miércoles, 7 de enero de 2009

Hamelín. Alemania.

El flautista de Hamelín es una leyenda, documentada por los Hermanos Grima, cuyo nombre original es Der Rattenfänger von Hameln, que se traduciría como El Cazador de Ratas de Hamelín, que cuenta la historia de una misteriosa desgracia acaecida en la ciudad de Hamelín, el 26 de junio de 1284. Además existe un famoso poema en inglés sobre este tema escrito por Robert Browning.



En 1284 la ciudad de Hamelín estaba infestada de ratas. Un buen día apareció un desconocido que ofreció sus servicios a los habitantes del pueblo. A cambio de una recompensa él les libraría de todas las ratas, a lo que los aldeanos se comprometieron. Entonces el desconocido flautista empezó a tocar su flauta, y todas las ratas salieron de sus cubiles y agujeros y empezaron a caminar hacia donde la música sonaba. Una vez que todas las ratas estuvieron reunidas en torno al flautista, éste empezó a caminar y todas las ratas le siguieron al son de la música. El flautista se dirigió hacia el río Weser y las ratas, que iban tras él, perecieron ahogadas.
Cumplida su misión, el hombre volvió al pueblo a reclamar su recompensa pero los aldeanos se negaron a pagarle. El cazador de ratas, muy enfadado, abandonaría el pueblo para volver poco después, el 26 de junio, en busca de venganza.
Mientras los habitantes del pueblo estaban en la iglesia, el hombre volvió tocar con la flauta su extraña música. Esta vez fueron los niños, ciento treinta niños y niñas, los que le siguieron al compás de la música, y abandonando el pueblo los llevó hasta una cueva. Nunca más se les volvió a ver.
Algunas versiones hablan de que dos niños se quedaron retrasados y no entraron en la cueva. Ellos serían quienes avisaron a los aldeanos de lo que había ocurrido. Uno de los niños era ciego y no podía indicar el lugar donde sus compañeros habían desaparecido. El otro era cojo y tampoco pudo ver nada porque se había quedado demasiado retrasado. Otras versiones hablan solamente del niño cojo. Versiones más modernas se apartan de las tradicionales y cuentan que el flautista devolvió a los niños a cambio de recibir la recompensa prometida multiplicada varias veces.











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