lunes, 7 de diciembre de 2020

Sobre la Cuenca del siglo XV

 Sobre la Cuenca del siglo XV

RELACIÓN DE CENSOS DEL CABILDO CATEDRALICIO EN 1495

En la calle de San Pedro unas casas  que tenía Teresa de Albornoz, renta anual de 600 maravedíes. Sobrina del cardenal Gil de Albornoz, hija de su hermano Fernán Gómez de Albornoz.

 

En el Barrio de San Juan unas casas que eran de Lope Vázquez, renta anual  1065 maravedíes

En la Plaza de Santa María un horno que llevaba Jorge de la Plazuela,  80 maravedíes de renta anual.

Propiedades rurales en los alrededores de Cuenca

La Catedral poseía en la misma Cuenca los molinos de la Grillera, Noguera, Los Manzanos, Fuensanta, Postigo y los Molinos Nuevos.

 

Huertas en el Huécar

Una huerta Alonso Álvarez, 150 maravedíes. Puede ser el platero

Francisco Becerril  es quien consiguió que Cuenca se convirtiera en uno de los centros de creación platera más importantes de España.

Francisco Becerril nació en Cuenca, en 1494 y se casó con Luisa Álvarez, hija del también platero Alonso Álvarez; tuvieron siete hijos de los cuales sólo Luis, que murió muy joven, y Cristóbal, continuaron con el oficio familiar iniciado por Francisco pues su padre, Álvaro, murió siendo Francisco aún muy joven y no pudo tener tiempo más que para iniciarle en la técnica de la platería.

Francisco Becerril vivió en Cuenca, donde tenía dos casas, una en la calle de la Correría o de la Correduría (hoy Alfonso VIII) y otra en la calle de la Pellejería (cuya ubicación se hace difícil en la actualidad aunque comenzaba en el final de la calle Alfonso VIII), ambas en el barrio de la parroquia de Santa Cruz, que es donde vivían la mayoría de los plateros de Cuenca. Era una modesta construcción, de una nave, que estaba fabricada con mampostería y cubierta de madera. Actualmente alberga un interesante y activo Centro de Artesanía.

A lo largo de su dilatada y fructífera vida (murió en 1572) este ilustre platero tuvo una fecunda actividad artística siendo su taller muy importante y famoso en la ciudad, con un elevado número de aprendices a partir de los años veinte del siglo XVI; siendo nombrado, en esas fechas, ensayador de la Casa de la Moneda de Cuenca.

La obra más importante que realizó Francisco Becerril fue la custodia de la Catedral de Cuenca, elaborada, al igual que toda la obra de este platero, en estilo renacentista. El contrato de Francisco con el Cabildo se firmó en 1527 y el cáliz tenía una inscripción en el basamento en la que decía que se comenzó el 25 de marzo de 1528. En esta obra, destruida en 1808 por los franceses, estuvo comprometido el artista durante prácticamente toda su vida, ya que no fue terminada hasta 1573 (según rezaba la misma inscripción de la pieza), justamente un año después de su muerte, siendo su hijo Cristóbal el encargado de finalizarla. Fue sin duda la obra de mayor envergadura de este platero y una de las más hermosas de España y la obra que abrió el camino a todas las demás custodias platerescas que hoy en día conocemos. Del BLOG de Fran Burgos. 

http://dbe.rah.es/biografias/16874/francisco-becerril


Propiedades en Pueblos del Obispado

 Torrejoncillo, Tierra de Huete. Un parral Gil Martínez,  36 maravedíes

Peantes, Tierras de Huete- Despoblado de Huete- casa y heredad Juan Crespo, vecino del lugar 180 maravedíes

REAL ACADEMIA CONQUENSE DE ARTES Y LETRAS. EN TORNO A LA HISTORIA MEDIEVAL DE CUENCA. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE ECONOMÍA, POLÍTICA Y SOCIEDAD, ENTRE LOS SIGLOS XII Y XV, 2014.

