EN MADRID, FUE la ermita del Ángel de la Guarda. Fundada por la cofradia de porteros del Ayuntamiento en 1605. En ella se daba culto a la imagen del Santo Ángel que había estado en la puerta de Guadalajara de la muralla madrileña hasta su incendio en 1582. La ermita desparecio en 1783 y la imagen pasa a la ermita del Cristo de la Oliva. Situada en el paseo de Atocha, fue levantada en el siglo XVI.
El humilladero del Santísimo Cristo de la Oliva se edificó, en la primera mitad del siglo XVI, a medio camino entre San Blas y el convento de Nuestra Señora de Atocha. Su emplazamiento en el camino de acceso al monasterio mariano y la imagen del Cristo que allí se veneraba fueron las razones que fomentaron y consolidaron su popularidad. En 1564 el célebre oratorio, sufrió un acto vandálico por parte de unos herejes ingleses que despedazaron violentamente la talla del Crucificado y lan zaron los trozos en un olivar cercano. Los religiosos de Atocha, enterados de tan bárbaro incidente, recogieron los pedazos que, a petición del propio Felipe II,
quien parece procesaba gran devoción al Cristo, permitieron recomponer la figura que quedó depositada en la iglesia del convento mientras se reedificaba la capilla, gravemente resentida durante el lamentable episodio. La escultura permaneció finalmente durante treinta y tres años en el santuario vecino, hasta que en 1598 fue trasladada en solemne procesión. Recién iniciada la década de los ochenta el oratorio experimentó una notabilísima revitalización debido, en gran medida, al gremio de maceros y porteros del Ayuntamiento quienes, a causa del estado de ruina y en consecuencia el inminente derribo de la ermita del Santo Angel, sita en las inmediaciones del puente de Segovía, donde desde el siglo XVI habían tenido su centro de culto, el 16 de abril de 1782 solicitaron a Madrid la concesión del humilladero de la Oliva como sede donde poder reverenciar la efigie del Santo Ángel de la Guarda por ellos adoraban. En 1810 el oratorio fue saqueado por las tropas. El 20 de abril de 1882 se acordó el derrumbe del viejo humilladero para ensanchar la carretera de Valencia.
quien parece procesaba gran devoción al Cristo, permitieron recomponer la figura que quedó depositada en la iglesia del convento mientras se reedificaba la capilla, gravemente resentida durante el lamentable episodio. La escultura permaneció finalmente durante treinta y tres años en el santuario vecino, hasta que en 1598 fue trasladada en solemne procesión. Recién iniciada la década de los ochenta el oratorio experimentó una notabilísima revitalización debido, en gran medida, al gremio de maceros y porteros del Ayuntamiento quienes, a causa del estado de ruina y en consecuencia el inminente derribo de la ermita del Santo Angel, sita en las inmediaciones del puente de Segovía, donde desde el siglo XVI habían tenido su centro de culto, el 16 de abril de 1782 solicitaron a Madrid la concesión del humilladero de la Oliva como sede donde poder reverenciar la efigie del Santo Ángel de la Guarda por ellos adoraban. En 1810 el oratorio fue saqueado por las tropas. El 20 de abril de 1882 se acordó el derrumbe del viejo humilladero para ensanchar la carretera de Valencia.
En 1892, la reina regente María Cristina, esposa de Alfonso XII, fundó en el Paseo de Extremadura un asilo de párvulos para la educación y alimentación de niños pobres. Como complemento de esta fundación, en 1904 se va a encargar al arquitecto Enrique María Repullés y Vargas la realización de una iglesia para el asilo, que es terminada en 1906. Un año después, en 1907, la iglesia de Santa Cristina se convierte en filial de la parroquia de Nuestra Señora de la Almudena, función que continuará desempeñando hasta que en el arreglo parroquial de 1941 se convierte en parroquia independiente.En cuanto al edificio en sí, aunque en un principio Repullés la concibe como una obra neogótica, al final fue construido en un estilo neomudejar, cerca de los parámetros toledanos. Consta de una sola nave basilical con capillas a los lados, y una capilla mayor de planta pentagonal con un templete central. En el exterior, todo ello decorado profusamente en ladrillo, destaca sobre todo la torre, compuesta de cuatro cuerpos y que hace además de pórtico de entrada.
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