En 1944, al
realizarse unas calas en la calle Mayor en su confluencia con la
Plaza de la
Villa, aparecieron unos vestigios
arqueológicos que dieron pie a que el historiador del arte y
arqueólogo Elías Tormo (1869-1957) expusiera en su obra “Las
murallas de Madrid” (1945) un interesante planteamiento teórico sobre el
itinerario aceptado de los dos recintos fortificados medievales madrileños. En
el capítulo titulado “Muros de mayor antigüedad”, Tormo aventuraba la
posibilidad de que existiera un “tercer recinto” que se originara en el
desaparecido Arco de Santa María, perteneciente al primer recinto amurallado
islámico y actualmente denominado de la “almudena” que, en lugar de dirigirse
hacia el Norte por la actual calle del Factor, lo hiciera siguiendo el trazado
de la actual calle Mayor hasta la
Puerta de Guadalajara. El resto del
casco medieval situado al Sur de la calle Mayor correspondería por tanto al
período de crecimiento y repoblación experimentados tras la conquista
castellana de la ciudad en el año 1085. En el Siglo XII se alzaría un nuevo
recinto murado que comprendería las puertas de Segovia, de Moros y Puerta
Cerrada.
La aportación
del profesor Oliver Asín
Esta idea del
Profesor Tormo, no planteada como teoría en firme por la carencia de base
documental o la existencia de restos arqueológicos determinantes, fue puesta en
duda por el filólogo y arabista D. Jaime Oliver Asín. En 1959 publicaba un
trabajo pionero en las labores de desentrañar los orígenes históricos de
nuestra ciudad usando para ello las herramientas de la filología y la
arqueología: “Historia del nombre ¨Madrid¨”. Sus investigaciones incluyeron
numerosas incursiones al subsuelo de la ciudad, especialmente orientadas a la
exploración de los célebres “viajes de agua”, conducciones de captación y
conducción de las aguas obtenidas de las capas freáticas. Esta técnica
hidráulica fue importada a la
Península Ibérica desde el Próximo
Oriente por los árabes, y tuvo especial importancia en Madrid, tan determinante
que posiblemente en ella se halle la clave de su fundación como ciudad
islámica, además del sentido etimológico de su nombre. Sus contactos habituales
con los poceros de la época, grandes conocedores de las entrañas de nuestra
Villa, le permitieron deducir que los restos arqueológicos surgidos en 1944
quizá no se correspondían con “resto alguno de fortificación”, sino que
resultarían ser “una cámara y minas de viajes antiguos”. Esta deducción no se
pudo confirmar o desmentir al no realizarse trabajo arqueológico alguno en
dicha época. Sin embargo, en el verano de 1980, con motivo de las obras de
peatonalización de la
Plaza de la
Villa, estos restos volvieron a aflorar a la
superficie, pero fueron rápidamente cubiertos en el tráfago de las obras, y no
se hicieron públicos los resultados de las posibles investigaciones que
llegaran a efectuarse. La duda, por tanto permanece: ¿restos de fortificación
islámica, o de infraestructura hidráulica?
En el trabajo
conjunto “Las murallas de Madrid. Excavaciones y estudios arqueológicos 1979-1982”, los profesores Manuel
Retuerce y Luis Caballero entre otros, argumentaban la posible existencia del
recinto intermedio. Se apoyaban en los vestigios ya aludidos por Elías Tormo, y
otros documentados con posterioridad, como la noticia aportada por la profesora
Mercedes Agulló del descubrimiento de un torreón fortificado durante la
demolición del antiguo ábside románico de la
Iglesia de Santiago, en 1648.
La Nueva iglesia de Santiago fue finalizada en 1811. Al
demolerse el ábside de la antigua, en el año 1648, apareció un cubo o torreón
fortificado, ¿quizá una torre albarrana?. El profesor Montero
Vallejo, que ha popularizado el término “medinilla” para denominar a este
hipotético lienzo, alude también al grueso muro aparecido al construir en 1975
el inmueble existente entre las calles de Señores de Luzón y Cruzada,
considerando la primera calle como posible ronda exterior de este recinto.
Resalta, igualmente, como en las recientes excavaciones (entre 1999 y 2002)
efectuadas en la
Plaza de Ramales para investigar los
restos de la desaparecida Iglesia de San Juan, el cimiento del basamento de su
torre-campanario parece corresponderse con un torreón cuadrangular, aprovechado
en el siglo XII para alzar la torre de la iglesia
Trazado
hipotético del recinto intermedio.
