La torre perteneció en su día a la familia de Suero de Vega, del linaje de los Betetas y hospedaje de nobles como él cuando acudían de visita a Soria, entre los que cabe destacar al mismísimo Felipe II y Santa Teresa de Jesús cuando se desplazó para fundar el convento de Carmelitas. Habiendo muerto el último descendiente directo, don Jorge de Beteta y Castilla en Valladolid el 7 de enero de 1577, sin sucesión, dejó sus bienes a su sobrino Juan de Castilla y Beteta, que había adoptado el apellido de su madre "Castilla". Era Maestrescuela de la Colegiata y párroco del Espino. Murió el 1 de septiembre de 1589, ocho años después de haber conocido a Santa Teresa. Quedó en posesión del Mayorazgo su hermana doña Juana de Castilla, casada con Fernando de Vega, señor de Grajal, heredando después todos los bienes el segundo hijo de éste matrimonio, Suero de Vega.
El edificio del siglo XV constaba de una elevada torre, de gruesos muros, levantada hasta tres pisos (el tercer piso se derribó en su última utilización) sobre una planta rectangular cuadrada, de mampostería, con piedra sillar en las esquinas, puertas y ventanas, y artesonado en los techos de algunas habitaciones de el interior. Si las dobles molduras que rodean las jambas y dinteles se dieron en los edificios primitivos, no sería obstáculo para asignarle una gran antigüedad. La presencia de los balcones platerescos, no usados hasta la edad moderna, fueron realizados mucho después de la construcción del edificio, y los vanos, hecha abstracción de los antepechos, pudieron ser perfectamente las ventanas primitivas convertidas en los dichos balcones, sin más alteración ni más reforma que la colocación de aquellos.
Por otra parte, la torre estaba unida, o más bien pegada, a la fachada de otro palacio más moderno que se quemó en el siglo XVII, subsistiendo la torre por el grueso de sus muros y su mayor altura. La fachada de este palacio, aunque marcando ya la transición al del renacimiento, era de estilo gótico. La antigua puerta de la fachada en el lateral da lugar a un espacio amplio y abandonado. Éste fue el patio de armas de aquel palacio.
Siglos después fue una pensión que llevó por nombre “de la gitana” y más tarde propiedad de la familia Ruiz Pedroviejo, importantes industriales sorianos.
Se trata de un amplio edificio con una severa fachada de tres pisos, dos en su origen pero en su última restauración se le añadió otro de igual factura. En la planta baja se abre el “Arco del Cuerno” y junto a este otro similar pero que da al interior del edificio. Sobre ésta el primer piso tiene un balcón corrido con cuatro vanos de arcos de medio punto, los dos centrales mayores que los laterales. El segundo piso es un poco más bajo pero de igual configuración y sin balcón.
Fue sede de la Biblioteca Pública desde 1935 a 1968. En 1956 se crea e instala en el mismo local el Archivo Histórico Provincial que sería trasladado posteriormente al Palacio de los Ríos y Salcedo. Al año siguiente en 1957 nace legalmente la Casa de Cultura de Soria. Actualmente es sede del Archivo Histórico Lócal.
En su interior encontramos los fueros otorgados a la ciudad de Soria. En 1120 le es concedido el "Fuero Breve" de Alfonso I que recogía los derechos de la población y del cual no nos queda ningún resto físico. En 1214 se le otorgó a Soria otros dos fueros, uno el llamado "extenso" otorgado por el rey Alfonso VIII, en agradecimiento por la acogida que encontró en Soria durante su minoría de edad y otro llamado "Fuero Real" otorgado por Alfonso X en 1256.
El edificio perteneció a la Diputación de Los Doce Linajes cuyos nombres eran: Calatañazor, Barnuevos, San Llorente, Velas o Don Vela, Chancilleres (1ª casa), Cancilleres (2ª casa), Santa Cruz, San Esteban o Santisteban, Morales blancos o someros, Morales negro u hondoneros, Salvadores blancos y Salvadores negros. Hasta que edificaron su casa palacio, las juntas generales tenían lugar a campana tañida en la desaparecida iglesia de San Miguel de Montenegro. Todos los linajes eran iguales sin distinción ni preferencia de unos sobre otros.
Se trata de un edificio que ha sido sometido a diversas obras de ampliación y reforma que lo hacen aún más majestuoso, pero del que aún se conserva su fachada principal, obra acometida por Martín de Solano en 1629. La parte antigua muestra una fachada con un pórtico de arquerías de medio punto sobre pilares y dos pisos, el inferior con balcones coronados por frontones rectos, y el superior con vanos adintelados.
Hubo dos relojes en Soria anteriores a este. Uno sobre la desaparecida Puerta del Postigo, demolida en el siglo XX, y otro en la misma Plaza Mayor pero en la iglesia de Nuestra Señora de la Mayor que fue trasladado en el año 1862, junto con su campana mayor al Palacio de la Audiencia. El reloj consta de la esfera propiamente dicha y de una espadaña de hierro forjado repetidamente retocada, con la campana mayor fundida "a su costa la cual mandaron hacer los caballeros i concejo i justicia i rrejidores de la dicha ciudad para relox" según reza en su inscripción, en 1536. Los campanillos se instalaron tras el traslado y proceden de alguna torre parroquial o ermita dadas sus proporciones. El de los tonos agudos tiene sendas inscripciones además de su fecha de fundición en 1820, el otro no tiene fecha pero se puede datar a principios del siglo XIX.
El palacio es una bella obra neoclasica del siglo XVIII, según planos del arquitecto Antonio Serrano, en un primer momento, y de Domingo Ondátegui, más tarde, se trata de un edificio de planta rectangular, con un pórtico de arcos de medio punto sobre pilares en la planta baja y un piso noble con balcón corrido y cuatro vanos adintelados coronados por frontones rectilíneos.
Fue rehabilitado en 1986 de mano de varios arquitectos: Mariano Magister, Ricardo Martínez y Javier Maroto. El edificio tiene tres plantas, dos salas de exposiciones y dos salas de conferencias, además del propio teatro.
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