martes, 23 de octubre de 2012

La muralla de Madrid

En 1944, al realizarse unas calas en la calle Mayor en su confluencia con la Plaza de la Villa, aparecieron unos vestigios arqueológicos que dieron pie a que el historiador del arte y arqueólogo  Elías Tormo (1869-1957) expusiera en su obra “Las murallas de Madrid” (1945) un interesante planteamiento teórico sobre el itinerario aceptado de los dos recintos fortificados medievales madrileños. En el capítulo titulado “Muros de mayor antigüedad”, Tormo aventuraba la posibilidad de que existiera un “tercer recinto” que se originara en el desaparecido Arco de Santa María, perteneciente al primer recinto amurallado islámico y actualmente denominado de la “almudena” que, en lugar de dirigirse hacia el Norte por la actual calle del Factor, lo hiciera siguiendo el trazado de la actual calle Mayor hasta la Puerta de Guadalajara. El resto del casco medieval situado al Sur de la calle Mayor correspondería por tanto al período de crecimiento y repoblación experimentados tras la conquista castellana de la ciudad en el año 1085. En el Siglo XII se alzaría un nuevo recinto murado que comprendería las puertas de Segovia, de Moros y Puerta Cerrada.

La aportación del profesor Oliver Asín

Esta idea del Profesor Tormo, no planteada como teoría en firme por la carencia de base documental o la existencia de restos arqueológicos determinantes, fue puesta en duda por el filólogo y arabista D. Jaime Oliver Asín. En 1959 publicaba un trabajo pionero en las labores de desentrañar los orígenes históricos de nuestra ciudad usando para ello las herramientas de la filología y la arqueología: “Historia del nombre ¨Madrid¨”. Sus investigaciones incluyeron numerosas incursiones al subsuelo de la ciudad, especialmente orientadas a la exploración de los célebres “viajes de agua”, conducciones de captación y conducción de las aguas obtenidas de las capas freáticas. Esta técnica hidráulica fue importada a la Península Ibérica desde el Próximo Oriente por los árabes, y tuvo especial importancia en Madrid, tan determinante que posiblemente en ella se halle la clave de su fundación como ciudad islámica, además del sentido etimológico de su nombre. Sus contactos habituales con los poceros de la época, grandes conocedores de las entrañas de nuestra Villa, le permitieron deducir que los restos arqueológicos surgidos en 1944 quizá no se correspondían con “resto alguno de fortificación”, sino que resultarían ser “una cámara y minas de viajes antiguos”. Esta deducción no se pudo confirmar o desmentir al no realizarse trabajo arqueológico alguno en dicha época. Sin embargo, en el verano de 1980, con motivo de las obras de peatonalización de la Plaza de la Villa, estos restos volvieron a aflorar a la superficie, pero fueron rápidamente cubiertos en el tráfago de las obras, y no se hicieron públicos los resultados de las posibles investigaciones que llegaran a efectuarse. La duda, por tanto permanece: ¿restos de fortificación islámica, o de infraestructura hidráulica?

En el trabajo conjunto “Las murallas de Madrid. Excavaciones y estudios arqueológicos 1979-1982”, los profesores Manuel Retuerce y Luis Caballero entre otros, argumentaban la posible existencia del recinto intermedio. Se apoyaban en los vestigios ya aludidos por Elías Tormo, y otros documentados con posterioridad, como la noticia aportada por la profesora Mercedes Agulló del descubrimiento de un torreón fortificado durante la demolición del antiguo ábside románico de la Iglesia de Santiago, en 1648.

La Nueva iglesia de Santiago fue finalizada en 1811. Al demolerse el ábside de la antigua, en el año 1648, apareció un cubo o torreón fortificado, ¿quizá una torre albarrana?. El profesor Montero Vallejo, que ha popularizado el término “medinilla” para denominar a este hipotético lienzo, alude también al grueso muro aparecido al construir en 1975 el inmueble existente entre las calles de Señores de Luzón y Cruzada, considerando la primera calle como posible ronda exterior de este recinto. Resalta, igualmente, como en las recientes excavaciones (entre 1999 y 2002) efectuadas en la Plaza de Ramales para investigar los restos de la desaparecida Iglesia de San Juan, el cimiento del basamento de su torre-campanario parece corresponderse con un torreón cuadrangular, aprovechado en el siglo XII para alzar la torre de la iglesia

Trazado hipotético del recinto intermedio.

