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Los condes de Priego a pesar de su apellido Mendoza fueron siempre tenidos entre los conquenses como conversos.
Textos del siglo XVI se mencionan las familias con antecedentes judaicos. Uno es el Libro verde de Aragón, y otro El Tizón de la nobleza de España, del cardenal Francisco Mendoza y Bobadilla, arzobispo de Burgos, en donde demuestra que no sólo sus parientes, los condes de Chinchón tenían antepasados hebreos, sino casi toda la aristocracia de aquella época.
Los condes de Priego descenderían de Diego García de Guadalajara que fue el escribano que hizo las cartas falsas por donde se procedió injustamente contra el Condestable de Castilla, don Ruy López Dávalos. Álvaro de Luna consiguió en 1423 que Juan II de Castilla procesara al condestable Dávalos en falsa acusación por supuestos tratos con los musulmanes para despojarle de sus bienes y honores. De hecho el de Luna se apropió de su título y patrimonio. No regresó nunca a Castilla, sino que murió desterrado en Valencia, acogido a la tutela del rey Alfonso V de Aragón, el 6 de enero de 1428.
Esta es la coplilla que les cantaban en Guadalajara y Cuenca a los condes de Priego De hijos y nietos de Aldonza García, líbrenos Dios y Santa María.
Aldonza García fue madre de Diego García de Guadalajara de su matrimonio con otro Diego García de Guadalajara. Fue procesada con su marido el mismo nombre que su hijo por la Inquisición de Cuenca en 1493. Diego García de Guadalajara y Aldonza García fueron los padres Diego García de Guadalajara regidor del Concejo de Guadalajara a fines del siglo XV. Fue secretario de los duques del Infantado, de Juan II, Enrique IV e Isabel la Católica, caballero de la Orden de la Banda y procurador de Cortes por Guadalajara en 1455 y en 1476. Muere en 1478 y casa con Leonor García de Torres. Su nieta casa en 1557 con el quinto conde de Priego.
Fernando Carrillo de Mendoza, quinto conde de Priego,
casa con Leonor Isabel de Ayala, hija de
Juan de Ayala y Mendoza y de Isabel García de Torres.
Diego García de Guadalajara, de origen converso, sus padres, Diego García- calcetero y jubetero-y Aldonza García, fueron procesados, ya fallecidos en 1493, por la Inquisición. Enterrado en el convento de Santa Clara de Guadalajara, hoy iglesia de Santiago, aún hoy puede verse su lápida sepulcral. En esta capilla se encuentra también su escudo que tanto recuerda a los de los Mendoza lo que nos da a entender que consideraba familiar de la familia de los Mendoza. Padre de otro Diego García de Guadalajara que fue secretario del gran Cardenal Mendoza. La capilla del hidalgo Diego García de Guadalajara.
Antonio Herrera Casado, 2018. Alonso Núñez de castro, Alonso. Historia eclesiástica y seglar de la muy moble y muy leal ciudad de Guadalaxara de 1653. Judeoconversos de la oligarquía de Guadalajara y Cuenca procesados por la Inquisición. Pedro Luis Lorenzo Cadarso, 1994. Del mismo autor, Cronología y coyunturas de los movimientos sociales castellanos, siglos XVI y XVII, 1995. Del mismo autor Los enfrentamientos entre el patriciado urbano y la aristocracia señorial: Guadalajara y los duques del Infantado, 1993.
El título de Condes de Priego se concede en 1465 por Enrique IV a Diego Hurtado de Mendoza, esposo de Teresa Carrillo, sexta señora de Priego. Se concede en 1714 la Grandeza de España al decimosexto conde don José María Carrillo de Mendoza y Fernández de Córdoba. El señorío de Priego (Cuenca) y su entorno inmediato es ostentado desde finales del siglo XIII por la familia Carrillo por privilegio de Fernando IV a Alonso Ruiz Carrillo. La unión matrimonial con la familia Mendoza extiende el patrimonio familiar y su dominio por tierras de Guadalajara y Molina de Aragón, integradas en los señoríos de Gaibiel, Santa Croche y Leoparde. Sucesivas uniones matrimoniales ampliaron el dominio familiar por tierras de Castellón y de Teruel en torno a Santa María de Albarracín. En el siglo XVII el título cae en la órbita de los Fernández de Córdoba gracias al matrimonio de la decimocuarta condesa de Priego, María Sidonia Garcés de Marcilla, con Francisco Fernández de Córdoba. Finalmente, a finales del siglo XVIII, los títulos y mayorazgos de Priego recaen en la familia Coppola, de origen napolitano, en la persona de Francisco Coppola Strata, Decimo sexto Conde de Priego, Duque de Canzano y Príncipe de Montefalconi
Lo más notable que en su interior conserva la iglesia conventual de Santa Clara fue la capilla fundada por Diego García de Guadalajara, ahora Iglesia de Santiago Apostol
Fue el segundo don Diego quien debió fundar la capilla de su nombre en la iglesia de monjas Clarisas y muy bien pudo terminarla el año 1452 según reza la inscripción conmemorativa, pero aún tardó, sin duda muchos años en proveerla de altares y desde luego en procurarla suficiente renta, pues vivió bastante para ejercer sus cargos no sólo durante el reinado de Enrique IV (aunque de la leyenda citada parece desprenderse que no sirvió, a este monarca), sino en el de Isabel la Católica comenzado en realidad el año 1476 después de la batalla de Toro que aseguró en sus sienes la corona de Castilla.
Dice Núñez de Castro
que fue nuestro don Diego regidor de la ciudad en los años de 1462 a 1470;
desde luego desempeñaba tal puesto en 1463 por cuanto fue uno de los que
reunido con los demás regidores en el corral de Santo Domingo, el 16 de
septiembre, tomó parte activa en la redacción de las Ordenanzas antiguas del vino.
No se ha podido dar con la escritura fundacional de esta capilla ni con el testamento del fundador, así que se desconoce la fecha de su muerte que quizá pueda leerse algún día al descubrir el suelo actual de la Iglesia que cubre la lápida mortuoria del contador, pero debió ocurrir el óbito hacia 1478 si no fue en el siguiente año, permitiendo hacer tal afirmación el hallazgo de una curiosa escritura de concordia y avenencia hecha en el monasterio de Santa Clara ante el escribano Alfonso de Madrid, el 19 de enero de 1480; el convenio se establece entre la abadesa Doña Leonor de Mendoza y Leonor García de Torres, mujer que fue del regidor Diego García de Guadalajara, sobre la dote de la capilla en que dicho Diego ya estaba sepultado y a la que dejó por su testamento 3.000 maravedíes de censo perpetuo cada año sobre ciertas casas de su propiedad en la colación de Santiago, más cinco pares de buenas gallinas también como censó anual perpetuo, con obligación por parte del convento de que cada viernes se diga una misa cantada de réquiem por el alma del fundador, el día de la Magdalena, un oficio también cantado y al día siguiente una misa.
La primera fundación del convento la lleva a cabo Berenguela, hija de Alfonso X, quien a finales del siglo XIII era la señora de la ciudad de Guadalajara por donación de su padre.
En el año 1284 ya estaba creada la casa, bajo la advocación de El Salvador, para que se instalase una comunidad de franciscanas, orden de la que la fundadora era muy devota.
En este caso, años después, se produce una segunda fundación. Otra infanta, Isabel, hija de Sancho IV y María de Molina, residía junto a su hermana Beatriz en el Alcázar de Guadalajara.
Una de sus señoras de compañía, María Fernández Coronel había comprado en 1299 unas casas en la colación de San Andrés ocupando casi una manzana completa. Sería en este solar donde se comenzó a edificar un nuevo convento con el apoyo de Isabel y la inversión de María Fernández, destinado para la misma comunidad de clarisas de El Salvador.
Muchos vecinos vendieron sus casas a las monjas o las donaron dando lugar a un edificio inmenso y con un patrimonio riquísimo que pasaría a conocerse como Real Convento de Santa Clara y que sería totalmente ocupado por las monjas en el año 1307.
Desde el siglo XIV hasta el siglo XVI no dejaron de ampliar sus posesiones y riquezas. Tenían tierras, huertos, molinos por toda la zona de la vega del río Henares.
Además recibirían privilegios de nobles y reyes que las proporcionaban más riquezas o que las eximían de pagos de pechos a lo que se sumaba las dotes de las jóvenes que ingresaban. Eran muchas y de importantes familias. En el siglo XVI llegarían a residir en el convento hasta cien monjas.
Ya en el siglo XVIII comenzarían los problemas para el convento. En 1706, las tropas de los austrias durante la Guerra de Sucesión, saquearon el convento y obligaron a las religiosas a marcharse.
Lograrían regresar y vivirían en calma hasta principios del siglo XIX. En la Guerra de Independencia (1808-1814) las tropas francesas utilizaron el edificio como almacén.
Poco después, con la aplicación de los decretos de exclaustración de Mendizabal de 1835, perderían la mayor parte de sus bienes. Pudieron quedarse en el convento en el que además acogerían a las monjas de la Concepción y de la Piedad de Guadalajara que si habían sido obligadas a marcharse de sus casas.
Las monjas de Santa Clara resisitirían en el convento hasta 1912. Ese mismo año se marcharon a Valencia.
El alcalde de Guadalajara de la época expropió a las clarisas y el ayuntamiento vendió parte del edificio a un propietario particular.
Antes de derribar el convento, el nuevo dueño se llevaría la portada y parte del claustro.
Del antiguo edificio, el particular que lo había adquirido donaría una parte de vuelta al ayuntamiento, que usaría el solar para instalar la parroquia de Santiago, y que aún esta abierta al culto, y el resto del espacio se emplearía en la construcción de un hotel.
Luis de Magaña, vecino de Guadalajara, obtuvo sentencia de nobleza ante la Sala de los Hijosdalgo de la Real Chancillería de Valladolid el 15 de Enero de 1613. Era hijo de Diego Solís de Magaña, vecino de Guadalajara, y de Catalina de la Peña; nieto paterno de Luis Gutiérrez de Porras, vecino de Guadalajara, y de Isabel de Solís; biznieto paterno de Francisco García y de Leonor Gutiérrez de León; tercer nieto paterno de Diego García y de Leonor García de Torres y cuarto nieto paterno de Diego García de Guadalajara y de Constanza Páez, vecinos de Guadalajara.
A Constanza Páez y a María de Calderón también las encontramos como mujeres de Diego García de Guadalajara en lugar de Aldonza García
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