martes, 5 de agosto de 2008

Salamina y Corinto.

Bahía de Corinto.



Canal.

La costa de Corinto es lugar de vacaciones. Cerca el Balneario de Loutraki.
Corinto situada en el istmo de Corinto, de unos 6 km de ancho, que une el Peloponeso con la Grecia continental, a unos 78 km al oeste de Atenas y en las faldas del monte Acrocorinto. Sobre este Istmo se construyó el canal de Corinto, 1881-1893, un estrecho pasadizo que sirve de comunicación entre el norte del Mediterráneo, el mar Jónico, y el Mar Egeo. Este estrecho ya había sido ideado por los romanos para ahorrarse unos 600 km de navegación rodeando el Peloponeso, pero no fue sino hasta el siglo XIX que pudo llevarse a cabo.
La ciudad fue una de las más grandes de Grecia, sólo superada por Atenas Su puerto principal era el Lequeo, en el golfo de Corinto, que le daba salida al mar Jónico y, a través de él, al Adriático. Poseía también un puerto más pequeño en el golfo de Egina, el de Cencreas, en el mar Egeo.
En un peñasco muy elevado y rodeado de una pendiente muy pronunciada, la ciudad tenía su fortaleza. El Acrocorinto, Ακροκόρινθος, es una elevación rocosa situada junto a la antigua ciudad de Corinto. Se usó como acrópolis en la antigüedad y la Edad Media. De fácil defensa gracias a su geomorfología, fue fortificada fuertemente durante el Imperio Bizantino Posteriormente fue una fortaleza de los francos tras la Cuarta Cruzada, de los venecianos y de los otomanos. Con el abastecimmiento de agua asegurado, la fortaleza del Acrocorinto fue usada como última línea defensiva del sur de Grecia. La defensa de la colina estaba formada por tres circuitos amurallados. Vista del Acrocorinto, con el golfo de Corinto al fondoEl lugar más alto del sitio, albergó un templo dedicado a Afrodita, que con la cristianización se convirtió en iglesia y despúes en mezquita. La American School comenzó las excavaciones en 1929.
A excepción del Acrocorinto, nada queda en la actual población de los que fue la polis de Corinto. La antigua Ágora, esta ocupada por una moderna plaza.

