En
1275 los benimerines invadieron Andalucía y atacaron el valle del Guadalquivir.
El día 25 de julio de 1275 falleció en Ciudad Real el infante Fernando de la Cerda, hijo primogénito de
Alfonso X, a quién su padre había encargado el gobierno del reino durante su
viaje al Imperio. Antes de fallecer, el infante Fernando suplicó a Juan Núñez
de Lara y León, hijo de Nuño González de Lara, que velase por los derechos
sucesorios de sus hijos Alfonso y Fernando, conocidos como los infantes de la Cerda, pues preveía que sus
derechos al trono serían cuestionados, debido a su corta edad.
Nuño
González de Lara, que había sido nombrado Adelantado mayor de la frontera de
Andalucía, se dirigió a la ciudad de Córdoba, y hallándose allí, decidió pasar
a Écija a fin de reforzarla con sus tropas, pues preveía que sería atacada por
el emir de los benimerines. Una vez en Écija, el señor de Lara optó por no
atacar a los musulmanes y aguardar la llegada de las tropas cristianas de la
frontera, a las que había ordenado que se reuniesen con él allí. No obstante,
temiendo que su actuación fuera tachada de cobardía, resolvió dejar Écija y
librar batalla campal contra los musulmanes.
Durante
la batalla que se libró en las cercanías de Écija el día 7/8 de septiembre, las
bajas castellano-leonesas fueron numerosísimas, y el propio Nuño González de
Lara y la mayor parte de sus hombres perdieron la vida en ella, escapando de la
muerte únicamente los hombres que se refugiaron en Écija tras la derrota.
Don Nunno et los que estauan con él pelearon
con los moros que venían con Abén Yuçaf e fueron vençidos los christianos e
murió y don Nunno en la pelea et muchos de los que yuan con él. Et murieran más
sy non que tenían la villa de Écija çerca, do se acogieron. Et fállase por
escripto que don Nunno e los que eran con él fueron tan fuertes caualleros que
lidiaron tanto que Abén Yuçaf resçeló que sus moros serían vençidos, ca él
estava en logar donde veýa la pelea. Et desque don Nunno fue muertoe los
christianos fuydos del campo, Abén Yuçaf fue ver qué gentes de los christianos
murieran en aquella pelea, et fallaron a don Nunno muerto en el campo e yazían
aderredor dél muertos muchos caualleros e quatroçientos escuderos de pie quel
guardauan e otras muchas gentes de christianos e de moros que murieron allí.
El
emir de los benimerines ordenó cortar la cabeza de Nuño González de Lara y la envió
su cabeza al rey Muhammad II de Granada, que se mostró apenado por la muerte
del magnate que había hecho mucho porque él fuese rey, y ordenó que la cabeza del
señor de Lara fuera enviada a la ciudad de Córdoba, para que recibiera
sepultura junto con el resto de su cuerpo, trasladado a la ciudad de Palencia,
donde recibió sepultura en el convento de San Pablo de Palencia, en el que
recibió sepultura también su esposa, Teresa Alfonso.
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