Iglesia de San José. En la confluencia de la Gran Vía y la calle de Alcalá. Calle de Alcalá, 43. Se trata de la iglesia del antiguo convento de San Hermenegildo, fundado en 1586 por fray Nicolás de Jesús y María, bajo licencia del cardenal Gaspar de Quiroga, y más conocido con el nombre del Carmen Descalzo, por estar habitado por religiosos de dicha orden. Fundado con gran apoyo de Felipe II, se puso bajo la advocación de este Santo por deseo del Monarca. El primitivo edificio, cuya iglesia había sido construida en 1605, fue demolido a principios del siglo XVIII, y en 1730 se encargó a Pedro de Ribera la construcción del actual, terminado en 1748 por José de Arredondo y Fausto Manso.
Iglesia del barroco madrileño, levantada sobre planta de cruz latina con una nave central y dos laterales. En la fachada, muy del estilo de Ribera, hay un nicho central con una imagen de Nuestra Señora del Carmen que realizó el escultor francés Roberto Michel. La fachada original fue alterada en 1912 por el arquitecto Juan Moya e Idígoras, al ampliarla hacia los lados y en altura para así adecuarla a las proporciones de la vecina “Casa del párroco”, construida también en esas fechas con motivo de la apertura de la Gran Vía. En 1836, con la desamortización de Mendizábal, los religiosos carmelitas fueron expulsados y tanto el convento como el templo quedaron vacíos y sin uso. El convento, tras albergar durante algunos años la Dirección de la Administración Militar, fue demolido en 1870, construyéndose en su lugar el teatro Apolo, y más tarde el edificio del Banco de Vizcaya. Parte de su huerta la ocupa la plaza del Rey. En cuanto a la iglesia, desde este momento se va a convertir en la sede de la parroquia de San José, función que sigue desempeñando en la actualidad. Esta parroquia había sido fundada como anejo parroquial de San Ginés en 1745 por Bernardino Fernández de Velasco, duque de Frías. Antes de situarse en la iglesia del Carmen Descalzo tuvo varios emplazamientos; primero estuvo en el palacio del propio duque, hasta que durante la dominación francesa se trasladó a la iglesia de las monjas de Góngora, y más tarde al Hospital de los Flamencos.
Antes de llegar a la iglesia de San José se encuentra el convento de Las Calatravas. Calle de Alcalá, 25. Podemos ver la iglesia del antiguo Monasterio Real de la Concepción, más conocido por el de las Comendadoras de Calatrava. Los orígenes de este convento se remontan a 1623, cuando las religiosas de la Orden Militar de Calatrava se trasladaron a Madrid procedentes del Almonazid de Zorita (Guadalajara), estableciéndose en un principio en el convento de Santa Isabel, y más tarde en unas casas al final de la calle Atocha. A finales del siglo XVII se trasladaron a este edificio de la calle Alcalá. El convento fue derribado durante los años de la Revolución de 1868, quedando en pie únicamente su iglesia. La iglesia se salvó del derribo gracias a la intervención que hizo Manuel Silvela en el Congreso de los Diputados el 9 de marzo de 1870, con la propuesta de conservar el convento y el templo. Tras un arduo debate con los diputados Moreno Benítez y con el Ministro de Hacienda, partidarios del derribo, el gobierno optó por una solución salomónica: conservar el templo y derribar el convento.En cuanto al edificio, fue realizado entre 1670 y 1678 según las trazas de Fray Lorenzo de San Nicolás, aunque fue terminado por Isidro Martínez y Gregorio Garrote. Se trata de una iglesia de planta de cruz latina con crucero y una cúpula monumental constituida por un tambor de ocho ventanas, cuatro abiertas y cuatro cegadas. En el interior, destaca el soberbio retablo de la capilla mayor realizado por José Benito de Churriguera entre 1720 y 1724, con esculturas de Pablo González Velázquez. En cuanto a la fachada, actualmente se encuentra muy modificada respecto a la original, ya que durante el reinado de Isabel II, el arquitecto Juan de Madrazo y Kuntz realizó una completa remodelación a instancias del rey consorte Francisco de Asís. Esta reforma consistió en aplicar un color rojizo de terracota a toda la fachada, además de introducir motivos decorativos neo renacentistas, muy inspirados en la arquitectura milanesa, como el rosetón del cuerpo central que reproduce la Cruz de Calatrava.
El antiguo Madrid. Paseos histórico-anecdóticos por las calles y casas de esta villa Ramón de Mesonero Romanos. (1803-1880). Tomo II.
A principios del siglo XVII se trasladaron también a Madrid, desde la villa de Almonacid de Zurita, las señoras comendadoras de la Concepción Real de la orden de Calatrava, y con la protección y dones del Monarca pudieron construir su iglesia y convento. Se instalaron primero en una casa de la calle de Santa Isabel, en Atocha. Este convento no se ha salvado de la destrucción de edidificos eclesiásticos que tiene lugar en 1872, quedando sólo la iglesia con culto para las ordenes de Calatrava, Alcántara y Montesa, las mismas que recibian aquí hospitalidad.