Las relaciones Iglesia-Nobleza en el obispado de Cuenca durante la Baja Edad Media. Jorge Díaz Ibáñez, 1997.




 

 El 21 de septiembre de 1464 Enrique IV mandaría a los concejos de Cuenca, Huete, Uclés, Requena, Moya y Huélamo que se uniesen en hermandad bajo la dirección del obispo Barrientos, y que todos sus procuradores se reuniesen en la ciudad de Cuenca para la realización de dicha hermandad de mutua protección en defensa de la autoridad real, dados los recientes escándalos acaecidos en el reino.

 Ese mismo día, a raíz del reciente alzamiento que había habido en Valladolid contra Enrique IV, Fray Lope de Barrientos compareció ante el concejo de Cuenca para exponer su deseo de que la ciudad permaneciese fiel al rey, a quien deberían hacer juramento de fidelidad aquellos que deseasen permanecer en Cuenca.

De este modo, acto seguido todos los presentes juraron permanecer fieles a Enrique IV y defender firmemente la ciudad en favor de la autoridad real.

 Entre los que realizaron dicho juramento estaba Pedro de Salcedo, y los regidores de la ciudad; el deán de la catedral, Nicolás Martínez de la Campana; el arcediano de Cuenca, Juan Carrillo; el chantre don Nuño Álvarez de Fuentencalada; el provisor de la diócesis, Alfonso García de San Felices; el arcediano de Alarcón, Ruy Gómez de Anaya; Francisco Bordallo, abad de la Sey; el bachiller Ferrand Sánchez de Cuenca; otros eclesiásticos y muchos vecinos de la ciudad.

 

También en 1464 el concejo conquense daría orden de destierro de la ciudad de todos los sospechosos o desafectos al rey, y tras señalarse los excesos cometidos contra los intereses regios por el comendador  Iñigo López de Mendoza y Juan de Albornoz, se mandó derribar las fortalezas de estos últimos en cinco leguas a la redonda, siendo casi seguro que detrás de este mandato estuviese el propio obispo Barrientos.

También en 1464 el concejo conquense daría orden de destierro de la ciudad de todos los sospechosos o desafectos al rey, y tras señalarse los excesos cometidos contra los intereses regios por Iñigo López de Mendoza y Juan de Albornoz, se mandó derribar las fortalezas de estos últimos en cinco leguas a la redonda, siendo casi seguro que detrás de este mandato estuviese el propio obispo Barrientos.

En 1465, hasta el 19 de diciembre, el obispo Barrientos se encontró prisionero del marqués de Villena. El obispo Barrientos fue hecho prisionero cerca de Uclés por algunos hombres del marqués de Villena, siendo después llevado el prelado a la villa de Uclés. El 4 de abril el concejo conquense escribirá al rey informándole de lo sucedido y pidiéndole que hiciera todo lo posible para la liberación del obispo.

El 7 de abril de 1465 el concejo de Huete escribió al de Cuenca confirmándole su cooperación para conseguir la libertad de Barrientos

El 9 de abril el rey escribiría también al concejo conquense informándoles de que les enviaba a su vasallo Juan Hurtado de Mendoza, señor de Cañete, para que junto con él todos colaborasen en la defensa de la ciudad, y el 17 del mismo mes el monarca escribió de nuevo al concejo recomendándole que se aliasen con el mencionado Juan Hurtado, el provisor de la diócesis y Pedro de Barrientos, sobrino del prelado, para hacer la guerra a don Juan Pacheco, marqués de Villena. 

Alfonso de Molina, criado de don Pedro de Barrientos, vecino del Castillo.

El provisor que en aquel momento gobernaba la diócesis en nombre del obispo era Alfonso García de San Felices, maestrescuela de Calahorra y canónigo conquense. De cara a hacer frente a la defensa de Cuenca contra el marqués de Villena no sólo fueron necesarias las rentas reales que Enrique IV ofreció a la ciudad, sino también otras eclesiásticas y seglares de cuya percepción se encargarían el provisor y Pedro de Barrientos.

