló no saben” y lo compra su lindera la villa de Palomares del Campo por l.500 ducados. La aldea de Amasatrigo era ya despoblado en 1236 ya era despoblado. En el siglo XVI pervive en la memoria de las gentes de los alrededores con leyendas sobre los amores entre cristianas y moros. Su término fue incorporado a Carrascosa del Campo y Olmedilla del Campo. Valdejudios estaba ya despoblado en el siglo XVI; su término fue incorporado a Carrascosa del Campo, por compra al rey Felipe II. Igualmente lo era Villaverde en el siglo XVI al igual que La Olmeda, Pulpón, Iglesia de San Pedro, Villalba del Campo, Torrejón y Villalpardo. Según las Relaciones Topográficas, en estos despoblados “tiene Carrascosa del Campo como es poner guardas y apreciadores de los daños de viñas y panes y cotos que en ellos tiene, el alcabala de qualquier suerte que en ellas se hicieren viene al cabeçon de esta villa, pero en lo demás eran un término común a la ciudad de Huete y a las demás villas y aldeas de la dicha ciudad". En la actualidad las tierras de estos despoblados están incorporados Carrascosa del Campo y Torrejoncillo del Rey.
Testimonio de la peligrosidad del sexmo del Campo son las atalayas o torres vigías, que popularmente se conocen como castillos. Los almohades, que entran en España en 1145, hicieron peligrosas incursiones por estas tierras en los años 1172 y 1197. Las torres o atalayas permitían, en primer lugar, vigilar, y después, comunicarse las aldeas entre sí e informar a Huete, como cabecera de Villa y Tierra, de los posibles movimientos del enemigo. Las Relaciones Topográficas de Felipe II, aportan bastante información, en este sentido, de la presencia de estas torres a lo largo y ancho del sexmo; así, en Carrascosa del Campo, en el siglo XVI, había restos de fortificaciones en Muela del Pulpón, Cerro del Castillo, Castillejo; incluso dentro de la misma villa donde uno de sus barrios se llamaba de El Castillo. Por otro lado, los términos actuales de los municipios que formaban el sexmo del Campo, están salpicados de topónimos que hacen referencia a este tipo de edificaciones: “Torrecilla” en Palomares del Campo; “La Atalaya” y “Los Torrejones” en Villar del Águila; “Cuarto de Torrecillas” en Villas Viejas; “Castillejo” y “Monte de Torres” en Carrascosa del Campo; “Torrejón” en Torrejoncillo del Rey; incluso los nombres de los municipios: Horcajada de la Torre y Torrejoncillo, son un ejemplo, en este sentido. Perviven restos de estas atalayas en el despoblado de Fuente el Pez, en el término actual de Palomares del Campo. Se trata de una torre de base cuadrada y pequeñas dimensiones, que pudo servir de refugio a los moradores de la aldea, pero sobre todo, se construyó como atalaya con funciones de vigilancia y comunicación con las otras torres ubicadas en los lugares más altos de las aldeas del sexmo y con la propia ciudad de Huete. Don Rafael de Ribas, cura de Palomares del Campo en 1787, nos dice que:“Dentro de su jurisdicción está el despoblado, llamado Fuente el Pez distante una legua de esta villa, y respecto de ella está del poniente; se llama Fuente el Pez por una fuente del contigua del mismo nombre, en la que se crían, buenos pezes, y varbos: sólo se advierte al presente, en este despoblado una fortaleza, ó atalaya vastante destrozada". Huete durante las invasiones almorávide y almohade, además de los castillos de Albaránez y Calatañazor (Cuevas de Velasco), dispuso de torres aisladas en las aldeas de su alfoz, donde se situaban puntos de vigilancia con el fin de alertar de posibles incursiones provenientes de Cuenca o Alarcón.
