El palacio de la Merced, antiguo convento de la Merced Calzada, es la sede de la Diputación Provincial de Córdoba.
En las excavaciones realizadas para construir el
garaje entre los años 1973-1974, aparecieron restos de una construcción de
sillares romanos que aportaron abundante cerámica aretina del tipo H 8.
Con anterioridad habían aparecido restos de un
baptisterio y de una cripta, que fue identificada con la de Santa Eulalia.
Algunos historiadores han pensado que se trata de una construcción visigoda de la época de Recaredo, si bien no se descarta la posibilidad de que pudiera ser de época paleocristiana.
Tradicionalmente el origen y fundación de este
convento va unido a la figura de San Pedro Nolasco, a quien el rey Fernando III
de Castilla donó la basílica de Santa Eulalia tras la conquista de la ciudad.
El convento fue construido entre los años 1245 y
1262 y se dedicó a Santa María de la Merced, aunque se ha conservado ningún
resto, a excepción de una talla del Cristo de la Merced en la iglesia moderna
que perteneció al mismo.
El navegante Cristóbal Colón habitó el antiguo
convento durante los años que vivió en Córdoba a la espera de entrevistarse con
los Reyes Católicos.
El edificio actual es una obra del siglo XVIII,
ignorándose hasta la fecha los autores que intervinieron en la estructuración
del conjunto.
En cambio sí se puede afirmar que en su construcción
hubo dos fases.
La primera corresponde a los comienzos del siglo
XVIII, cuando se construye toda el ala septentrional, es decir, el claustro
secundario y dependencias anejas.
De ellas solo se han conservado el patio y la
escalera.
Esta última fue financiada por el cardenal Salazar y la hizo Francisco
Hurtado Izquierdo.
Su traza guarda estrecha relación con la escalera
secundaria que el citado maestro realiza por esos años para el hospital del
cardenal Salazar.
En una segunda etapa se acomete la construcción de
la iglesia, el claustro principal, la escalera y las dependencias que lo
rodean.
Se transforma también la fachada exterior del
convento, dándole al conjunto la mayor conjunción y unidad.
Este queda así constituido por un gran rectángulo
bellamente ensamblado en el que la horizontalidad de la fachada principal queda
rota por la verticalidad de la iglesia.
Las obras se desarrollaron entre 1716 y 1760, bajo
el patrocinio de fray Pedro de Anguita, fray Pedro González y fray Lorenzo
García Ramírez.
Se desconocen los maestros que las llevaron a cabo,
aunque no se descarta la colaboración de los hermanos Francisco y Juan Aguilar
del Río Arriaza, Tomás Jerónimo Pedrajas y Alonso Gómez de Sandoval.
El reloj solar del patio del Reloj fue instalado por
el arquitecto Rafael de la Hoz en la remodelación de 1960.
Debido a la Desamortización española, y tras una
reforma en 1850, fue destinado a hospicio.
Durante la presidencia de la Diputación Provincial
de Córdoba de Antonio Cruz-Conde, se decide trasladar el hospicio y adaptarlo
como sede de la Diputación en 1960, adquiriendo su actual fisonomía bajo la
dirección del arquitecto Rafael de la Hoz Arderius.
Aunque la fachada oriental conservó su forma
original, el resto incluyeron elementos nuevos, por ejemplo, en la fachada
septentrional se añadió una portada de piedra que procede de la portería de la
iglesia de San Pedro de Alcántara, obra del siglo XVI, emplazada por expreso
deseo del arquitecto de la corporación Rafael de la Hoz y diseñada por el
pintor cordobés Miguel del Moral.
Asimismo, se elaboró la fachada sur en este momento
y se decoró con un gran reloj de sol, obra de este mismo arquitecto, y rematado
por una escultura del Sol del artista Tomás Egea Azcona.
La madrugada del 29 de enero de 1978 la iglesia
sufrió un gran incendio provocado por Miguel López Toledano, antiguo hospiciano
que destruyó el retablo mayor y todos los enseres que la adornaban, así como el
robo de más de 100.000 pesetas de la imprenta del palacio, que consiguieron ser
recuperadas tras su detención.
La restauración tuvo un coste de más de 10 millones
de euros, celebrándose su inauguración en diciembre de 2014, tras treinta y
seis años de trabajo.
El exterior del edificio conventual ha sufrido
diversas alteraciones a lo largo del tiempo, siendo la fachada oriental la que
mejor ha conservado su forma original.
El lado septentrional, aun cuando muestra las mismas
características formales que el frente principal, manifiesta la incorporación
de elementos nuevos.
En 2014 se inauguró el retablo de la iglesia para
devolverle el esplendor que tuvo en el siglo XVIII, perdido en un incendio en
1978.
Se replicó el retablo mayor a partir de fotos y se
restauraron las imágenes quemadas.