Por orden de Felipe IV se mandó construir sobre el río Manzanares un nuevo puente que enlazara Madrid con el camino de Toledo. El Puente de la Toledana, así denominado, fue proyectado por Juan Gómez de Mora y construido por José Villarreal entre 1649 y 1660. Una crecida del río Manzanares destruyó el puente, obligando a proyectar uno nuevo en 1671.
En 1680, recién construido el puente, otra riada se lo llevó, volviendo otra vez a tener que levantarlo bajo las trazas proyectadas en 1682 por José del Olmo y añadidos de José Arroyo, cuyas líneas básicas mantuvo Teodoro Ardemans cuando se hizo cargo de las obras en 1684.
En 1715 se encargó una nueva reconstrucción a Pedro de Ribera. Las obras comenzaron en 1719 y concluyeron en 1732, resultando una estructura de nueve arcos de medio punto con sólidos contrafuertes y tambores que se rematan en balconcillos. En 1735 el escultor Juan Ron labró en los templetes las imágenes de San Isidro y Santa María de la Cabeza, y las complementó con ornamentos churriguerescos.
Pedro de Ribera construyó este puente por donde pasaba el camino que enlazaba Madrid con Toledo. Está constituido por nueve arcos de medio punto construidos con sillares de granito, presentando a ambos lados del arco central dos cuerpos en forma de templete que albergan las esculturas de San Isidro y Santa María de la Cabeza, patronos de Madrid, realizadas por Juan Ron. Originalmente, en cada entrada se disponían fuentes, obeliscos y rampas de bajada al río.
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