Sobre la Cuenca del siglo XV
RELACIÓN DE CENSOS DEL CABILDO CATEDRALICIO EN 1495
En la calle de San Pedro unas casas que tenía Teresa de Albornoz, renta anual de 600 maravedíes. Sobrina del cardenal Gil de Albornoz, hija de su hermano Fernán Gómez de Albornoz.
En
el Barrio de San Juan unas casas que eran de Lope Vázquez, renta
anual 1065 maravedíes
En la Plaza de Santa María un horno que llevaba Jorge de la Plazuela, 80 maravedíes de renta anual.
Propiedades rurales en los alrededores de Cuenca
La Catedral poseía en la misma Cuenca los molinos de la Grillera, Noguera, Los Manzanos, Fuensanta, Postigo y los Molinos Nuevos.
Huertas
en el Huécar
Una huerta Alonso Álvarez, 150 maravedíes. Puede ser el platero
Francisco Becerril es quien consiguió que Cuenca se convirtiera en uno de los centros de creación platera más importantes de España.
Francisco Becerril nació en Cuenca, en 1494 y se casó con Luisa Álvarez, hija del también platero Alonso Álvarez; tuvieron siete hijos de los cuales sólo Luis, que murió muy joven, y Cristóbal, continuaron con el oficio familiar iniciado por Francisco pues su padre, Álvaro, murió siendo Francisco aún muy joven y no pudo tener tiempo más que para iniciarle en la técnica de la platería.
Francisco Becerril vivió en Cuenca, donde tenía dos casas, una en la calle de la Correría o de la Correduría (hoy Alfonso VIII) y otra en la calle de la Pellejería (cuya ubicación se hace difícil en la actualidad aunque comenzaba en el final de la calle Alfonso VIII), ambas en el barrio de la parroquia de Santa Cruz, que es donde vivían la mayoría de los plateros de Cuenca. Era una modesta construcción, de una nave, que estaba fabricada con mampostería y cubierta de madera. Actualmente alberga un interesante y activo Centro de Artesanía.
A lo largo de su dilatada y fructífera vida (murió en 1572) este ilustre platero tuvo una fecunda actividad artística siendo su taller muy importante y famoso en la ciudad, con un elevado número de aprendices a partir de los años veinte del siglo XVI; siendo nombrado, en esas fechas, ensayador de la Casa de la Moneda de Cuenca.
La obra más importante que realizó Francisco Becerril fue la custodia de la Catedral de Cuenca, elaborada, al igual que toda la obra de este platero, en estilo renacentista. El contrato de Francisco con el Cabildo se firmó en 1527 y el cáliz tenía una inscripción en el basamento en la que decía que se comenzó el 25 de marzo de 1528. En esta obra, destruida en 1808 por los franceses, estuvo comprometido el artista durante prácticamente toda su vida, ya que no fue terminada hasta 1573 (según rezaba la misma inscripción de la pieza), justamente un año después de su muerte, siendo su hijo Cristóbal el encargado de finalizarla. Fue sin duda la obra de mayor envergadura de este platero y una de las más hermosas de España y la obra que abrió el camino a todas las demás custodias platerescas que hoy en día conocemos. Del BLOG de Fran Burgos.
http://dbe.rah.es/biografias/16874/francisco-becerril
Propiedades en Pueblos del Obispado
REAL ACADEMIA CONQUENSE DE ARTES Y LETRAS. EN TORNO A LA HISTORIA MEDIEVAL DE CUENCA. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE ECONOMÍA, POLÍTICA Y SOCIEDAD, ENTRE LOS SIGLOS XII Y XV, 2014.
Las relaciones Iglesia-Nobleza en
el obispado de Cuenca durante la Baja Edad Media. Jorge Díaz Ibáñez, 1997.
De
este modo, acto seguido todos los presentes juraron permanecer fieles a Enrique
IV y defender firmemente la ciudad en favor de la autoridad real.
También
en 1464 el concejo conquense daría orden de destierro de la ciudad de todos los
sospechosos o desafectos al rey, y tras
señalarse los excesos cometidos contra los intereses regios por el comendador Iñigo López de Mendoza y Juan de Albornoz, se
mandó derribar las fortalezas de estos últimos en cinco leguas a la redonda,
siendo casi seguro que detrás de este mandato estuviese el propio obispo
Barrientos.
También en 1464 el concejo conquense daría orden de destierro de la ciudad de todos los sospechosos o desafectos al rey, y tras señalarse los excesos cometidos contra los intereses regios por Iñigo López de Mendoza y Juan de Albornoz, se mandó derribar las fortalezas de estos últimos en cinco leguas a la redonda, siendo casi seguro que detrás de este mandato estuviese el propio obispo Barrientos.
En 1465, hasta el 19 de diciembre, el obispo Barrientos se encontró prisionero del marqués de Villena. El obispo Barrientos fue hecho prisionero cerca de Uclés por algunos hombres del marqués de Villena, siendo después llevado el prelado a la villa de Uclés. El 4 de abril el concejo conquense escribirá al rey informándole de lo sucedido y pidiéndole que hiciera todo lo posible para la liberación del obispo.
El 7 de abril de 1465 el concejo de Huete escribió al de Cuenca confirmándole su cooperación para conseguir la libertad de Barrientos
El 9 de abril el rey escribiría también al concejo conquense informándoles de que les enviaba a su vasallo Juan Hurtado de Mendoza, señor de Cañete, para que junto con él todos colaborasen en la defensa de la ciudad, y el 17 del mismo mes el monarca escribió de nuevo al concejo recomendándole que se aliasen con el mencionado Juan Hurtado, el provisor de la diócesis y Pedro de Barrientos, sobrino del prelado, para hacer la guerra a don Juan Pacheco, marqués de Villena.
Alfonso de Molina, criado de don Pedro de Barrientos, vecino del Castillo.
El provisor que en aquel momento gobernaba la diócesis en nombre del obispo era Alfonso García de San Felices, maestrescuela de Calahorra y canónigo conquense. De cara a hacer frente a la defensa de Cuenca contra el marqués de Villena no sólo fueron necesarias las rentas reales que Enrique IV ofreció a la ciudad, sino también otras eclesiásticas y seglares de cuya percepción se encargarían el provisor y Pedro de Barrientos.
Además, se requisaron los bienes muebles de algunos vecinos que se habían pasado al bando de don Juan Pacheco, entre los que se encontraban el regidor García de Alcalá y su hermano Pedro Suárez de Alcalá, los cuales estaban fuera de Cuenca bajo las órdenes del marqués de Villena y de Lope Vázquez de Acuña, que tenían sitiada la ciudad. Finalmente, los defensores de la autoridad regia de Enrique IV lograron hacerse con la victoria, tornando el castillo de la ciudad, que hasta entonces había permanecido en poder del bando enemigo.
Por otro lado, durante el desarrollo de estos disturbios parece ser que algunas personas tratarían de poner al provisor en contra del obispo Barrientos y, lo consiguieran o no, lo cierto es que el prelado cuando su destierro de la ciudad y privación de beneficios, aunque años más tarde, el 12 de enero de 1478, los Reyes Católicos ordenarían a Juan Hurtado de Mendoza, entonces guarda mayor de la ciudad, que consintiese a Alfonso García de San Felices residir de nuevo en Cuenca y servir su canonjía
El 14 de octubre de 1465 Fray Lope de Barrientos, aún prisionero, escribió al concejo conquense informándoles de la tregua establecida con el marqués de Villena, y cinco días más tarde el concejo respondería al obispo dándose por enterado de las negociaciones para dicha tregua.
Mientras tanto, el momento de la liberación de Barrientos se iba acercando, y el 19 de diciembre este último escribiría de nuevo al concejo comunicándole que acababa de llegar a donde él se encontraba prisionero el obispo de Ciudad Rodrigo, que había sido enviado por el marqués de Villena para tramitar su liberación, que ya era segura.
El 15 de marzo de 1466, ya liberado el octogenario obispo Barrientos, Enrique IV le entregaría de nuevo la guarda de la ciudad, que por mandato regio había estado provisionalmente en manos de Pedro de Barrientos y el provisor de la diócesis durante el tiempo que el prelado estuvo prisionero , y el 16 de diciembre el obispo Barrientos y el concejo juraron conjuntamente defender Cuenca en favor del monarca durante los años siguientes, y hasta el advenimiento de su muerte, Fray Lope trabajará junto con el cabildo catedralicio y el concejo por conseguir mantener la paz en la ciudad y evitar a toda costa el surgimiento de nuevos conflictos nobiliarios o de otro tipo.
Así, el 28 de noviembre de 1468 se cerró un acuerdo entre el concejo y el cabildo catedralicio, realizado a instancias del obispo, mediante el cual juraron permanecer siempre al servicio de Enrique IV defendiendo la ciudad de cualquier poderoso, obedecer siempre al rey.
