El apreciado mármol jaspeado, de tonalidades rojas, procedente de la sierra de Cabra, alcanza en este gran templo barroco todo su esplendor arquitectónico y escultórico.
En efecto, el mármol rojo (y también negro) de Cabra está presente por doquier en esta monumental iglesia, reconstruida sobre una anterior entre los siglos XVII y XVIII, asentada sobre el solar de la antigua mezquita andalusí.
Por ejemplo, en las 44 columnas que soportan las bóvedas de cañón de sus cinco naves. T
ambién en el retablo mayor, obra de Melchor de Aguirre (1674) sobre proyecto del arquitecto y retablista José Granados de la Barrera, natural de la propia ciudad de Cabra.Granados, que había trabajado en la catedral de Granada, diseñó también la capilla mayor, el crucero, las bóvedas y la reconstrucción de su torre a base de ladrillo visto.
La portada principal y la lateral son también barrocas, con apliques, entablamentos y columnas salomónicas de mármol rojo.
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