Más adelante, en la misma calle y en el terreno convertido hoy en jardín del Marqués de Casa-Riera, había otro convento de monjas carmelitas recoletas, denominadas las Baronesas, por su fundadora la baronesa dona Beatriz Silveira, que fue demolido, y vendido su solar en 1836. Fue fundado en 1650 por la Baronesa Beatriz de Silveyra bajo la advocación de la Natividad de Nuestra Señora y San José en las casas que poseía en la calle de Alcalá. No obstante, en recuerdo de su fundadora fue más conocido por los madrileños por el nombre del convento de las Baronesas, ella era baronesa de Castel Florido. Para la fundación de este convento -de religiosas Carmelitas Recoletas; su marido dispuso para monjas de San Francisco, pero la baronesa se inclina por el Carmelo por tener a un hermano profeso en esta Orden-, doña Beatriz utilizó el dinero dejado para ello por su marido, Jorge Paz de Silveyra -Barón de San Quintín de Monte Agrazo y Caballero de la Orden de Santiago-, sobre unas casas que para al efecto compró al marqués de Falces en la calle Alcalá. La baronesa muere en 1660. Las religiosas tomaron posesión del edificio el 15 de agosto de 1651. Acogia a 40 monjas recoletas calzadas que podían comer carne, salvo los viernes. La orden creada por Santa Teresa establecía calzar sandalias, la vigilia todo el año y no soprepasar la 21 hermanas. En cuanto a su arquitectura, destacaba su iglesia, construida entre 1675 y 1700 por el arquitecto Juan de Lobera, aunque fue acabada por su yerno Juan de Pineda. Sus trazas seguían el modelo de la época, planta de cruz latina, con crucero y cúpula sobre pechinas. Desamortizado en 1836, fue inmediatamente demolido, pasando su solar a convertirse en el jardín del palacio del Marqués de Casa Riera. En la actualidad su lugar lo ocupa el edificio del Círculo de Bellas Artes y la calle y jardines del marqués de Casa Riera. Sería su vecino el actual edificio del Banco de España. En las casas donde se funda el Convento se situó antes el Mesón del Toro.
Enfrente de éste se construyó, con puerta a la calle de los Caños de Alcalá, en los primeros años del siglo XVII, el convento de padres carmelitas descalzos de San Hermenegildo, aunque la iglesia actual fue construida en 1742; hoy sirve de parroquia de San José, y es acaso la más hermosa y capaz de las iglesias parroquiales de Madrid. Fue trasladada a ella la parroquialidad a la extinción de los regulares en 1836, habiendo estado antes en el hospital de Flamencos, calle de San Marcos, en las monjas de Góngora y en la capilla que fundó para este objeto, en 1745, en la sala teatro de su propio palacio, el Duque de Frías D. Bernardino Fernández de Velasco. La iglesia actual de San José del Carmen, tiene contigua la capilla de Santa Teresa, fundada primitivamente por el célebre y desdichado ministro D. Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, y en ella estuvo depositado su cadáver hasta ser trasladado a las monjas de Portaceli de Valladolid. -El convento, que ocupaba toda la inmensa manzana número 288, entre las calles de Alcalá, de las Torres, de las Siete Chimeneas y del Barquillo, en una extensión de 202.668 pies, y la huerta, que ya había sido mermada en tiempo en que vivía en la casa frontera el Príncipe de la Paz, para formar la plazuela que tomó del mismo el título de Almirante, hoy del Rey, han sido vendidos después, y construidas en ella diversas casas particulares y el teatro de Apolo.
Colegio de San Patricio o de San Jorge, de los Irlandeses. Alcalá de Henares. Madrid.
Colegio de San Patricio o de San Jorge, de los Irlandeses. Alcalá de Henares. Madrid.
El 6 de diciembre de 1645 entra en juego el barón don Jorge de Paz Silveira, natural de Lisboa, quien otorga testamento. Muerto al poco tiempo, su viuda, Doña Beatriz de Silveira lo ejecuta, lo que en la práctica supone la concesión de una renta de 5.000 ducados para la refundación y sustento del Colegio de los Irlandeses, que estará ahora bajo la avocación de San Jorge. Se trazan las directrices en 1645 y se llevan a la práctica en el año de 1649. El 27 de diciembre de ese año, don Godofredo de Daniel, clérigo irlandés, pide autorización para establecer el colegio, con un poder de doña Beatriz de Silveira, viuda de Don Jorge de Paz. La finalidad de este colegio, como la de otros establecimientos similares en diferentes universidades católicas, era la de formar a estudiantes originarios de paises protestantes (o bajo su influencia). Estudiantes que adquirían el compromiso de regresar a ellos tras sus estudios y propagar allí la fe católica. A este fin, durante siete años, debía albergar a veinte colegiales irlandeses, ingleses y flamencos, dedicados al estudio de la Teología. En 1660 ocupa el actual edificio. En 1768 se aprueba la fusión del Colegio de Escoceses, en Madrid (destinado al mismo fin), con este de Alcalá. El colegio pasab entonces a depender del Patronato Real. En 1771 se decide disolver esta unión y el Colegio de Escoceses se traslada a Valladolid. Finalmente, el 7 de octubre de 1785 acaba su trayectoria alcalaína: se funde con el colegio del mismo objeto en la Universidad de Salamanca. El edificio de Alcalá de Henares pasa a propiedad del conde de Revillagigedo (Esteban Azaña). En el año 1660, doña Beatriz de Silveira, crea una Obra Pia, de su propio nombre, cuya fundación tiene por objeto socorrer a soldados y oficiales estropeados. Esta obra quedó dotada con doce mil ducados. Doña Beatriz y su marido no tienen hijos y dedican gran parte de su importante fortuna a las fundaciones religiosas y de caridad.
Mi padre, que nació en sur de Brasil, se llamava Hermenegildo!
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