Betancuria fue la antigua capital de Fuerteventura.
En la ermita de Vega de Río Palmas se encuentra la imagen de Nuestra Señora de la Peña, patrona de Fuerteventura.
Otro núcleo de población lo constituye el Valle de Santa Inés, donde se encuentra la Ermita de Santa Inés, construida poco después de la conquista.
En 1834 perdería la capitalidad de la isla. La Capitalidad pasa a La Oliva que fue la capital insular desde 1834 hasta el traslado, en 1956, de la sede a la ciudad de Puerto del Rosario.
El convento más antiguo de Canarias, y en el que vivió durante unos tres años San Diego de Alcalá.
Convento de San Buenaventura
La fundación del convento franciscano fue autorizada por una Bula del papa Benedicto XIII en el año 1416, que facultaba a Pedro de Pernía y Fray Juan de Baeza para su edificación. Sin embargo, la finalización de la construcción debió retrasarse puesto que en el año 1423 fray Juan de Baeza obtuvo nueva Bula de Martin V, mediante la cual se concedía indulgencias a los fieles que ayudaran con sus limosnas a la fábrica del convento.
Con la llegada a la isla de fray Diego de San Nicolás, más tarde San Diego de Alcalá, el cenobio recibió un fuerte impulso y posteriormente, hacía 1454-55, fue ampliado por deseo de los señores de la isla, Diego García de Herrera e Inés Peraza, que en el siglo XV establecieron su residencia en la Villa, donde murió el primero, en el año 1485, siendo enterrado en el convento de San Buenaventura.
En el S. XVII se reedificó y amplió la iglesia conventual, cuyos muros aún se conservan, mientras que del convento sólo perviven restos de los cimientos.
El convento franciscano de San Buenaventura se fundó en 1416 bajo los auspicios del papa Benedicto XIII, pocos años después de la conquista normanda de Jean de Bethencourt.
Entre otras vicisitudes, fue arrasado en 1593 por el pirata argelino Xabán Arráez que acabó con casi toda Betancuria. Hay que esperar cuatro siglos, en 1883, a tener constancia de que está totalmente en el suelo.
Fray Diego de San Nicolás O.F.M., conocido como san Diego de Alcalá (San Nicolás del Puerto, Sevilla, 1400-Alcalá de Henares, 13 de noviembre de 1463), fue fraile franciscano español considerado santo por la Iglesia católica.
Vistió el hábito franciscano hermano lego en la Orden de los Frailes Menores de la Observancia. Fue misionero en Canarias donde llegó a ocupar el puesto de guardián del convento.
Fue canonizado por el papa Sixto V en 1588 en la única canonización realizada por la Iglesia Católica durante el siglo XVI, ya a finales de este.
Es considerado patrono de los Hermanos legos franciscanos (no clérigos) por haber sido el primer hermano lego canonizado en la Orden.
Su celebración tiene lugar el 13 de noviembre.
En 1441, fue enviado como misionero a las Islas Canarias, al convento de Arrecife (isla de Lanzarote), donde trabajó de portero.
En su función de portero del convento tuvo ocasión de ejercer la caridad con gran generosidad, a veces considerada excesiva por sus hermanos de comunidad.
Después vivió en el convento franciscano de Fuerteventura hasta que regresó a la península en 1449.
Durante cuatro años desempeñó el cargo de guardián del convento.
Las Islas Canarias, que en 1402 habían sido reclamadas para su colonización por Jean de Béthencourt, habían sido evangelizadas inicialmente por los franciscanos.
Muy pronto prosiguieron la tarea los Franciscanos Observantes (un movimiento de reforma dentro de la Orden de los Hermanos Menores, fundando en 1422) el convento de Fuerteventura.
A la muerte del primer guardián y Vicario de la Misión de Canarias, todos los ojos recayeron en fray Diego, que fue elegido sucesor y tuvo que trasladarse allí. Los dirigentes de la Orden se habían saltado la norma legal de no conferir ningún cargo de gobierno a un hermano lego.
Embarcó para la Gran Canaria, pero una tormenta le obligó a retroceder a Fuerteventura, donde, al poco tiempo, recibió la orden de regresar a España, yendo a Sanlúcar de Barrameda.
En 1593, Betancuria fue prácticamente arrasada por una invasión berberisca, siendo destruida la Iglesia Catedral de Santa María de Betancuria, aunque fue reconstruida años después.
Actualmente este templo aunque desde la abolición del Obispado de Fuerteventura no ostenta el rango de catedral, es sin embargo la parroquia matriz de la isla de Fuerteventura y del municipio de Betancuria.
Francisco Manrique, mercader burgalés natural de Orduña, provee el apellido en las islas Canarias, al instalarse en 1550 en el Real de Las Palmas, isla de Gran Canaria.
De este Manrique de Lara descienden los siete coroneles que tienen el poder militar de la Isla en los siglos XVIII y XIX.
Sus padres fueron Andrés Manrique (hijo de Martín Sanz de Orduña y de María Sainz Manrique, residentes en Orduña cerca de Bilbao que vivieron durante el reinado de los Reyes Católicos) y Catalina de Salas (hija de Juan de Salas y Catalina de Quixada).
Tuvieron los Manrique de Lara su lugar de enterramiento en la capilla mayor de la Iglesia parroquial de la villa de Betancuria de la que fueron vecinos y donde también se bautizaron.
Su nombre se debe al normando Juan de Bethencourt, quien la fundó junto con Gadifer de la Salle en 1404.
El valle de Betancuria fue el primer asentamiento de la isla.
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