Además, se requisaron los bienes muebles de algunos vecinos que se habían pasado al bando de don Juan Pacheco, entre los que se encontraban el regidor García de Alcalá y su hermano Pedro Suárez de Alcalá, los cuales estaban fuera de Cuenca bajo las órdenes del marqués de Villena y de Lope Vázquez de Acuña, que tenían sitiada la ciudad. Finalmente, los defensores de la autoridad regia de Enrique IV lograron hacerse con la victoria, tornando el castillo de la ciudad, que hasta entonces había permanecido en poder del bando enemigo.

Por otro lado, durante el desarrollo de estos disturbios parece ser que algunas personas tratarían de poner al provisor en contra del obispo Barrientos y, lo consiguieran o no, lo cierto es que el prelado cuando su destierro de la ciudad y privación de beneficios, aunque años más tarde, el 12 de enero de 1478, los Reyes Católicos ordenarían a Juan Hurtado de Mendoza, entonces guarda mayor de la ciudad, que consintiese a Alfonso García de San Felices residir de nuevo en Cuenca y servir su canonjía

El 14 de octubre de 1465 Fray Lope de Barrientos, aún prisionero, escribió al concejo conquense informándoles de la tregua establecida con el marqués de Villena, y cinco días más tarde el concejo respondería al obispo dándose por enterado de las negociaciones para dicha tregua.

Mientras tanto, el momento de la liberación de Barrientos se iba acercando, y el 19 de diciembre este último escribiría de nuevo al concejo comunicándole que acababa de llegar a donde él se encontraba prisionero el obispo de Ciudad Rodrigo, que había sido enviado por el marqués de Villena para tramitar su liberación, que ya era segura.

El 15 de marzo de 1466, ya liberado el octogenario obispo Barrientos, Enrique IV le entregaría de nuevo la guarda de la ciudad, que por mandato regio había estado provisionalmente en manos de Pedro de Barrientos y el provisor de la diócesis durante el tiempo que el prelado estuvo prisionero , y el 16 de diciembre el obispo Barrientos y el concejo juraron conjuntamente defender Cuenca en favor del monarca durante los años siguientes, y hasta el advenimiento de su muerte, Fray Lope trabajará junto con el cabildo catedralicio y el concejo por conseguir mantener la paz en la ciudad y evitar a toda costa el surgimiento de nuevos conflictos nobiliarios o de otro tipo.

Así, el 28 de noviembre de 1468 se cerró un acuerdo entre el concejo y el cabildo catedralicio, realizado a instancias del obispo, mediante el cual juraron permanecer siempre al servicio de Enrique IV defendiendo la ciudad de cualquier poderoso, obedecer siempre al rey.

El 2 de mayo de 1469, muy poco antes de la muerte de Barrientos, se realizaría un acuerdo entre el marqués de Villena, don Juan Pacheco, y el entonces obispo de León y legado pontificio,  Antonio Jacobo de Veneris, para que éste obtuviese de la Santa Sede la Iglesia de Cuenca cuando se quedara vacante, pasando la Iglesia de León al administrador de Tuy y recibiendo a cambio don Juan Pacheco, para él, el mando de las fortalezas de Cuenca a favor de personas de su confianza que le hicieran previamente pleito homenaje, y para su hijo el arcedianato de Calahorra y otros beneficios . Rodrigo Pacheco, era un niño cuando falleció su padre y quedó a cargo de su hermano Diego. No tuvo descendencia y, gracias al rey Fernando el católico, obtuvo un beneficio eclesiástico.

 

IGLESIA Y PODER EN EL MARQUESADO DE VILLENA. LOS ORÍGENES DE LA COLEGIATA DE BELMONTE. CARLOS AYLLÓN GUTIÉRREZ.  Instituto de Estudios Albacetenses Don Juan Manuel, 2008.