El 2 de mayo de 1469, muy poco antes de la muerte de Barrientos, se realizaría un acuerdo entre el marqués de Villena, don Juan Pacheco, y el entonces obispo de León y legado pontificio, Antonio Jacobo de Veneris, para que éste obtuviese de la Santa Sede la Iglesia de Cuenca cuando se quedara vacante, pasando la Iglesia de León al administrador de Tuy y recibiendo a cambio don Juan Pacheco, para él, el mando de las fortalezas de Cuenca a favor de personas de su confianza que le hicieran previamente pleito homenaje, y para su hijo el arcedianato de Calahorra y otros beneficios . Rodrigo Pacheco, era un niño cuando falleció su padre y quedó a cargo de su hermano Diego. No tuvo descendencia y, gracias al rey Fernando el católico, obtuvo un beneficio eclesiástico.
IGLESIA
Y PODER EN EL MARQUESADO DE VILLENA. LOS ORÍGENES DE LA COLEGIATA DE BELMONTE. CARLOS
AYLLÓN GUTIÉRREZ. Instituto de Estudios
Albacetenses Don Juan Manuel, 2008.
El
Palacio Episcopal.
Al lado de la Catedral de Cuenca se
encuentra el Palacio Episcopal,
Su origen lo situamos a partir del año 1250.
Su aspecto actual lo adquiere a partir del siglo XVI.
A mediados del siglo XIII, el Cabildo de la Catedral dio al obispo Mateo Reinal unas casas-posiblemente de origen musulmán, ya que de ellas se han conservado unas inscripciones árabes y una puerta con decoración de yeserías- para que éste se instalara en ellas.
A fines del siglo XV, en 1489, se instalará en ese mismo edificio el Tribunal de la Inquisición, permaneciendo en él durante 40 años.
En 1518, don Diego Ramírez es nombrado obispo de Cuenca y no
tardará en expresar su deseo de vivir en el Palacio Episcopal,
para lo cual no dudó en intentar que el Tribunal de la Inquisición se
trasladara; pero no se tomaron muy en cuenta sus intenciones, pues el mismo
rey Carlos I (1500-1558)
llegó a aconsejarle que fuera él quien abandonara el edificio. Aceptada la
situación, el obispo compartió durante un tiempo el palacio con el Santo
Oficio, quedándose el primero con la parte delantera, que contaba con un patio
central, y el segundo, con la parte posterior, que tenía otro patio.
En 1530 el Tribunal se traslada a una casa propiedad del
canónigo Gómez Carrillo cercana al palacio, si bien siguió ocupando las
estancias del llamado "cuarto de San
Julián", dependencia así denominada por decirse que en ella
residió el Santo.
Recibe el nombre de El Cuarterón
la casa solariega de los Albornoz en la
Ronda de Julián Romero o del Huécar, en la parte alta del casco Antiguo.
Situada un poco más arriba de la Catedral.
Más abajo de la Catedral tenía su
casa el canónigo Gómez Carrillo de Albornoz y Mendoza. Llamada Casa del
Canónigo o Casa Curato de San Martín, ahora sede del Museo Arqueológico de
Cuenca.
http://palomatorrijos.blogspot.com/2020/04/casa-de-los-albornoz-cuenca.html
Una de los puntos a destacar del
entramado urbano de Cuenca es el lugar donde se localizaba casa de los Albornoz
en la Edad Media.
Al norte de la Catedral se
encontraba la casa fortificada de los Albornoz.
Levantada junto a la Catedral
como muestra de su poder.
Si paseamos por la Ronda de
Julián Romea pasamos por el espacio que ocupaba la casa de los Albornoz.
El Hotel Convento del Giraldo al
comenzar la calle de San Pedro ocupa parte de lo que fue esta Casa.
El Hotel Convento del Giraldo
debe su nombre a la Torre del Giraldo que formaba parte del recinto
catedralicio.
Se trata de un imponente edificio
blasonado del siglo XVII.
A mediados del siglo XX se
convierte en la Casa Fundacional de la Congregación de las Madres Celadoras.
El 25 de Marzo de 1942 veía la
luz una nueva Congregación en el seno de la Iglesia, dedicada a extender el
Reino de Jesús en los lugares más necesitados.
También en este siglo es
adquirido por la familia Martínez Kleiser.
