El señorío
abarcaba un territorio que se extendía entre los ríos Tajo y Guadiana, y entre
otras localidades, comprendía las de Montánchez, Santa Cruz de la Sierra y
Monfragüe.
En 1185 muere Fernando Rodríguez de Castro "el Castellano", pasando entonces a heredar Pedro Fernández de Castro "el
Castellano" los bienes paternos, entre los que sobresalían el señorío de
Trujillo, compuesto de numerosas fortalezas y localidades en la región
de Extremadura, y el Infantado de León, que Fernando II de León había donado a
sus padres en 1170.
Tras la muerte de su padre, Pedro Fernández de Castro se
declaró vasallo de su primo Alfonso VIII de Castilla y le entregó el señorío de
Trujillo, que Alfonso VIII cedió a la Orden de Santiago y a la Orden de
Alcántara en 1186, junto con la mitad de sus rentas, a fin de que repoblasen y
defendiesen los territorios comprendidos entre los ríos Tajo y Guadiana.
Los Altamiranos son encabezados por el héroe de la
reconquista de Trujillo llamado Fernando Ruiz de Castro. Según las Crónicas Musulmanas será quien más alto mire en la
partida; quién nos dice que no venga de ahí el apellido de los Altamirano, los
que situaron su palacio matriz donde más alto se mira de Trujillo.
El ALCAZAR DE
ALTAMIRANO es la casa fuerte sobre la cota más destacada del recinto sur del recinto amurallado de Trujillo. Fue
palacio de walís musulmanes.
Durante el Señorío Independiente de los Castro en la segunda mitad
del siglo XII fue su residencia.
En la toma definitiva a los Almohades del 25
de Enero de 1232 un biznieto de Fernando Rodríguez de Castro y de su mismo nombre se significó en el
asalto ganando para su familia la mitad del gobierno local asentándose en el
viejo alcázar de sus antepasados e iniciando con su esposa Isabel Cabeza de
Vaca el mayorazgo al que después su tataranieto Alfonso Fernández añadiría Altamirano.
De plata, seis roeles de azur puestos en dos palos.
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