En los siglos XVI y XVII, debido a los excesivos gastos de la monarquía de los Austrias, la hacienda necesitaba de ingresos extraordinarios. Uno de los recursos fue la venta de los llamados “privilegios de villazgo”. Mediante los que a cambio de un precio se conseguía el título mediante el cual, determinado lugar sujeto a la jurisdicción de una unidad superior, villa o ciudad, alcanzaba jurisdicción propia, con la fórmula “villa de por sí e sobre sí”. Las villas y ciudades medievales, con amplios alfoces, comenzaron a sufrir las consecuencias de la política regia de enajenación de términos y lugares. Los grandes concejos castellanos aparecían a los ojos de los reyes como campo idóneo de operación y recomposición de las exiguas arcas de la hacienda real. Parece ser que hubo un importante número de localidades que buscaron, a mediados del siglo XVI, eximirse de las villas y ciudades de que dependían y hacerse villas, es decir, obtener el derecho a nombrar sus propias justicias, administrar sus bienes, tener y acotar un término propio, aunque a veces se conservará la comunidad de montes y pastos, encabezar y repartir los impuestos y salir, en fin, de un estado de tutela para gozar de amplia autonomía municipal. La tendencia a la autonomía se generaliza cuando ciertas aldeas comienzan a prosperar económica y demográficamente. Este crecimiento demográfico les va a permitir negociar la carta de villazgo. Contribuye también, a que las aldeas soliciten su carta de villazgo, el auge de linajes poderosos dentro de estas aldeas; estos linajes van a potenciar la separación entre la villa y la aldea. El considerable crecimiento de las poblaciones y los recursos en el siglo XVI, se traduce en el máximo desarrollo de los villazgos. Conseguir una carta de villazgo suponía una cantidad considerable de dinero tanto en gastos visibles como en gestiones menos formales. Si no se les dio más impulso a las emancipaciones, fue debido a las reclamaciones en las Cortes de las principales ciudades que veían dañados sus intereses. Las de 1563 solicitaron poder recobrar los lugares eximidos pagando lo que estos hubieran dado por su exención. Las de 1566 se quejaban de que los pueblos exentados alteraban la comunidad de pastos. Las de 1570 volvían a pedir que no se eximiesen lugares. Las razones alegadas eran que tales exenciones las promovían los particulares más ricos de las aldeas, que esperaban sacar más provecho de la nueva situación, acaparando cargos e influencias, para lo cual no dudaban en imponer pesadas cargas de censos a sus vecinos. El descenso demográfico de algunas ciudades castellanas como las Toledo, Cuenca, Segovia, Talavera de la Reina en el primer tercio del siglo XVII, puede deberse, entre otras causas, a la emigración de muchas familias hacia las villas eximidas. La Corona, no por favorecer a los lugares, sino por allegar recursos, hizo caso omiso de las peticiones de las Cortes, y mientras duraron las ventas de vasallos se ofreció a los lugares una oportunidad de obtener su autonomía Formalmente, para exentarse una aldea de su antigua jurisdicción, se solía hacer una petición por un vecino de la aldea o lugar interesado, se mandaba cédula al corregidor para que fuese al lugar, reuniese concejo abierto y los vecinos alegasen cuanto quisiesen sobre la utilidad o daño que pudiera seguirse de la medida. Las peticiones se fundaban en agravios recibidos de la cabeza de la jurisdicción tales como distancia a ésta, que hacía incómodos los desplazamientos y la buena administración de justicia, aumento de la riqueza y vecindario.
En el sexmo del Campo, a fines del siglo XVI, sólo se mantienen como aldeas dependientes de Huete Villar del Aguila, Loranca que en 1639 será vendida a Pedro Piñar Castillo y anulada su compra por no poder satisfacer el comprador la cantidad en que le fue vendida. Carrascosa del Campo, Horcajada de la Torre, Torrejoncillo del Rey, Olmedilla del Campo, Palomares del Campo, Valparaíso de Arriba y Abajo, se convierten en villas eximidas entre 1537 y 1555. La ciudad se opondrá a estas exenciones mediante pleitos costosos que no evitarán la desmembración. Según las citadas Relaciones Topográficas, todavía en 1578 existe un pleito entre Huete y las villas eximidas, estas últimas unidas y representadas por el Procurador de Villas Eximidas, Miguel de Saceda, vecino de Palomares del Campo.




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