Una reconstrucción especulativa de este recinto amurallado, considerando las posibles antiguas evidencias, y los nuevos vestigios surgidos últimamente en la calle del Rollo, nos daría el siguiente itinerario aproximado. Naciendo de la esquina suroccidental del antiguo Palacio de los Consejos, descendería por la acera occidental de la calle de la Villa, desembocando en la Plaza de la Cruz Verde, y remontaría a continuación por la calle del Conde –restos aparecidos en el caserón de la Calle de Segovia, siempre que no se trate de un muro de contención-, para seguidamente girar hacia el norte por la calle del Conde (restos aparecidos en el local de copas), subiendo en trazado ligeramente oblicuo hasta la confluencia de la Plaza de la Villa con la calle Mayor (donde se ocultan los restos aparecidos en 1944 y 1980), enfilando seguidamente por la acera oriental de la Calle de los Señores de Luzón (restos del sótano de la finca situada en la esquina de esta calle con la de Cruzada).


Desembocando en la Plaza de Santiago una cortina se alejaría del cuerpo principal de la muralla para finalizar en una torre albarrana (torreón documentado en 1648 junto al ábside de la antigua Iglesia de Santiago). El recorrido proseguiría hasta desembocar en la actual Plaza de Ramales, donde se ubicaría el posible torreón islámico posteriormente integrado en el campanario de la Iglesia de San Juan, y tras descender por el empinado despeñadero de los altos de Rebeque, se fundiría con el tramo norte de la muralla de la almudena.


La “muralla” de la calle del Rollo.

Restos de muralla en la  calle del Rollo con unas medidas visibles de unos 4,5 m. de ancho, 2 m. de altura máxima y unos 0.80 m. de grosor aparente, muestra un paramento formado por grandes mampuestos de sílex dispuestos irregularmente, aunque con ligera tendencia a formar hiladas. 
La “Guía del plano de Texeira (1656)” de Mª Isabel Gea, nos documenta sobre la existencia de un pretil de contención del terreno sobre el que se apoya este edificio, datado en 1707 según inscripción aún existente en el dintel de una de las portadas de la fachada de la calle de Segovia, pero posiblemente más antiguo, que nos hace dudar sobre la atribución de estos vestigios a un recinto fortificado

Muy próximo al emplazamiento de este  muro se encuentra otro en la planta baja de la finca nº 8 de la calle del Rollo, los propietarios del local han dejado visible del lienzo unos 8 metros de longitud por unos 1,30 de altura.  Con apariencia de mayor solidez y monumentalidad que el muro de la Calle de Segovia. En el Plano de Texeira el edificio que ocupaba este solar en 1656 muestra un curioso aspecto fortificado, mostrando una muralla en piedra que lo contornea por su lado sur, mostrando un torreón con tejadillo, y prolongándose hacia el Norte por la estrecha calle del Rollo, que asemeja paso de ronda.

Técnica constructiva de la muralla islámica madrileña.

El único tramo actualmente visible lo hallamos en el Parque del Emir Mohamed I y en la Cuesta de Ramón, a la espera de que se hagan accesibles al público el tramo de 70 metros  excavado en la Plaza de la Armería y fachada occidental de la Catedral de la Almudena. Las recientes excavaciones han deparado el descubrimiento de un torreón islámico edificado con sillares de granito, lo que hasta ahora supone una excepción al material constructivo empleado por los musulmanes madrileños en sus obras de fortificación entre los siglos IX-XI, generalmente sílex y piedra caliza.
Los restos de la calle Escalinata corresponden a un paño del lienzo de la muralla medieval de los siglos XII y XIII. Está entre los números 9 y 11.
Como durante el siglo XVI se tiró mucha muralla o ésta se aprovechó en la construcción de casas, algunos restos se encuentran en el interior de patios o bajos de edificios. 
Además de los restos de la calle Mesón de Paños-Escalinata, hay un tramo en la calle Almendro 15-17, otro en la Cava Baja, y algunos más diseminados por la zona.


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