Los molinos de mareas, las molinos de agua y los
molinos de viento, son un importante legado en el Algarve.
Siempre en la cima de las montañas, los molinos de viento se
construían con paredes circulares encaladas en blanco, prueba de limpieza y
buena conservación, y techo en forma de cono.
Esparcidas por la sierra, y
esporádicamente en el oeste litoral, se ven ruinas de estos molinos, antaño
provistos de velas de lona y muelas que trituraban el maíz y el trigo.
Como en la Mancha se ha aprovechado tradicionalmente la
energía eólica con unos peculiares molinos de viento con un original
estilo, sobre todo por sus aspas de varios brazos superpuestos.
Ayamonte visto desde Castro Marín.
Salinas antes de llegar a la ribera del río Guadiana.
La importancia de esta población se debe a
su situación estratégica, fronteriza con el Reino de Castilla y próxima a
Marruecos lo que llevó a la implantación durante el siglo XIII de una
política de edificación de fortalezas.
Dos fortalezas cierran Castro Marín por el este y por el oeste.
Esta política de defensa de la ciudad la
asumió D. Dinis,a quien el Papa Juan XXII la nombró en 1319 como
gobernador absoluto de la regiòn estableciéndose la primera sede de la
Orden de Cristo.
Pero fue a partir de finales del siglo XV que la ciudad de una gran
actividad económica gracias a la importancia de su puerto pesquero y
actividad económica.
Se piensa que fue construído por los árabes entre los siglos X y XII.
Las crónicas relatan que a los largo de los siglos sufrió numerosas
reconstrucciones hasta el año 1755 en el que el famoso terremoto lo dejó
en su estado actual.
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