La cuantificación de la población en los siglos XVI y XVII ofrece cifras a veces muy distintas en los diferentes recuentos que se hicieron en estos siglos. La cantidad puede oscilar en torno al medio millón, e incluso más, de habitantes e incluso más de unos recuentos a otros en virtud de los criterios aplicados para las estimaciones, como puede ser el coeficiente para convertir vecinos en habitantes que puede variar hasta en dos puntos. Así en algunas ocasiones los recuentos sólo se aplicaban a la población civil, excluyendo militares, y en otras solo se cuantificaban los elementos del estamento secular y no se cuantificaba a los religiosos Las ocultaciones por motivos fiscales y por miedo a las levas son algunas de las causas que influyen en la disparidad de datos que ofrecen unas cantidades de población respecto a otras y los avances y retrocesos que se aprecian en recuentos sucesivos en el tiempo. Por todo ello, establecer las cantidades relativas a los aspectos demográficos es una de las tareas que presenta mas dificultades.
Durante el siglo XVIII se hacen varios censos y recuentos de población. Entre 1712 y 1717 se hace el primer vecindario de este siglo, un recuento imperfecto, pero el primero que abarca la población española en su conjunto. Los siguientes censos serán los de Ensenada, entre 1752 y 1759, el de Aranda en 1768, el de Floridablanca en 1787 y el de Godoy en 1797.
Las densidades de población, tanto para Castilla como para el total de la Corona española, se sitúa en los siglos XVI y XVII entre los 16 y los 18 habitantes por kilómetro cuadrado, densidades semejantes a las que tienen en la actualidad las provincias de Cuenca y Teruel, que son las dos provincias más despobladas.
Para enmarcar la situación de la población española dentro del continente europeo podemos decir que a finales del siglo XVI Francia y Alemania tenían 15 millones de habitantes e Italia 12 millones. Aunque Inglaterra solo tenía una población de 3 ó 4 millones y Portugal sólo 1,5 millones. En Italia, por el contrario, la densidad de población se eleva a 44 habitantes por kilómetro cuadrado y en Francia a los 34.
La población estimada por estos recuentos evoluciona desde los 7 millones y medio a finales del siglo XVI, a los 8 millones y medio según el recuento de Ensenada, y a los casi 9 millones y medio según datos de Aranda. El censo de Floridablanca sitúa la población en casi 10 millones y medio de habitantes. El siglo termina con los 11 millones de habitantes según el último censo que realiza Godoy.
Durante el siglo XVI el aumento de la población es constante y desde el año 1580 se acusa una crisis demográfica. España tenía a finales del siglo XVI siete millones y medio de habitantes. A finales de este siglo termina la época de expansión demográfica y esta población , después de la crisis demográfica del siglo XVII, no se recupera hasta comenzar el siglo XVIII. Entre 1573 y 1580 comenzó a invertirse la tendencia demográfica y en 1600 ya hay zonas donde aumentan los despoblados. Las pestes de los años 1598 a 1600, denominadas atlánticas, causan la muerte de medio millón de personas, que pudieron llegar hasta las 700.000.
La población del siglo XVI es estudiada por Tomás González, archivero del Archivo Histórico Nacional de Simancas, en su obra Censo de población de las provincias y partidos de la corona de Castilla en el Siglo XVI, que se edita en 1829.
A mediados del siglo XVII se estima un descenso de población hasta los 6 millones de habitantes. Para el total de España se estima a lo largo del siglo XVII una pérdida del 25% de la población. El siglo XVII es una siglo de crisis, estancamiento y aun de retroceso demográfico que se ve paliado, en parte, por la lenta recuperación que se produce desde el año 1680 y por la pequeña recuperación después de la grave epidemia de peste de 1648 a 1654. El deterioro del siglo XVII en todos los aspecto se hace cada vez más evidente desde la Gran Crisis de 1640. Los fracasos militares y políticos se suceden y las crisis de subsistencia serán frecuentes hasta 1680, cuando la situación general de las tierras de España empieza a remontar. Durante este siglo tienen lugar tres grandes brotes de peste bubónica, que se unen a ciclos de pérdida de cosecha y hambre que causarán graves alteraciones demográficas, sin olvidar que tanto peste, epidemias y enfermedades actuaban sobre una población con una malnutrición crónica. El brote de peste bubónica de 1596 a 1602 supone la pérdida de 500.000 habitantes, la misma pérdida que ocasiona el que tuvo lugar desde 1647 a 1652, con un año devastador que fue 1649 conocido como el de la Gran Peste. Entre 1676 y 1685 unos nuevos años de epidemias suponen la pérdida de otros 250.000 habitantes. La peste bubónica tenía altos índices de mortalidad y morían la mitad de los infectados. Los brotes de peste afectaron a todas las regiones peninsulares, ya que el brote de 1596 empieza en Santander y afecta, mayoritariamente, a las regiones de la submeseta norte. La peste del año 1647 y la de 1676 afectan a las regiones mediterráneas.
Durante los años 1608 al 1610, 1630 al 1632 y del 1660 al 1662 pequeños brotes de peste se unen a periodos de hambre y entre 1677 y 1683 hay unos años de enfermedades producidas por adversidades climáticas que suponían la pérdida de las cosechas.
A mediados del siglo XVII, en la meseta empieza un retroceso de su población sobre todo en Extremadura y la periferia empieza su despegue.
Además de estas pérdidas de población tenemos que tener en cuenta las que se produjeron por la expulsión de los judíos en el año 1492, y por la de moriscos en el año 1609, que afectaron de modo concreto a determinadas zonas de Castilla.
Como ya se ha dicho el tema de la demografía es uno de los más controvertidos y los datos de población, según el tratamiento que se da a los recuentos de vecinos, alteran la población total en una aguja que puede llegar a situarse en algunos recuentos hasta en un millón de habitantes arriba o abajo.
En el vecindario realizado entre 1712 y 1717 la población había llegado a 7 millones y medio de habitantes en el territorio peninsular, con lo que nos situamos en las mismas cifras que a finales del siglo XVI. Esto pone de relieve el desastre que supuso para nuestro país el siglo XVII.
Este vecindario mandado realizar por Campoflorido, presidente del Consejo de Hacienda, que se realiza al terminar la guerra de Sucesión, es una relación de vecinos por reinos y provincias en base a los partidos de rentas. En 1724, Uztariz transcribió y estudio los datos de este vecindario. El trabajo de Uztariz sirvió de base a los análisis que se han hecho posteriormente, aunque hay que tener en cuenta que aumenta las estimaciones en un 20% de población para contrarrestar la opinión del despoblamiento de la península. Uztariz establece el número de vecinos de la depresión de Castilla en el siglo XVII, para establecer cifras adecuadas y poder contrarrestar los ocultamientos por miedo al aumento de la fiscalidad y a las en 1.500.000 para el total de
Los datos relativos a la demografía de castilla y del resto de las tierras de la Corona a principios del siglo XVIII son unos de los que presentan mas controversia, después levas militares, hay que aumentar en algunos censos las cantidades obtenidas en el recuento de población. Este es el caso del censo de Campoflorido recogido por Uztariz donde hay que aumentar algo más ese porcentaje del 20%, que ya estima él. Los eclesiásticos, según este vecindario, se sitúan en 200.000 individuos.
En 1701 el número de extranjeros se calculó entre los 100.000 y los 180.000. Son datos muy dispares lo que es una prueba más de las dificultades de cuantificación.
En el vecindario de Ensenada, que recoge datos de los años 1750 a 1756, la población de Castilla se sitúa entre los 6.500.000 y los 6.700.000 habitantes de un total para el conjunto de España de 8,5 millones. Durante el siglo XVIII se recuperan unos 4 millones de habitantes. La población estimada para el vecindario de pecheros fue de 1.385.118 de vecinos, de ellos la población de labradores, campesinos y jornaleros se estima en 1.169.201 trabajadores, los pastores se contabilizan en y la ocupada en actividades artesanales y comerciales fue de 215.917 vecinos, el 15,58% de los vecinos pecheros. El número de habitantes sin domicilio se sitúa en 230.278.
