Los Acuña dispusieron de varios inmuebles en el recinto urbano de laciudad de Cuenca.
Pedro de Barrientos, vecino y regidor de Cuenca, en
virtud del poder especial de Lope Vázquez de Acuña, duque de Huete, guarda mayor de Huete,
pidió licencia al deán, Francisco Hurtado de Mendoza, y al cabildo de la
Iglesia de Cuenca —los venerables y circunspectos señores arcedianos de
Cuenca y Alarcón, el abad del monasterio de Monsalud y Santiago y el
tesorero, Gonzalo de Barrientos— para vender unas casas que tenía de ellos
el mencionado Lope Vázquez de Acuña —heredadas del noble caballero Lope Vázquez de Acuña y de doña Teresa Carrillo, su padre y madre— en el
barrio conquense de San Pedro y que llegaban hasta San Juan.
Y las
principales casas que dicen del Cardenal.
También tenía Lope Vázquez de Acuña otras tres casas frente a las
principales.
Quería vender a Ana Candulario —hija de Teresa de la
Torre y de Micer Condulmario, su tutor, de dos años— y a su tutor en
102.000 mrs. por si las quería el cabildo de la catedral de Cuenca o si no,
traspasarlas y venderlas a quien quisiera y por el precio que se conviniera.
La venta de las casas del cardenal de San Estacio y las otras adyacentes se
ordenó el 31 de diciembre de 1483.
193 Fortaleza de Castillejo, 13 diciembre 1482, RAH, Salazar y Castro, D-13, fol. 334r y
M-95, fol. 227v.
Entre los testigos figuraban Alfonso del Hierro, Pedro de Baeza y
Juan de Valdeolivas, criados de Lope Vázquez de Acuña. Alfonso Carrillo dio su
consentimiento a la venta y cedía cualquier recurso que a las casas les pudiera
competer por estar hipotecadas a la dote de doña María de Mendoza, mujer del duque de Huete.
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