 

El Palacio Episcopal.

 

Al lado de la Catedral de Cuenca se encuentra  el Palacio Episcopal,

 

Su origen lo situamos a partir del año 1250.

 

Su aspecto actual lo adquiere a partir del siglo XVI.

 

A mediados del siglo XIII, el Cabildo de la Catedral dio al obispo Mateo Reinal unas casas-posiblemente de origen musulmán, ya que de ellas se han conservado unas inscripciones árabes y una puerta con decoración de yeserías- para que éste se instalara en ellas.

 

A fines del siglo XV, en 1489, se instalará en ese mismo edificio el Tribunal de la Inquisición, permaneciendo en él durante 40 años.

 

En 1518, don Diego Ramírez es nombrado obispo de Cuenca y no tardará en expresar su deseo de vivir en el Palacio Episcopal, para lo cual no dudó en intentar que el Tribunal de la Inquisición se trasladara; pero no se tomaron muy en cuenta sus intenciones, pues el mismo rey Carlos I (1500-1558) llegó a aconsejarle que fuera él quien abandonara el edificio. Aceptada la situación, el obispo compartió durante un tiempo el palacio con el Santo Oficio, quedándose el primero con la parte delantera, que contaba con un patio central, y el segundo, con la parte posterior, que tenía otro patio.

 

En 1530 el Tribunal se traslada a una casa propiedad del canónigo Gómez Carrillo cercana al palacio, si bien siguió ocupando las estancias del llamado "cuarto de San Julián", dependencia así denominada por decirse que en ella residió el Santo.

 

Recibe el nombre de El Cuarterón la casa solariega de los Albornoz en  la Ronda de Julián Romero o del Huécar, en la parte alta del casco Antiguo. Situada un poco más arriba de la Catedral.

 

Más abajo de la Catedral tenía su casa el canónigo Gómez Carrillo de Albornoz y Mendoza. Llamada Casa del Canónigo o Casa Curato de San Martín, ahora sede del Museo Arqueológico de Cuenca.

 

http://palomatorrijos.blogspot.com/2020/04/casa-de-los-albornoz-cuenca.html

 

Una de los puntos a destacar del entramado urbano de Cuenca es el lugar donde se localizaba casa de los Albornoz en la Edad Media.

 

Al norte de la Catedral se encontraba la casa fortificada de los Albornoz.

 

Levantada junto a la Catedral como muestra de su poder.

 

Si paseamos por la Ronda de Julián Romea pasamos por el espacio que ocupaba la casa de los Albornoz.

El Hotel Convento del Giraldo al comenzar la calle de San Pedro ocupa parte de lo que fue esta Casa.

 

El Hotel Convento del Giraldo debe su nombre a la Torre del Giraldo que formaba parte del recinto catedralicio.

 

Se trata de un imponente edificio blasonado del siglo XVII.

 

A mediados del siglo XX se convierte en la Casa Fundacional de la Congregación de las Madres Celadoras.

 

El 25 de Marzo de 1942 veía la luz una nueva Congregación en el seno de la Iglesia, dedicada a extender el Reino de Jesús en los lugares más necesitados.

 

También en este siglo es adquirido por la familia Martínez Kleiser.

 

La Casa de los Albornoz era una casa de grandes dimensiones que se extendía desde la calle Mayor, ahora de San Pedro, hasta los farallones de piedra que cierran la Hoz del Huécar.

 

Era conocida como La Casa de los Albornoz o Cuarterón. Una fortaleza urbana de carácter señorial.

 

Recibe el nombre de El Cuarterón la antaño casa solariega de los Albornoz en  la Ronda de Julián Romero o del Huécar, en la parte alta del casco Antiguo. 

 

Situada un poco más arriba de la Catedral.

