Calle del Desengaño, 26.
Situada en la calle del Desengaño, continúa la tradición de la antigua parroquia de San Martín, que estuvo situada en la plaza de su nombre, frente a las Descalzas Reales. Los orígenes de San Martín se remontan al año 1126, cuando es fundado como un convento benedictino al que se le concedió carta puebla para poblar sus inmediaciones. En el siglo XIV, el convento se transformó también en parroquia y llegó a convertirse en la más importante de Madrid durante el Antiguo Régimen, tanto en recursos como en población y extensión.
En 1809, José Bonaparte derribó la iglesia del convento y la parroquia estuvo deambulando por diversas iglesias de la ciudad hasta que en 1816, los frailes regresaron a su antiguo edificio, donde habilitaron una pequeña capilla para los oficios y el culto. En 1821, durante el trienio liberal, la parroquia fue trasladada a la iglesia del convento de San Basilio y en 1823, con la vuelta del absolutismo, la parroquia regresaba a la plaza de San Martín. Los decretos desamortizadores de 1836, obligaron su traslado definitivo a su emplazamiento actual de la calle desengaño, ocupando el antiguo convento de Portacoeli que había sido fundado en 1644, y que se encontraba vacío tras la exclaustración de los frailes.
Ya antes, en 1809, se habían fusionado en éste los dos conventos que esta orden tenía en Madrid, es decir, el del Espíritu Santo dela Carrera de San Jerónimo, ocupa su lugar el Palacio del Congreso de los Diputados, y el propio de Portacoeli.
En cuanto al edificio, se puede considerar como un magnífico ejemplo de barroco madrileño de la segunda mitad del siglo XVII. Se cree que fue construido por el Padre José de Valdemoro entorno a 1648. Levantado sobre una planta de cruz latina, destaca la portada, atribuida a los Churriguera, aunque no hay ningún dato que lo pruebe. En los últimos años ha sido cedida para la celebración del culto de la comunidad polaca de Madrid.
La fachada principal recae a la calle Desengaño. Presenta un fuerte carácter monumental, aun dentro de los cánones escurialenses que imperaban en el sigo XVII en la aquitectura madrileña. Se estructura esta fachada en dos cuerpos, rematando la sección central un frontón triangular y las laterales sendas torres prismáticas. Llama la atención el empleo masivo del ladrillo en los paramentos y su desnudez decorativa, en claro contraste con la portada, en la que se emplea el granito y un abigarrado diseño. La antedicha portada se compone a modo de retablo, con dos columnas exentas sobre altos plintos flanqueando el ingreso y un cuerpo superior, muy decorado, con una hornacina que aloja un grupo escultórico representando al venerable Agostino Adorno, fundador de los Clérigos Menores, ante la Virgen de Portacoeli, antigua advocación del convento. Es ésta una de las más destacadas fachadas barrocas que se conservan en Madrid, después de la destrucción de muchas de las que existían en diversos avatares, como la Desamortización o la Guerra Civil, y a pesar de ver alterada en cierta medida su imagen por la adición de una moderna fachada en el edificio contiguo.
En 1809, José Bonaparte derribó la iglesia del convento y la parroquia estuvo deambulando por diversas iglesias de la ciudad hasta que en 1816, los frailes regresaron a su antiguo edificio, donde habilitaron una pequeña capilla para los oficios y el culto. En 1821, durante el trienio liberal, la parroquia fue trasladada a la iglesia del convento de San Basilio y en 1823, con la vuelta del absolutismo, la parroquia regresaba a la plaza de San Martín. Los decretos desamortizadores de 1836, obligaron su traslado definitivo a su emplazamiento actual de la calle desengaño, ocupando el antiguo convento de Portacoeli que había sido fundado en 1644, y que se encontraba vacío tras la exclaustración de los frailes.
Ya antes, en 1809, se habían fusionado en éste los dos conventos que esta orden tenía en Madrid, es decir, el del Espíritu Santo de
En cuanto al edificio, se puede considerar como un magnífico ejemplo de barroco madrileño de la segunda mitad del siglo XVII. Se cree que fue construido por el Padre José de Valdemoro entorno a 1648. Levantado sobre una planta de cruz latina, destaca la portada, atribuida a los Churriguera, aunque no hay ningún dato que lo pruebe. En los últimos años ha sido cedida para la celebración del culto de la comunidad polaca de Madrid.
La fachada principal recae a la calle Desengaño. Presenta un fuerte carácter monumental, aun dentro de los cánones escurialenses que imperaban en el sigo XVII en la aquitectura madrileña. Se estructura esta fachada en dos cuerpos, rematando la sección central un frontón triangular y las laterales sendas torres prismáticas. Llama la atención el empleo masivo del ladrillo en los paramentos y su desnudez decorativa, en claro contraste con la portada, en la que se emplea el granito y un abigarrado diseño. La antedicha portada se compone a modo de retablo, con dos columnas exentas sobre altos plintos flanqueando el ingreso y un cuerpo superior, muy decorado, con una hornacina que aloja un grupo escultórico representando al venerable Agostino Adorno, fundador de los Clérigos Menores, ante la Virgen de Portacoeli, antigua advocación del convento. Es ésta una de las más destacadas fachadas barrocas que se conservan en Madrid, después de la destrucción de muchas de las que existían en diversos avatares, como la Desamortización o la Guerra Civil, y a pesar de ver alterada en cierta medida su imagen por la adición de una moderna fachada en el edificio contiguo.
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