En las aguas del Egeo en torno a la isla de Salamina tuvo lugar en el año 480 a. C. la batalla de Salamina durante el desarrollo de la Segunda Guerra Médica entre los persas y los griegos. Tuvo lugar en el golfo Sarónico, precisamente en el fondo del golfo donde la isla de Salamina deja dos estrechos canales que dan acceso a la bahía de Eleusis.
Atenas y Esparta se reunieron en Corinto y establecieron un pacto por el que se comprometían a no terminar la guerra sino mediante una decisión común. Se fijó, como primera línea de resistencia, el desfiladero de las Termópilas. Más discutida fue la decisión de un mando común; al fin se tomó la decisión de que el espartano Leónidas defendiera el desfiladero de las Termópilas, en tanto que el ateniense Temístocles protegería Atenas. 300 espartanos, 700 de Thespies y 400 tebanos, que al fin se habían alineado en la causa nacional, acordaron mantenerse en las Termópilas al mando del rey espartano Leónidas. Las Termópilas es un desfiladero estrecho, entre el monte Otea y el mar, por donde apenas podía pasar un carro de frente. El ejército persa quedó detenido unos días hasta que - según la narración de Heródoto- un traidor llamado Sfialtes indicó a los persas un lugar por donde podían pasar la cadena montañosa sin tener que atravesar el desfiladero. Cogidos por los dos lados, Leónidas permitió a los de Thespies retirarse, si querían, mientras mantuvo a su lado a los tebanos; pero los primeros quisieron también morir con los espartanos. La batalla de las Termópilas, agosto de 480 antes de Jesucristo, terminó con la muerte de todos los defensores griegos, pero costó a los persas 20.000 víctimas, entre las cuales estaban dos hermanos del propio rey Jerjes. Se cuenta de ella -lo narra siempre Heródoto- que habiendo anunciado algún derrotista que los persas eran tan numerosos que si disparaban todos sus flechas al mismo tiempo oscurecerían al Sol, un espartano llamado Dieneces respondió: "Mejor, así pelearemos a la sombra". En honor de las víctimas se grabó después en el desfiladero una inscripción que reza: "Viajero, anuncia a Esparta que yacemos aquí en obediencia a sus leyes". Franqueado el obstáculo de las Termópilas, la oleada persa se abatió sobre el Ática, mientras la escuadra griega que había combatido en luchas parciales contra los persas se refugiaba en Salamina. Este hecho fue debido a una consulta que hizo Temístocles al oráculo de Delfos. La pitonisa le advirtió que la salvación de Atenas se cifraba en "levantar murallas de madera", eufemismo que el caudillo griego interpretó en el sentido de referirse a los barcos.
Desbordada la defensa, los persas entraron en el Ática, llegaron a Atenas incendiando los templos de las Acrópolis, siempre como venganza de la destrucción de los de Sardes, y degollaron a la pequeña guarnición que allí había quedado.
Trescientas sesenta y ocho naves griegas, después de haber transportado a la población ateniense a la pequeña isla de Salamina, esperaron el inminente ataque de los persas. En septiembre de 480 a.J.C. tuvo lugar la batalla naval conocida con el mismo nombre de la isla, presenciada desde la costa del Ática por el propio rey Jerjes. Las naves persas, mayores en tamaño, no pudieron evitar las ágiles maniobras de los pequeños barcos griegos- de Atenas y Egina principalmente- que las envolvieron y encerraron en la pequeña rada de Salamina. Pereció en el combate el almirante persa Ariabigne, hijo de Darío y hermano de Jerjes, y con él muchos personajes famosos. El rey persa huyó a su país dejando a su cuñado Mardonio, con 300.000 hombres, para que continuara la guerra tratando de forzar el istmo de Corinto. Mientras tanto, caído en desgracia Temístocles, fue sustituido por Xantipo y Arístides. Mardonio evacuó Atenas, que fue ocupada de nuevo por sus habitantes, y allí se recibió una embajada de Mardonio, en la que el rey persa ofrecía la paz a los atenienses, comprometiéndose a restaurar la ciudad, si Atenas se mostraba neutral, y aún se ofrecía a ayudarles para conquistar el Peloponeso acabando con la hegemonía espartana en aquella península.
El ofrecimiento fue rechazado por los atenienses que mantuvieron su alianza con los espartanos, pidiéndoles que pasaran a la ofensiva contra las tropas de tierra persas que se mantenían en territorio griego, pero los espartanos dejaron pasar un año antes de actuar. Mardonio volvió a apoderarse de Atenas, y los atenienses se trasladaron de nuevo a Salamina, en espera de la ayuda de los espartanos. Llegaron, al fin, éstos y junto con los demás aliados dieron contra Mardonio la batalla de Platea, en el Ática, en el año 479, en la que murió el propio Mardonio. La lucha comenzó en forma incierta al principio, y los persas lograron hacer retroceder a los griegos. El jefe griego de Platea se llamaba Pausanias, tutor del hijo de Leónidas, Plistarco, a quien realmente correspondía el mando, pero por su edad fue escogido jefe su primo y tutor. La batalla de Platea fue un gran éxito de los griegos y salvó al país de la invasión Persa. En el mismo año, la flota griega al mando del también espartano Leutíquidas derrotaba a los persas en la batalla naval de Mikala, produciendo esta victoria un levantamiento de los jonios de Asia dominados por el Gran Rey. Los persas supervivientes de la matanza llevada a cabo por los jonios se refugiaron en Sardes, en tanto que la escuadra ateniense marchaba al Hellesponto para evitar el paso del ejército persa de regreso a Asia, cosa que no consiguió, pero pudo tomar Sestos, en la costa europea del Hellesponto, Dardanelos actuales.











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