Los vecinos contabilizados como jornaleros, pastores, criados y pobres de solemnidad ascendieron a 1.402.098. A finales del siglo el porcentaje de los ocupados en actividades personales no ligadas al a la agricultura y a la ganadería se ha duplicado. En el vecindario de Ensenada se aplica el coeficiente de 4,5 para pasar de vecinos a número de habitantes y a la cifra obtenida se suman los habitantes sin domicilio
Un recuento de población en Castilla realizado en época de Campomanes recoge una población eclesiástica de 141.840 individuos. La población secular solo se estima en 6.322.172 habitantes. Estos dos datos suponen una población para castilla de menos de 6 millones y medio de habitantes, lo que muestra que Castilla, desde mediados del siglo
XVIII, no ha mejorado sus índices de población y pone de manifiesto el estancamiento demográfico del centro peninsular, aunque a mediados de este siglo desaparece la relación, que se dio a lo largo de todo el siglo XVII, que unía mala malas cosechas, enfermedades mortales generalizadas y pérdida de población
Los datos obtenidos por el recuento de población de Campomanes y el que luego establece el Vecindario de Ensenada, realizado a partir de 1759, con los datos recogidos de la documentación del Catastro, son coincidentes y establecen la población de Castilla en trono a los 6.500.000 millones de habitantes.
En 1768 el censo de Aranda, que se hace por diócesis en obispados y arzobispados, y abarca todo el territorio, establece el número de habitantes del territorio peninsular en 9.307.807. El número de nobles se censo en 722.000. Entre 1717 y 1768 el aumento de la población en España es del 22,06 %. El censo de Aranda estima una población religiosa de 208.899 individuos entre religiosos propiamente dichos y los llamados beneficiados, una población unida directamente en su modo de vida con el estamento eclesiástico. Existían 2004 conventos de hombres con 55.453 religiosos y 1.026 conventos de mujeres con 27.665 religiosa, se calcularon 15.639 curas y 50.048 beneficiados. El número de nobles se estimó en 722.000.
El censo de Floridablanca de 1787, realizado por intendencias y considerado el primer censo moderno de España, da una población de 10.409.879 Con relación a comienzos de siglo el aumento de población es de un 36,52%. El número de campesinos era de 1.860.000 vecinos. Según datos de este censo el 71% de la población activa eran labradores y jornaleros. El 29% restante ocupados en actividades del sector secundario y terciario supone un aumento
Casi a finales de siglo el censo de Godoy, 1797, establece la población en 10.541.221 habitantes. Este censo establece una población noble de 400.000 individuos., que suponían el 4% de la población. La población dedicada al trabajo en el sector primario era de 1.671.000 vecinos. Estos vecinos se reparten en 364.000 labradores propietarios, 507.000 arrendatarios y 800.000 jornaleros. Entre 1768 y 1797, es decir en treinta años el número de elementos del estamento nobiliario ha descendido en 322.000 individuos y entre 1787 y 1797 desciende también la población rural en unos 190.000 individuos, lo que sitúa el porcentaje de este sector de población en torno al 65%.
A lo largo del siglo XVIII el aumento de la población se sitúa en torno al 57,37%. En 1808 la población de España era de 12 millones de habitantes y en el año 1825 superaba los 14 millones de habitantes.
Vamos a dedicar unas líneas a ver la evolución de la población eclesiástica en el siglo XVIII. El catastro estima en un 3% la población eclesiástica que sería propietaria del 10% de los ganados y del 15% de las tierras cultivables.
A finales del siglo XVI el clero estaba integrado por unos 74.953. De los que 33.087 eran capellanes y párrocos, 20697 monjes y frailes y 20.369 monjas. En 1747 el número de eclesiásticos estimados es de 170.795. El Vecindario de Ensenada con los datos obtenidos de las averiguaciones establece para mediados del siglo XVIII la existencia de 176.067 eclesiásticos, de ellos 66.687 elementos pertenecen al clero secular. Se estimaron 56.457 religiosos y 27.685 religiosas A fines del Siglo XVIII el número de eclesiásticos es de 172.231.
A finales del siglo XVI y a finales del siglo XVIII la población eclesiástica supone un 1,5% de la población total, pero a finales del XVI la población española es de 7.5 millones de habitantes y a finales del XVIII de 10,5 millones.
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