Hans Christian Andersen, 1805-1875. Nació el 2 de abril de 1805 en Odesen. De una familia tan pobre, que en ocasiones tuvo que dormir bajo un puente y mendigar. Era hijo de un zapatero instruido, pero enfermizo, de veintidós años y de una lavandera varios años mayor que él, y de confesión protestante. Andersen dedicó a su madre debido a su pobreza La pequeña cerillera, así como No sirve para nada, en razón de su alcoholismo. Pese a todo fue un niño muy querido, el padre adoraba a su hijo y a él se debió seguramente la pasión del pequeño Hans por el teatro; pues le fabricó un teatrillo y unas marionetas para las que el niño cosía la ropa. Toda la familia vivía y dormía en una pequeña habitación. A los 14 años se fugó a Copenhague. Trabajó para Jonas Collin, director del Teatro Real, quien le pagó sus estudios. Aunque desde 1822 publicó poesía y obras de teatro, su primer éxito fue Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager en los años 1828. Su primera novela, El improvisador, o Vida en Italia (1835), fue bien recibida por la crítica. Viajó por Europa, Asia y África y escribió muchas obras de teatro, novelas y libros de viaje.
Un día de 1844 escribió: “Hace veinticinco años llegué con mi atadito de ropa a Copenhague, un muchacho desconocido y pobre: y hoy tomé chocolate con la Reina.”
Pero son sus más de 150 cuentos infantiles los que lo han llevado a ser reconocido como uno de los grandes autores de la literatura mundial. Usó un estilo adecuado al lector infantil, con un lenguaje cotidiano y la expresión de los sentimientos e ideas del público infantil.
Entre sus más famosos cuentos se encuentran El patito feo, El traje nuevo del emperador, La reina de las nieves, Las zapatillas rojas, El soldadito de plomo, El ruiseñor, El sastrecillo valiente, La princesita y el guisante, La pastora y el desollinador, El caracol y el rosal y La sirenita.
Un día de 1844 escribió: “Hace veinticinco años llegué con mi atadito de ropa a Copenhague, un muchacho desconocido y pobre: y hoy tomé chocolate con la Reina.”
Pero son sus más de 150 cuentos infantiles los que lo han llevado a ser reconocido como uno de los grandes autores de la literatura mundial. Usó un estilo adecuado al lector infantil, con un lenguaje cotidiano y la expresión de los sentimientos e ideas del público infantil.
Entre sus más famosos cuentos se encuentran El patito feo, El traje nuevo del emperador, La reina de las nieves, Las zapatillas rojas, El soldadito de plomo, El ruiseñor, El sastrecillo valiente, La princesita y el guisante, La pastora y el desollinador, El caracol y el rosal y La sirenita.
En el pasado la ciudad de Copenhague se llamaba Havn, que significa el puerto, ya que la mayoría de sus habitantes se dedicaban a la pesca. El símbolo de la ciudad es la estatua de la Sirenita, sentada en el puerto de Langelinie. La escultura fue erigida en 1913, y desde entonces se ha convertido en una de las imágenes más fotografiadas del mundo. El cuento de hadas de La Sirenita fue escrito por Hans Christian Andersen en 1837
Copenhague es la capital del reino más antiguo del mundo, Dinamarca, la ciudad más grande de Escandinavia. El país tiene una población de cinco millones y medio de habitantes, de los cuales más de un millón residen en la capital. Hoy en día, Copenhague es una preciosa ciudad multicultural.
Uno de los mayores intereses de Copenhague es ver cómo ha llegado a pasar de un pequeño pueblo de pescadores que casi nadie conocía a la deslumbrante capital del imperio danés. En 1343 el rey Valdemar Atterdag convirtió a Copenhague en la capital de Dinamarca. Justo en el centro de la ciudad se encuentra el palacio de Amalienborg, residencia hoy de la reina Margarita II. En lo que respecta a la arquitectura, una de las mayores atracciones de la ciudad es el puente de Oresund, abierto al tráfico en julio del 2000. Este puente conecta Dinamarca con Suecia. Durante más de un centenar de años, estos países han querido crear un enlace fijo entre Malmoe y Copenhague, algo que ha sucedido ahora realmente. En apenas 20 minutos se puede llegar a Suecia desde Copenhague.
Uno de los mayores intereses de Copenhague es ver cómo ha llegado a pasar de un pequeño pueblo de pescadores que casi nadie conocía a la deslumbrante capital del imperio danés. En 1343 el rey Valdemar Atterdag convirtió a Copenhague en la capital de Dinamarca. Justo en el centro de la ciudad se encuentra el palacio de Amalienborg, residencia hoy de la reina Margarita II. En lo que respecta a la arquitectura, una de las mayores atracciones de la ciudad es el puente de Oresund, abierto al tráfico en julio del 2000. Este puente conecta Dinamarca con Suecia. Durante más de un centenar de años, estos países han querido crear un enlace fijo entre Malmoe y Copenhague, algo que ha sucedido ahora realmente. En apenas 20 minutos se puede llegar a Suecia desde Copenhague.
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