En España existen dos «provincias» o «congregaciones» de la Orden del Cister: la Congregación de San Bernardo de Castilla y la Congregación de Aragón.
En el monasterio de Santa María de Valvuena, a partir del siglo XIII las donaciones continuaron, pero en menor medida, a la par que comenzó una lenta decadencia, que fue superada en el siglo XV, cuando en 1430, Martín de Vargas, clérigo jerezano maestro en Teología, fue nombrado abad del monasterio por Juan II y por Gutierre Álvarez de Toledo, obispo de Palencia. Martín de Vargas aplicó la reforma española de la Congregación de Castilla, que había sido fundada tres años antes en el monasterio de Montesión, en las proximidades de Toledo.
En el CAPÍTULO
GENERAL de 1477 salió electo como Reformador el P. Fr. JUAN DE
CIFUENTES (1477- 1481), hijo de Valbuena.
En 1477- 78
Fray Juan de Cifuentes, monje de Valbuena Reformador desde ese año, giró la
visita que el rey Don Fernando el Católico había impetrado del Pontífice Sixto
IV para que fuese realizada por el obispo de Granada, y que luego el rey
procuró delegase el obispo en manos del Reformador Fr. Juan de Cifuentes, y en
las de Fr. Bautista de Ocaña, también de Valbuena, quien había sido Reformador
General de 1467 a 1472.
“Rex Ferdinandus, zelo Dei acensus,
atque consilio cum Patribus obseruantiae communicato, visitationem
Cisterciensium Ecclesiarum, a Pontifice obtinuit Archi-episcopo Granatensi
commissam, plenario iure. Exinde eam subdelegari fecit nouo Reformatori, &
Baptistae de Ocaña, quem eo munere sumptum primum omnium, post quattuor
Martinos asserebamus. Haec porro visitatio dum aliis spem, & metum aliis
incutit, atque vtrisque obseruantiae Patres obtrudi, reformationi omnium viam
statuit. Quippe cognito, quos antea verebantur velut nimis seueros, homines
esse pios mansuetosque; & quae alij errarent, si poeniterent, paratos
misereri magis, quam castigare: facile vel durioribus persuasum est, non esse
recusandam eorum vitam; nec detrectandas leges suetas semper mederi, & vix
secare”.
Durante su mandato los Reyes se muestran decididos a unir a la Reforma
todos los Monasterios. En una carta, fechada en Toledo el 7 de Junio de
1480, se dirigen a sus oficiales en Castilla, para que presten todo
su favor a la Orden del Cister para visitar y reformar sus monasterios:
“Don
Fernando y Doña Isabel etc.
Sepades que los abades de la Orden de Cister, que en viven en los nuestros
reynos de Castilla e de Leon e de Galisia, nos fue fecha relacion por su
peticion, que ante nos en nuestro consejo presentaron, diziendo que a todos era
notorio las grandes guerras e quistiones e mengua de justicia que en los
tiempos pasados en estos nuestros reynos ha avido, a cabsa de lo qual diz que
los visitadores de su orden ni los perlados e abades della no han podido
corregir e reformar las casas de los monesterios de la dicha orden, e que agora
ellos querrian entender en reformar la dicha orden, como cumple al servicio de
Dios Nuestro Señor e la salud de sus animas, e envian para ello sus
visitadores, e nos suplicaron e pidieron por merced que les mandasemos dar
nuestra carta para que ellos fuesen ayudados e favorescidos en la visitacion e
reformacion de la dicha orden, e que sobre ello le proveyesemos de remedio con
justicia e como la nuestra merced fuese; e nos tovimoslo por bien, porque vos
mandamos a todos e cada uno de vos que, cada e quando que los dichos abades
enviaren sus visitadores con sus poderes a visitar e reformar la dicha su
orden de Cistel, les deys e fagades dar todo favor e ayuda que por ellos vos
fuese pedida para la dicha reformacion, dexandoles e consintiendoles visitar las
dichas casas e monesterios, asy de hombres como de mugeres, corregir e castigar
los perlados e perladas e monjes e monjas e religiosos della que menester fuere
e que en ello ni en parte dello embargo ni contrario alguno les non pongays, ni
sea puesto, e no fagades ni consintades que les sea fecho mal e daño ni
desaguisado alguno en sus personas e bienes ni en cosa alguna de lo que
llevaren, ca nos por la presente les tomamos e rescibimos so nuestra guarda e
amparo e defendimiento real; e los unos ni los otros no fagades ni fagan ende
al... Dada en la noble cibdad de Toledo a dies y siete dias del mes de junio
año del nacimiento de Nuestro Señor Jesuchristo de mill e quatrocientos e
ochenta años. Yo el Rey. Yo la Reyna. Yo Diego de Santadrian secretario del Rey
e de la Reyna nuestros señores la fize escribir”. Simancas-Sello, VI-1480, fol. 131.
Fray Bautista de Ocaña, hijo
del Monasterio de Valbuena. Toledanos ilustres en la Orden del Cister desde el
siglo XV. Real Academia de Toledo. Fray Damián Yáñez Neira. Fundación, antigüedad y progresos del imperial monasterio de
Nuestra Señora de Osera de la Orden del Císter. Tomas de Peralta. Madrid, 1677.
Actas capitulares del Císter en el monasterio de Palazuelos, 1554-1817. Fernando Herrero Salas, 2006.
El monasterio de Santa María la Real de Osera
se encuentra en San Cristóbal de Cea,
Orense. El incendio que sufrió el monasterio en 1552 no afecta al archivo que
contiene documentos que van desde el año 1034 al 1832. Sus fondos se encuentran
en el Archivo General de Simancas, en el Archivo Histórico Nacional y en el
Archivo Histórico Provincial de Orense. En el Archivo de la catedral de Orense
se custodian más de quinientos pergaminos de Osera. El monasterio de Osera es un monasterio trapense de fundación
real. En el año de 1835, como consecuencia de la
desamortización de Mendizábal, los frailes dejaron el convento, que quedó
totalmente abandonado. Ello propició el expolio del lugar. Los monjes volvieron
de nuevo en 1929, comenzando entonces su reconstrucción.
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