La ermita de San Miguel de Gormaz es una pequeña iglesia románica de nave única con ábside cuadrado. Posiblemente de finales del siglo XI, principios del siglo XII. Su construcción, dada su proximidad al castillo de Gormaz, pudiera ser contemporánea al asentamiento cristiano en la zona. Su exterior se caracteriza por la sencillez y ausencia decorativa.
Destaca el ábside, recorrido en todo su perímetro por una cornisa decorada con relieve geométrico.
Una robusta y elegante espadaña se eleva sobre la cubierta de la nave.
La portada principal, que fue transplantada de una ermita desaparecida por manos inexpertas, está cobijada por un tosco pórtico, consta de arco de medio punto con tres arquivoltas, que descansan sobre cuatro columnas, dos de las cuales han desaparecido, y sus respectivos capiteles. De la citada ermita desaparecida cuyos restos se ven alrededor del actual cementerio, vino también una arcada gótica que se aprecia por el interior de la espadaña.
El interior, el ábside y la nave aparecen como espacios perfectamente diferenciados, separados por lo que más bien parece un hueco adintelado moldurado en escayola.
La cubierta se resuelve mediante doble vertiente sobre armadura de madera en la nave y bóveda de cañón en el ábside.
A los pies se sitúa el coro y la pila bautismal por inmersión. El abside se separa de la nave por un arco de herradura que recuerda al califal de la fortaleza de Gormaz.
La caída de parte del estucado que cubre todo el interior ha propiciado el descubrimiento de interesantes restos de pinturas murales románicas que se han fechado entre 1125 y 1139 y sobre las cuales se ha hablado de una posible relación con las pinturas de la también ermita soriana de San Baudelio de Berlanga.
La ermita puede visitarse de miercoles a domingo. Los fines de semana la entrada es gratuita
Destaca el ábside, recorrido en todo su perímetro por una cornisa decorada con relieve geométrico.
Una robusta y elegante espadaña se eleva sobre la cubierta de la nave.
La portada principal, que fue transplantada de una ermita desaparecida por manos inexpertas, está cobijada por un tosco pórtico, consta de arco de medio punto con tres arquivoltas, que descansan sobre cuatro columnas, dos de las cuales han desaparecido, y sus respectivos capiteles. De la citada ermita desaparecida cuyos restos se ven alrededor del actual cementerio, vino también una arcada gótica que se aprecia por el interior de la espadaña.
El interior, el ábside y la nave aparecen como espacios perfectamente diferenciados, separados por lo que más bien parece un hueco adintelado moldurado en escayola.
La cubierta se resuelve mediante doble vertiente sobre armadura de madera en la nave y bóveda de cañón en el ábside.
A los pies se sitúa el coro y la pila bautismal por inmersión. El abside se separa de la nave por un arco de herradura que recuerda al califal de la fortaleza de Gormaz.
La caída de parte del estucado que cubre todo el interior ha propiciado el descubrimiento de interesantes restos de pinturas murales románicas que se han fechado entre 1125 y 1139 y sobre las cuales se ha hablado de una posible relación con las pinturas de la también ermita soriana de San Baudelio de Berlanga.
La ermita puede visitarse de miercoles a domingo. Los fines de semana la entrada es gratuita
En un paraje rodeado de fuentes termales dedicadas desde antiguo al dios Borbo o Bormanus (divinidad celta de las fuentes y manantiales termales), a orillas del río Duero, desde la edad del bronce, surgieron asentamientos de grupos humanos ganaderos, celtas, romanos, visigodos, árabes, y cristianos que dejaron testimonios de su presencia. Entre una necrópolis prerromana del siglo IV, un castro celta, un puente romano, y un formidable castillo árabe del siglo X; en la falda del cerro donde se asienta la fortaleza se conserva una ermita, y a su alrededor la aldea de Gormaz. La ermita al parecer tuvo un origen visigodo allá por el siglo VI, que pudo haber sido destruida por la invasión árabe. Cuando el territorio es reconquistado definitivamente por el rey Fernando I en el siglo XI, se funda la aldea de Gormaz con una ermita dedicada a San Miguel. La ermita construida entre los siglos XI y XII, mantiene una gran sencillez y austeridad exterior en muros, con espadaña a poniente. De una sola nave rematada con tejado a dos aguas, y ábside cuadrado, éste conserva una cornisa con relieve geométrico y un interior de bóveda de cañón. A través de una pequeña portada procedente de otra antigua ermita que existía por el lugar, se accede al interior de la nave, cubierta por una armadura de madera, y revestida de pinturas murales románicas del segundo cuarto del siglo XII, con un influjo de las de la ermita de San Baudelio de Berlanga. En los muros de la ermita, algunas inscripciones y relieves se han mantenido a través del tiempo, probablemente procedentes de antiguas construcciones romanas y visigodas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario