El monasterio de San Andrés fue fundado por la condesa doña Mencía de Lara, pudo fundar hacia el año 1181, ya que en éste recibe abundantes donaciones y asiste como abadesa al Capítulo de la Orden que se celebra en las Huelgas de Burgos.
Las obras probablemente comenzarían algunos años después.
La iglesia fue consagrada el año 1222, según se deduce por la borrosa inscripción en la fachada norte del vestíbulo de fieles.
Por la misma época se estaba construyendo el vecino monasterio de Aguilar y el maestro de obras que participó en éste desde 1213 a 1226 y de nombre Ricardo, debió tener gran influencia en san Andrés, dentro de la corriente o escuela hispano-langedociana.
Debió ser otro taller el que más tarde trabaja en la sala capitular.
La Orden monástica cisterciense fue fundada por San Roberto en 1098 para alcanzar, mediante la observancia literal de la Regla de San Benito, el más genuino y auténtico sentido de la vida monacal.
El movimiento nació en Citeaux (Cister), paraje desierto de Borgoña, diócesis de Chalon-sur-Saône, hoy Dijon (Francia).
La introducción de la Orden del Cister en el reino de León se realiza con la incorporación del de Moreruela (Zamora) en 1.131 y la fundación de Fitero (Navarra) en 1.140.
Ya por entonces era conocido el espíritu en monasterios existentes o nacientes cenobios que se integrarán después jurídicamente en Claraval, siendo Carracedo, en el Bierzo, de los últimos en hacerlo.
No se conoce la fecha de fundación, aunque al parecer es 1181 la fecha más exacta, siendo fundadora Doña Mencía, de la casa de Lara, hermana de Diego López de Haro y testamentaria de Alfonso VIII.
Su jurisdicción como abadesa de un importante monasterio y su amplio poder sobre estas tierras será, a imitación de la abadesa de las Huelgas de Burgos, tanto en lo civil y criminal como en lo religioso, abarcando desde Alar del Rey a Santibañez de Ecla, pasando por Perazancas y Cubillo de Perazancas, Nestar, San Pedro de Moarves, Pisón de Ojeda, Amayuelas y La Vid de Ojeda,
Villavega de Micienes...
Alfonso VIII pretendió hacer de Las Huelgas cabeza matriz de una federación de catorce monasterios femeninos, con capítulos generales propios, y a la que pertenecía por derecho propio San Andrés de Arroyo.
Esta Congregación fue consecuencia de una reforma, promovida por Martín de Vargas en el monasterio de Montesión (Toledo), con el fin de recuperar la pureza de la vida cisterciense y eliminar el orden comendatario, y autorizada por el Papa Martin V mediante Bula del 24 de octubre de 1425 y por la que se segregan de la jurisdicción del Capítulo General del Cister, monasterios cistercienses de Castilla, Galicia, Asturias y León, lo que no sucedería con la Congregación de Navarra y Aragón.
Ello traería importantes consecuencias en la vida de la Comunidad y en la transformación de los edificios, especialmente en el s. XVIII.
Durante una época, contó con la parroquia de la zona, para lo que se habilitó la nave norte, prolongada sobre el vestíbulo de fieles y salón norte, demoliendo la pared oeste del brazo norte del crucero y revistiendo todo con gusto barroco.
La Desamortización de Mendizábal de 1835 no afectó gravemente al monasterio ya que, al parecer, las monjas no llegaron a desocuparlo o lo hicieron por muy breve tiempo y pronto pudieron recuperar el derecho de permanecer en el recinto.
Por ello, el monasterio de San Andrés, habitado ininterrumpidamente desde el año 1181, ha cumplido también sin interrupción su destino inicial: acoger entre sus paredes a religiosas de vida contemplativa de la
Orden Cisterciense, que hace pocos años han celebrado el noveno centenario de la fundación del espíritu cisterciense.
En 1181, Doña Mencía, condesa de Lara, fundó este monasterio para monjas cistercienses, carácter que se ha
mantenido hasta la actualidad, en un lugar apartado y frondoso del valle
de la Ojeda. La advocación de San Andrés
deriva de una leyenda local sobre el hallazgo milagroso de una imagen
pétrea del apóstol en el cauce del arroyo que discurre junto al
monasterio.
Se levantó un conjunto de edificios bajo la supervisión y autoridad de la abadía burgalesa de Las Huelgas Reales,
casa que siempre actúó como matriz de esta abadía. Tenía la abadesa de
San Andrés jurisdicción civil y penal sobre varios pueblos del entorno,
actuando como "Señora de horca y cuchillo" en todas ellas. Como recuerdo
de estas atribuciones se conserva a la entrada del recinto un rollo de
justicia de una traza muy sencilla.
El conde Lope
Díaz de Haro "el de Nájera" casó con Aldonza Rodríguez, los condes fueron padres de varios hijos, entre
ellos, Diego López de Haro
"El Bueno" quien fue el siguiente señor de Vizcaya. De,
Urraca;
Mencía; y
Toda López de Haro.
Urraca López de Haro casó dos veces: la primera
con Nuño Meléndez. De este matrimonio nacieron el Conde Fernando Núñez,
la monja María Núñez, y, posiblemente, Gómez Núñez de Pobeiro. Casó con Fernando II de León una vez viuda- su tercera esposa-, aunque ya le
había dado dos hijos que después fueron legitimados, La reina Urraca
nunca fue abadesa en Cañas y, al haber casado con un rey, se intitula
siempre "reina" no "condesa". Si fue abadesa de San Salvador de Cañas y aquí esta enterrada su sobrina paterna también llamada Urraca.
Baury, Ghislain (enero-junio 2011). «Sainteté, Mémoire et lignage des abbesses cisterciennes de Castille au XII:la comptesse Urraca de Cañas (Av.1207-1262)». Anuario de Estudios Medievales
Erróneamente, se ha dicho que la reina Urraca López de Haro, esposa del rey Fernando II, fue abadesa en el Monasterio de Cañas. Sin embargo, la abadesa en Cañas fue su sobrina la condesa Urraca Díaz de Haro, hija de su hermano Diego López II de Haro. El Bueno.
Reina consorte de León por su matrimonio con el rey Fernando II, después de enviudar, fundó el Monasterio de Santa María la Real de Vileña donde falleció y recibió sepultura.
Su hermana Toda López de Haro fue abadesa en Santa María del Salvador de Cañas.
La otra hermana mencionada anteriormente, Mencía, condesa por
haber casado con el conde Alvar Pérez de Lara, de quien enviudó en 1172
sin haber tenido descendencia, fue la fundadora de San Andrés de Arroyo
donde fue abadesa.
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