 

Más abajo de la Catedral tenía su casa el canónigo Gómez Carrillo de Albornoz y Mendoza. Llamada Casa del Canónigo o Casa Curato de San Martín, ahora sede del Museo Arqueológico de Cuenca. Es el canónigo hermano de Luis Carrillo de Albornoz y Mendoza que tenía sus casas en la ciudad baja junto a la puerta de Huete, en la zona conocida como curva de la Audiencia donde se encuentra ahora el Palacio de Justicia.

 

El canónigo y su hermano Luis  rehacen en el siglo XVI la Capilla de los Caballeros de la catedral de Cuenca.

 

Fue esta capilla lugar de enterramiento de los Albornoz desde el siglo XIV.

 

De las obras de reconstrucción de la Capilla de los Caballeros de la catedral de Cuenca se encarga Gómez Carrillo de Albornoz, hijo natural de Pedro Carrillo de Albornoz y Toledo. Tuvo D. Pedro, además, fuera de matrimonio, a Gómez Carrillo, Canónigo de la iglesia de Cuenca; Gonzalo Carrillo, Garci Lasso de la Vega y Fray Francisco, Religioso; los tres primeros los nombra su padre en el testamento. Con Gómez interviene en las obras su hermano Luis en 1517.

 

http://palomatorrijos.blogspot.com/search?q=Pedro+Carrillo+de+Albornoz

 

Gómez Carrillo de Albornoz estudia en Colegio de los Españoles de Bolonia, que había fundado su antepasado el cardenal Gil de Albornoz, hijo del cuarto señor de Albornoz. Estuvo en Bolonia desde 1486  hasta 1498 y fue en el centro: rector, consiliario, consiliario médico y visitador extraordinario. Su larga estancia en  Italia influye en las ideas de Gómez  para rehacer la capilla familiar donde vemos reflejado el estilo plateresco clasicista.

 

http://palomatorrijos.blogspot.com/search?q=Can%C3%B3nigo+G%C3%B3mez+Carrillo

 

En 1535, el obispo Diego Ramírez decide remodelar el Palacio Episcopal, contratando para ello a Pedro de Alviz, que planificó un edificio que se ordenaría en torno a un patio central, mientras que las labores de carpintería y albañilería serían encargadas al carpintero Alonso de León.

 

A finales del siglo XVI, el obispo Don Rodrigo de Castro termina las obras iniciadas por su predecesor, reedificando el paño Este del palacio, el "cuarto de San Julián", ocupado hasta 1573 por el Tribunal de la Inquisición. El arquitecto que se encargaría de las obras sería, en este caso, el italiano Juan Andrea Rodi, que en 1580 proyectaría para esta zona la construcción de un dormitorio y dos amplias salas.

 

A comienzos del siglo XVIII se realizaron unas profundas reformas en el patio delantero.

 

En 1781, el obispo don Felipe Antonio Solano ordenó cerrar el patio principal, figurando su escudo en uno de los frentes, y decorar el techo del salón del lado Sur de la planta noble con una cúpula con águilas en relieve en las pechinas, obra, posiblemente, de Mateo López.

 

En los últimos años del siglo XIX, el arquitecto Rafael Alfaro tuvo el encargo de rehacer en el jardín el muro de contención y de consolidar la única columna que quedó en pie en el patio delantero tras la reforma del XVIII.

 

En 1912, la Iglesia de Santa María de Gracia sería demolida. En ella había sido enterrado Don Pedro de Montemayor, cuyo sepulcro, magnífica obra plateresca del siglo XVI, fue trasladado al Palacio Episcopal, donde sería colocado en una de las salas creadas en el "cuarto de San Julián".

 

En el año 1983, Gustavo Torner proyectaría la decoración del Museo Diocesano, que sería instalado en el palacio e inaugurado el 23 de mayo de ese año, además del Archivo de la Diócesis y las oficinas del Obispado.

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