A las puertas de la iglesia de San Blás está la Columna de Rolando, símbolo de independencia de la ciudad.
El centro histórico de Dubrovnik
El tejido urbano de Dubrovnik se remonta al siglo XIII. En esa época comenzó la edificación de sus imponentes fortificaciones de 1.940 metros de longitud, que han permanecido intactas hasta nuestros días.
La ciudad logró preservar su integridad y su originalidad, pese a los terremotos que la sacudieron en diversas oportunidades, el más catastrófico de los cuales fue el de 1667. Este se llevó a la mitad de la población. En tiempos más recientes, en 1979, dos fuertes temblores dañaron gravemente a Dubrovnik. Ese mismo año fue inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Las obras de restauración no estaban aún concluidas cuando en 1991 la ciudad fue atacada por el ejército serbo-montenegrino. La guerra yugoslava constituyó un duro golpe para el centro cultural de Dubrovnik que, salvo durante el sitio de 1806, nunca había sido escenario de una conflagración. En el lapso de un año, las construcciones situadas intramuros recibieron el impacto de unos 2.000 proyectiles de todos los calibres. De los 824 edificios existentes, 536 sufrieron sus efectos, así como los dos tercios de su famosa “quinta fachada”: los tejados, a los que debe gran parte de su belleza y su armonía. Los recintos públicos y sagrados, las casas particulares, las calles pavimentadas de piedra, las esculturas, todo su patrimonio secular estaba amenazado. Desde el comienzo de los bombardeos, Dubrovnik fue inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro.
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