Debido a diversos avatares históricos, la imagen ha recorrido varias iglesias de Madrid y en los años 1936-1939 fue trasladada a Valencia, Cataluña y Francia, para terminar en Ginebra (Suiza), participando juntamente con todo el tesoro artístico español, en una gran exposición de arte en el Palacio de la Sociedad de Naciones. Terminada la contienda española regresará a su iglesia de la plaza de Jesús, en Madrid, donde es visitada continuamente por sus fieles.
La imagen del Cristo es de la primera mitad del siglo XVII, con 1,73 metros de altura. Fue tallada en Sevilla, lo que explica que su iconografía es la correspondiente a los Cristos llamados "de la Sentencia". La imagen se realizó por encargo de la comunidad de los Padres Capuchinos de Sevilla, quienes la llevaron a la colonia española de Mámora en el norte de África. El padre franciscano Fray Francisco Guerra, y el Obispo de Cádiz a cuya jurisdicción eclesiástica pertenecía esta plaza africana llamada por los españoles San Miguel de Ultramar, intervinieron directamente en su traslado. Hay constancia documentada de que en el año 1681 la imagen era venerada en la referida plaza. El l día 30 de abril de 1681, Mámora cayó en manos de Musley Ismael y su ejército y la imagen del Nazareno fue también capturada y llevada a Mequínez. La historia atestigua asimismo que en Mequínez, y por orden expresa del Rey Muley, la imagen fue arrastrada por sus calles en señal de odio contra la religión cristiana y hasta algunos aseguran que, como si se tratara de carne humana, fue arrojada a los mismos leones... Exactamente en un muladar la imagen fue vista por el Padre de la Orden de la Santísima Trinidad, Fray Pedro de los Ángeles, quien solicito el rescate de la imagen como si se tratara de un ser vivo. Se dice que el rey le permitió al padre trinitario custodiar la imagen, hasta que reuniera el dinero para su rescate, amenazándole que, de no hacerlo así, lo quemaría a él y a la imagen. El Padre General de la Orden mandó a los Padres Miguel de Jesús, Juan de la Visitación y Martín de la Resurrección que se encargaran de servir de mediadores en la solución del problema y estos lograron convencer al rey Muley de que tasara el rescate de la imagen pagando su peso en oro. La leyenda activa sus recursos y se asegura que la balanza se equilibró exactamente cuando se acumularon treinta monedas. Una y otra vez efectuada esta operación, el resultado fue siempre idéntico, con lo que el recuerdo del episodio evangélico en el que Cristo mismo apareció valorado en esas 30 monedas resultaba milagroso.
La primera advocación popular con la que consta que fue invocada la imagen del Cristo fue la de "Jesús del Rescate". Ya el 28 de enero de 1682, día de la constitución de la "Real Esclavitud", hay referencias de una Comunión General «en memoria de haber sido en el que quedó por propia de la Religión y enegenada de los infieles de la Santísima imagen de Jesús».
La imagen, ya rescastada, pasó después a Tetuán, de allí a Ceuta, y por Gibraltar a Sevilla, hasta llegar a Madrid, siendo entronizada en el convento de los Padres Trinitarios Descalzos, junto al que en 1689 se le erigió una capilla, donación de los duques de Medinaceli, que posteriormente sería ampliada y enriquecida por los mismos duques. A consecuencia de las primeras leyes de supresión de las órdenes Religiosas dictadas por José Bonaparte, la imagen del Cristo paso al convento de los Padres Basilios y posteriormente a la iglesia parroquias de San Martín. El día 17 de octubre de 1814 volvió de nuevo al Convento de los Padres Trinitarios donde permaneció hasta el decreto de Desamortización firmado por Mendizábal en 1836. Por él la imagen volvió otra vez a peregrinar por Madrid, en esta ocasión hacia la iglesia de San Sebastián en la que permaneció diez años cuando, gracias a la influencia del Duque de Medinaceli, volvió a la capilla del antiguo convento de Trinitarios, regentado entonces por las Religiosas Concepcionistas de Caballero de Gracia y después por las Agustinas y las Carmelitas de Santa Ana. Fue en 1890 cuando, al derribarse el convento de los Capuchinos de San Antonio del Prado, sus patronos, los duques de Medinaceli, pensaron instalar definitivamente en su nueva capilla la imagen del Cristo. Esto acontenció el día 8 de julio 1895, interviniendo en la donación la duquesa Madre de Medinaceli doña Casilda Salabert y Arteaga.
El día 13 de marzo de 1936 los devotos y vecinos del convento lograron impedir que la imagen fuera destruida al presentarse en el templo un piquete de revolucionarios con tales intenciones. En la noche del 17 de julio del mismo año los frailes ocultaron la imagen en una caja de madera, y envuelta en sábanas, en los sótanos del convento. Alojándose en el mismo el batallón republicano conocido con el sobrenombre de "Margarita Nelken", y para mitigar el frío del invierno madrileño que allí padecían sus tropas, al buscar unas tablas para calentarse se encontraron con la sorpresa de la caja que contenía la sagrada imagen... Al comprobar Juan Manuel Oliva, jefe del batallón, "a las cuatro de la tarde" que se trataba del Cristo de Medinaceli, no sólo por motivos artísticos, sino también religiosos, entregó la imagen a la "Junta del Tesoro", que la trasladó bien pronto a la ciudad de Valencia, concretamente al Colegio del Patriarca. En marzo de 1938 fue transportada a Barcelona y, antes de ser conquistada por los "nacionales" esta ciudad el día 3 de febrero de 1939, fue trasladada con todo el Tesoro Artístico a la ciudad suiza de Ginebra, a la que llegó el día 12 de febrero. Cuando terminó la guerra y fue recuperado el Tesoro, don Fernando Álvarez de Sotomayor, representante del nuevo Gobierno español, consiguió que la imagen del Cristo saliera de Ginebra el día 10 de mayo de 1939, siendo esperada con toda devoción en Pozuelo de Alarcón, Madrid. En su estación de ferrocarril fue recibida con honores militares y de ella se hizo cargo la Junta de la Real Esclavitud, llevándola a Madrid, momentáneamente al monasterio de la Encarnación. La víspera de la festividad de San Isidro, el día 14 de mayo, todo el pueblo de Madrid se organizó en solemne procesión acompañando la imagen hasta el altar de su templo. Siempre, pero sobre todo los viernes del año, y más desbordantemente el primer viernes de marzo, son incontables las personas que acuden a venerar al Cristo de Medinaceli, para lo que han de aguantar largas horas de espera y de incomodidades aún climatológicas, hasta conseguir besarle el pie y formularle las tres peticiones rituales.
La procesión que a las siete de la tarde comienza a recorrer las calles de Madrid con la imagen del Cristo el Viernes Santo y que organiza la "Archicofradía Primaria nacional de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno" es ciertamente espectacular y en ella son muchos los que le expresan sus muestras de devoción, agradecimiento y sacrificio de múltiples maneras, rozando algunas de ellas hasta los límites de lo esperpéntico a veces, y otras, de los sacrificios cruentos.
Hay que resaltar que entre los madrileños la devoción al Cristo de Medinaceli va en aumento, A la Esclavitud de Nuestro Padre Jesús, fundada en 1710, perteneció gran parte de la nobleza española incluidos los miembros de la Casa Real y el duque de Medinaceli, que ostentó siempre el título de Hermano Mayor. En la actualidad son unos 8.000 los miembros inscritos, con mención también para tantas otras Esclavitudes filiales registradas en muchas otras partes de España y del extranjero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario