Tomado de mcnbiografias.
Madrigal de las Altas Torres,,Ávila 22-4-1451 - Medina del Campo, Valladolid, 26-11-1504
Reina 1474 - 1504
Isabel de Castilla. Conquistato de Granada, de 1482, por Pedro Marcuello.
según las descripciones que han llegado de la Reina Católica, sin
duda debió de ser ciertamente bella y atractiva. Pulgar la describía
como una dama de hermosas proporciones, de piel blanca, de cabellos
largos y rubios, de ojos verdes; sin embargo, es en la Crónica incompleta, atribuida a Juan de Flores, donde se encuentra la descripción más cualificada de la reina Isabel:
La prinçesa tenía los ojos garços, las pestañas largas, muy alegres,
sobre gran honestad y mesura; las cejas altas, enarcadas, acompañando
mucho a la beldad de los ojos para lo que fueron compuestas; la nariz de
aquel tamaño y façión que mejor para hazerle el rostro bello se pornía;
la boca y los labios pequeños y colorados, los dientes menudos y
blancos; risa, de la qual era muy templada; [...] la cara tenía
muy blanca y las mexillas coloradas, y todo el rostro muy pintado y de
presençia real; la cabelladura tenía muy larga y ruvia, de la más dorada
color que para los cabellos mejor pareçer se demanda, de los quales
ella más vezes se tocava que de tocados altos y preçiosos, y así,
siempre con maestrada mano los ponía en orden al rostro como a las
figuras de su cara con ellos mejor luziesen; la garganta tenía muy alta,
llena y redonda, como las damas para mejor pareçer lo demandan; las
manos tenía muy estremadamente gentiles; todo el su cuerpo y persona el
más ayroso y bien dispuesto que muger humana tener pudo, y de alta y
bien compasada estatura, así que persona y rostro ninguna en su tiempo
lo tovo en la perfeçión y gentileza más apurado...
(Crónica incompleta..., pp. 88-89).
(Crónica incompleta..., pp. 88-89).
Un mes antes de su muerte, el humanista Pedro Mártir de Anglería
escribía Íñigo López de Mendoza, Conde de Tendilla, y efectuaba una
descripción de la enfermedad:
El humor se ha extendido por las venas y poco a poco se va declarando
la hidropesía. No le abandona la fiebre, ya adentrada hasta la médula.
Día y noche la domina una sed insaciable, mientras que la comida le da
náuseas. El mortífero tumor va corriéndose entre la piel y la carne.
(Mártir de Anglería, Epistolario..., II, pp. 85-86)
(Mártir de Anglería, Epistolario..., II, pp. 85-86)
En principio, la fiebre y el peligro de deshidratación (hidropesía)
pudiera ser indicativo de diabetes, pero también de estar afectada por
la peste, pues la villa de Medina del Campo y sus alrededores sufrieron
durante aquel año un rebrote de la terrible pandemia medieval. Pero la
referencia a la existencia de un tumor despeja todas las incógnitas,
pues posteriormente se supo que la Reina Católica sufría una "fístula en la partes vergoñosas e cáncer que se le engendró en su natura" (Junceda Avello, op. cit.,
I, p. 44). A juzgar por estas informaciones, parece concluyente que
Isabel I sufría un cáncer de útero o de recto, al que por su conocido y
ya mencionado sentido del pudor, se negó a poner todo el remedio
posible. Los médicos que la atendieron eran los más notables del reino,
como Juan de Guadalupe, Nicolás de Soto y Mateo de la Parra, y si no
pudieron hacer nada por salvar su vida, o por aliviar sus últimos
momentos, desde luego no fue porque escatimasen medios.
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