La Casa de los Albornoz era una casa de grandes
dimensiones que se extendía desde la calle Mayor, ahora de San Pedro, hasta los
farallones de piedra que cierran la Hoz del Huécar.
Era conocida como La Casa de los Albornoz o Cuarterón. Una
fortaleza urbana de carácter señorial.
Recibe el nombre de El Cuarterón la antaño casa solariega
de los Albornoz en la Ronda de Julián
Romero o del Huécar, en la parte alta del casco Antiguo.
Situada un poco más arriba de la
Catedral.
Más abajo de la Catedral tenía su
casa el canónigo Gómez Carrillo de Albornoz y Mendoza. Llamada Casa del
Canónigo o Casa Curato de San Martín, ahora sede del Museo Arqueológico de
Cuenca. Es el canónigo hermano de Luis Carrillo de Albornoz y Mendoza que tenía
sus casas en la ciudad baja junto a la puerta de Huete, en la zona conocida
como curva de la Audiencia donde se encuentra ahora el Palacio de Justicia.
El canónigo y su hermano
Luis rehacen en el siglo XVI la Capilla
de los Caballeros de la catedral de Cuenca.
Fue esta capilla lugar de
enterramiento de los Albornoz desde el siglo XIV.
De las obras de reconstrucción de
la Capilla de los Caballeros de la catedral de Cuenca se encarga Gómez Carrillo
de Albornoz, hijo natural de Pedro Carrillo de Albornoz y Toledo. Tuvo D. Pedro, además, fuera de matrimonio,
a Gómez Carrillo, Canónigo de la iglesia de Cuenca; Gonzalo Carrillo, Garci
Lasso de la Vega y Fray Francisco, Religioso; los tres primeros los nombra su
padre en el testamento. Con Gómez interviene en las obras su hermano Luis
en 1517.
http://palomatorrijos.blogspot.com/search?q=Pedro+Carrillo+de+Albornoz
Gómez Carrillo de Albornoz
estudia en Colegio de los Españoles de Bolonia, que había fundado su antepasado
el cardenal Gil de Albornoz, hijo del cuarto señor de Albornoz. Estuvo en
Bolonia desde 1486 hasta 1498 y fue en
el centro: rector, consiliario, consiliario médico y visitador extraordinario.
Su larga estancia en Italia influye en
las ideas de Gómez para rehacer la
capilla familiar donde vemos reflejado el estilo plateresco clasicista.
http://palomatorrijos.blogspot.com/search?q=Can%C3%B3nigo+G%C3%B3mez+Carrillo
En 1535, el obispo Diego Ramírez
decide remodelar el Palacio Episcopal, contratando para ello a Pedro de Alviz,
que planificó un edificio que se ordenaría en torno a un patio central,
mientras que las labores de carpintería y albañilería serían encargadas al
carpintero Alonso de León.
A finales del siglo XVI, el
obispo Don Rodrigo de Castro termina las obras iniciadas por su predecesor,
reedificando el paño Este del palacio, el "cuarto de San
Julián", ocupado hasta 1573 por el Tribunal de la Inquisición.
El arquitecto que se encargaría de las obras sería, en este caso, el italiano
Juan Andrea Rodi, que en 1580 proyectaría para esta zona la construcción de un
dormitorio y dos amplias salas.
A comienzos del siglo XVIII se
realizaron unas profundas reformas en el patio delantero.
En 1781, el obispo don Felipe Antonio Solano ordenó cerrar
el patio principal, figurando su escudo en uno de los frentes, y decorar el
techo del salón del lado Sur de la planta noble con una cúpula con águilas en
relieve en las pechinas, obra, posiblemente, de Mateo
López.
En los últimos años del siglo
XIX, el arquitecto Rafael Alfaro tuvo el encargo de rehacer en el jardín el
muro de contención y de consolidar la única columna que quedó en pie en el
patio delantero tras la reforma del XVIII.
En 1912, la Iglesia de Santa
María de Gracia sería demolida. En ella había sido enterrado Don Pedro de
Montemayor, cuyo sepulcro, magnífica obra plateresca del siglo XVI, fue
trasladado al Palacio Episcopal, donde sería
colocado en una de las salas creadas en el "cuarto de San
Julián".
En el año 1983, Gustavo Torner
proyectaría la decoración del Museo Diocesano, que sería instalado en el
palacio e inaugurado el 23 de mayo de ese año, además del Archivo de la
Diócesis y las oficinas del Obispado.
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