Una
reconstrucción especulativa de este recinto amurallado, considerando las
posibles antiguas evidencias, y los nuevos vestigios surgidos últimamente en la
calle del Rollo, nos daría el siguiente itinerario aproximado. Naciendo de la
esquina suroccidental del antiguo Palacio de los Consejos, descendería por la
acera occidental de la calle de la
Villa, desembocando en la
Plaza de la
Cruz Verde, y remontaría a continuación por
la calle del Conde –restos aparecidos en el caserón de la
Calle de Segovia, siempre que no se
trate de un muro de contención-, para seguidamente girar hacia el norte por la
calle del Conde (restos aparecidos en el local de copas), subiendo en trazado
ligeramente oblicuo hasta la confluencia de la
Plaza de la
Villa con la calle Mayor (donde se
ocultan los restos aparecidos en 1944 y 1980), enfilando seguidamente por
la acera oriental de la
Calle de los Señores de Luzón (restos
del sótano de la finca situada en la esquina de esta calle con la de Cruzada).
Desembocando en la
Plaza de Santiago una cortina se
alejaría del cuerpo principal de la muralla para finalizar en una torre
albarrana (torreón documentado en 1648 junto al ábside de la antigua Iglesia de
Santiago). El recorrido proseguiría hasta desembocar en la actual Plaza de
Ramales, donde se ubicaría el posible torreón islámico posteriormente integrado
en el campanario de la
Iglesia de San Juan, y tras descender
por el empinado despeñadero de los altos de Rebeque, se fundiría con el tramo
norte de la muralla de la almudena.
La “muralla” de
la calle del Rollo.
Restos de muralla en la calle del Rollo con unas medidas visibles de unos 4,5 m. de ancho, 2 m. de altura máxima y unos 0.80 m. de grosor aparente,
muestra un paramento formado por grandes mampuestos de sílex dispuestos
irregularmente, aunque con ligera tendencia a formar hiladas.
La “Guía del
plano de Texeira (1656)” de Mª Isabel Gea, nos documenta sobre la existencia de
un pretil de contención del terreno sobre el que se apoya este edificio, datado
en 1707 según inscripción aún existente en el dintel de una de las portadas de
la fachada de la calle de Segovia, pero posiblemente más antiguo, que nos hace
dudar sobre la atribución de estos vestigios a un recinto fortificado
Muy próximo al
emplazamiento de este muro se encuentra
otro en la planta baja de la finca nº 8 de la calle del Rollo, los propietarios
del local han dejado visible del lienzo unos 8 metros de longitud por
unos 1,30 de altura. Con apariencia de mayor solidez y monumentalidad que
el muro de la
Calle de Segovia. En el Plano de
Texeira el edificio que ocupaba este solar en 1656 muestra un curioso aspecto
fortificado, mostrando una muralla en piedra que lo contornea por su lado sur,
mostrando un torreón con tejadillo, y prolongándose hacia el Norte por la
estrecha calle del Rollo, que asemeja paso de ronda.
Técnica
constructiva de la muralla islámica madrileña.
El único
tramo actualmente visible lo hallamos en el Parque del Emir Mohamed I y en la
Cuesta de Ramón, a la espera de que se
hagan accesibles al público el tramo de 70 metros excavado en la
Plaza de la
Armería y fachada occidental de la
Catedral de la
Almudena. Las recientes excavaciones
han deparado el descubrimiento de un torreón islámico edificado con sillares de
granito, lo que hasta ahora supone una excepción al material constructivo
empleado por los musulmanes madrileños en sus obras de fortificación entre los
siglos IX-XI, generalmente sílex y piedra caliza.
Los restos
de la calle Escalinata corresponden a un paño del lienzo de la muralla medieval
de los siglos XII y XIII. Está entre los números 9 y 11.
Como durante
el siglo XVI se tiró mucha muralla o ésta se aprovechó en la construcción de
casas, algunos restos se encuentran en el interior de patios o bajos de
edificios.
Además de
los restos de la calle Mesón de Paños-Escalinata, hay un tramo en la calle
Almendro 15-17, otro en la
Cava Baja, y algunos más diseminados por la
zona.
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