El Alcázar en 1534. Dibujo de J. Cornelius Vermeyen del viejo Alcázar. La imagen corresponde, aproximadamente, al año 1534, antes de la ampliación emprendida por Carlos I en 1537, la primera de envergadura realizada en el edificio. Es probable que éste fuera el aspecto que presentaba el castillo musulmán, cuya estructura y muros sirvieron de base al palacio real promovido por el emperador. El campo que vemos delante corresponde a la actual Plaza de la Armería. Podemos ver la puerta levadiza y junto a ella el puente que salvaba el baranco por donde discurría un brazo del arroyo del Arenal, que penetraba, tal vez de modo subterráneo, junto a la puerta de la Sagra. La puerta de la Sagra desapareció pronto, probablemente sustituida por la puerta de Valnadú, ya en época cristiana.
Palacio y a su derecha la Casa del Tesoro, ahora la Plaza de Oriente. Se ve en primer plano la iglesia de San Gil y junto a ella habría estado la Puerta de la Sagra de la muralla musulmana.
Campo del Rey o de Armas. Año 1704. El palacio se levanta trás el incendio de 1734. "El viernes 24 de diciembre de dicho año de 1734, día de Nochebuena, antes de las doce de la noche, se pegó fuego por parte del Parque en el Palacio de S. M. y estuvo ardiendo quasi cuatro días y se quemó mucha parte de él y la Capilla y se perdieron muchas alhajas y papeles y perecieron muchas personas en el incendio."
Fachada Sur. La Plaza de la Armería. El Alcazar- fines del siglo XVI- y el Palacio.
Patio interior, Patio del Rey.
Durante el reinado de Felipe II la Real Farmacia se convirtió en un apéndice de la Casa Real, con la orden de abastecerla de medicamentos, función que continúa en nuestros días. La Real Farmacia que existe en la actualidad fue fundada como Museo de Farmacia en 1964. Las salas de destilaciones y las dos salas adyacentes a la farmacia fueron reconstruidas tal y como eran durante los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII. Los frascos son anteriores y fueron realizados en las fábricas de la Granja y del Buen Retiro, existiendo también otros enseres fabricados en loza de Talavera en el siglo XVII.
El Alcazar de Madrid en el siglo XVII. Se ve a la derecha la parroquia del Alcazar y luego del palacio, la iglesia de San Gil. Estaría junto a la arcada este de la Plaza de la Armería donde situamos la Farmacia Real.
Pintura del siglo XVII del Real Alcázar de Madrid. La fachada meridional, a la derecha, presenta el aspecto que finalmente le confirió el arquitecto Juan Gómez de Mora, en las obras realizadas en 1636. La occidental, a la izquierda, corresponde a una estructura muy anterior, tal vez la del primitivo castillo musulmán que sirvió de base a las diferentes ampliaciones acometidas. La primera ampliación de importancia acometida en el edificio se efectuó en el año 1537, por encargo del emperador Carlos I, pero su aspecto exterior final corresponde a las obras realizadas en 1636 por el arquitecto Juan Gómez de Mora, impulsadas por el rey Felipe IV.
Arcada este de la Plaza de la Armería- Ala de San Gil, ampliación de Sabatini-. Un poco más al este discurría la muralla musulmana. Está en el lado este la Real Farmacia.
Frente a la Real Farmacia en la arcada de la Plaza de la Armería- Ala oeste- que mira al Manzanares está la Real Armería. Está situada a la izquierda de la Plaza de la Armería. Su origen está en la colección privada del rey Carlos V que Felipe II trasladó a Madrid en el año 1561. Reúne interesantes piezas únicas, destacando las de la época del Renacimiento.
Considerada, junto a la imperial de Viena, como una de las mejores del mundo, está formada por piezas que van desde el siglo XV en adelante. Son de destacar las piezas de torneo realizadas para Carlos V y Felipe II por los principales maestros armeros de Milán y Augsburgo. Entre las piezas más llamativas sobresale la armadura y aperos completos que el emperador Carlos V empleó en la Batalla de Mühlberg, y con los cuales fue retratado por Tiziano en el famoso retrato ecuestre del Museo del Prado. Desgraciadamente, una parte de la armería se perdió durante la Guerra de la Independencia y durante la Guerra Civil Española. Aun así, la armería conserva algunas de las piezas más importantes de este arte a nivel europeo y mundial, entre ellas varias firmadas por Filippo Negroli, uno de los artífices más afamados del gremio.
Frente a la fachada sur del Palacio y cruzando el antiguo Campo de Armas o Campo del Rey, ahora Plaza de la Armería, vemos la Catedral de la Almudena.Tanto el antiguo Real Alcázar como el Palacio Real tuvieron sus propias Caballerizas.
Las del antiguo Real Alcázar fueron construidas en 1564 a instancias de Felipe II. Construidas por Gaspar de la Vega, se encontraban entre la plaza de la Armería y la Cuesta de la Vega, donde hoy se levanta la catedral de la Almudena.
Desaparecieron en el incendio de el Alcázar de 1734.
Las Caballerizas del Palacio Real fueron encargadas a Francisco Sabatini por Carlos III y se encontraban entre la calle de Bailén y la Cuesta de San Vicente, donde hoy se encuentran los Jardines de Sabatini.
Se dice que estaban construidas en piedra berroqueña, tenían patios interiores con fuentes de agua potable y una capilla dedicada a San Antonio Abad. Se les supone una capacidad para 179 carruajes y 500 caballerías.
Con el advenimiento de la República, el Gobierno ordenó la incautación de diferentes bienes pertenecientes a la Familia Real, entre ellos las Caballerizas Reales, cediendo este espacio al Ayuntamiento de Madrid para poder levantar un parque público. Las Caballerizas fueron derribadas en 1932 para construir los Jardines de Sabatini.
LA CALLE DEL ESPEJO
Es la del Espejo una pequeña calle que sale del Teatro Real para desembocar en otra de las calles con más encanto del Madrid de los Austrias, la de Santiago. En su origen, en el siglo XVII, se prolongaba hacia esta última formadon curva. Fue el príncipe de Astillano, en 1670, quien decidió que se cerrara la callejuela que iba desde la Plazuela de Santiago a la calle Angosta del Espejo.
Tas el intento de conquista de Madrid por parte del primer cristiano, Ramiro II -que tuvo que desistir por carecer de fuerzas- los árabes fortificaron nuevamente la ciudad. Con la intención de prevenirse de nuevos llegadas de cristianos y leoneses construyeron torres desde las que se divisaba el campo. Dichas atalayas se llamaban en latín “specula”. En lo que hoy es la calle del Espejo se enclavó uno de aquellos “espejos”. La muralla del Madrid morisco coincidía con esta calle e incluso cómo algunas de sus casas tiene sus cimientos sobre los restos del antiguo muro.
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