Café del Príncipe. Plaza de Canalejas, 5; esquina a la calle Príncipe. Se levanta en lo que fue una antigua relojería, cercano al Teatro Español en la Plaza de Santa Ana, antiguo corral de comedias de El Príncipe, y contiguo al teatro de la Comedia; construido en 1874 -1875, en la calle Príncipe. Lugar de reunión de la tertulia romántica de El Parnasillo. Se hizo famosa por haber sido lugar de encuentro a partir de 1829 de escritores pertenecientes al Romanticismo, como José de Espronceda, Ventura de la Vega, Patricio de la Escosura, Mariano José de Larra, Ramón Mesonero Romanos, Valladares, Antonio Ferrer del Río, Romero Larrañaga; los dramaturgos Juan Eugenio Hartzenbusch, Antonio García Gutiérrez, José Zorrilla y el poeta Enrique Gil y Carrasco; oradores como Fermín Caballero, Salustiano de Olózaga, Luís González Bravo, Juan Bravo Murillo, Juan Donoso Cortés; pintores como Madrazo, Rivera, Esquivel, Villamil, grabadores como Deleguer, Castillo y Ortega y tantos otros. Allí acudían el empresario teatral Juan Grimaldi y numerosos actores y los jóvenes literatos aprovechaban para intentar «colocarles» sus creaciones. Larra lo describió como «reducido, puerco y opaco». Mesonero dijo también algo parecido: "De todos los cafés existentes en Madrid por los años 1830 y 31, el más destartalado, sombrío y solitario era, sin duda alguna, el situado en la planta baja de la casita contigua al teatro del Príncipe. Pues bien, a pesar de todas estas condiciones negativas, y tal vez a causa de ellas mismas, este miserable tugurio, sombrío y desierto, llamó la atención y obtuvo la preferencia de los jóvenes poetas, literatos, artistas y aficionados". No lejos de aqui Lardhy y junto a la Plaza Mayor, Casa Botín, lugares emblemáticos de la Restauración madrileña.
La lista de las tertulias madrileñas se hace interminable, el café de Correos, el Colonial, el Universal, el Lion d´Or, el Suizo, el café de la Columnas, el café Ingles, el Negresco, La Granja de Henar, el café del Prado... Todos ellos fueron protagonistas, en mayor o menor medida, de una parte importante de la historia y la cultura de la ciudad.
Fue una tarde, en el céntrico Nuevo Café de la Montaña, situado en los bajos del Hotel París de la Puerta del Sol, cuando llegó hasta su tertulia el mayor de los polemistas, Valle-Inclán. Pidió un café con leche y una botella de agua y se sentó a la mesa, donde la conversación ya estaba bastante animada, en la que se encontraban el editor Ruíz Castillo, el cronista Manuel Bueno y el pintor Paco Sancha. Allí se discutía sobre un tema de rabiosa actualidad, el duelo que se iba a celebrar en pocos días entre un joven aristócrata andaluz y el artista portugés Leal da Cámara, que noches atrás habían tenido sus diferencias en el Paseo de la Castellana sobre el valor personal de lusos e hispanos.
El tema del honor hace que Valle se excite durante la conversación y su voz destaque, como casi siempre, por encima de las de los demás. Manuel Bueno, que ha permanecido en silencio, alza la voz.
_ ¡Señores, todo lo que ustedes están diciendo carece de validez! ¡Leal da Cámara es menor de edad y por lo tanto no podrá batirse!
Valle-Inclán se siente dolido por el comentario de su amigo, se da cuenta que ese dato puede acabar con la conversación de su tema favorito durante los próximos días.
- ¿Y usted qué sabe de eso, majadero?
Manuel Bueno, ante el insulto, se levanta cogiendo su bastón y amenaza con él a Valle, que contraataca con su botella de agua.
- ¡Majadero! ¡Majadero!
Se produce un gran revuelo en el café, y ante el temor de Bueno de recibir un botellazo del escritor, mueve con fuerza el bastón, al intentar esquivarlo, Valle recibe un golpe en la muñeca.
Parte del grupo se lleva a Bueno por la Carrera de San Jerónimo mientras Sancha y Castillo acompañan a Ramón por la Calle de Alcalá, donde a la luz de un farol recién encendido examinan la herida sin importancia del escritor. En la Casa se Socorro lo dejarán como nuevo y santaspascuas. A los pocos días, el dolor, que había ido en aumento en su mano izquierda, ya presentaba signos de gangrena, debido a la infección producida al incrustarse el gemelo de su camisa y a la chapucera cura de urgencia. El doctor Barragán fue el encargado de la amputación y su amigo Jacinto Benavente lo acompañó en el quirófano. Valle se despertó antes de terminar y se fumó un habano observando como el doctor terminaba su trabajo.
- ¡Uf, cómo me duele el brazo! - Le dijo a su amigo Jacinto.
- ¡Cá, Ramón! Ése ya no te dolerá nunca más.
El suceso fue primera plana durante semanas en las tertulias de los cafés de Madrid, que se dividieron en dos bandos, los valleinclanistas y los buenistas, y del duelo entre Leal da Cámara y el marqués de Cabriñana nunca más se supo. Muy poco tiempo después, Valle citó a Bueno en el Café de la Montaña y tuteándolo por primera vez, dijo.
- Mira, Bueno, lo pasado, pasado está. Aún me queda la mano derecha para estrechar la tuya.
Todos los bohemios de la ciudad se rascaron los bolsillos para acudir a la función benéfica que se organizó una gélida noche de diciembre en el Teatro Lara, para poder comprar entre todos un brazo ortopédico al escritor. Aquella fue una noche de teatro que hizo historia durante muchos meses en los cafés de Madrid.
Iglesia de San Sebastian. Calle de Atocha, 39. Fundada en 1541 sobre una antigua ermita que con la advocación de San Sebastián estaba situada en el camino de Atocha. En un primer momento fue probablemente anejo de la parroquia de Santa Cruz, asignándose parte de su feligresía al constituirse en parroquia a los pocos años. Entorno a 1550, el edificio primitivo fue demolido por ruinoso, y en 1553 se compró un solar en la calle Atocha donde se edificaría el templo actual. Las obras comenzaron en 1554 bajo la dirección de Antonio Sillero, acabándose en 1575.No obstante, no es hasta el siglo XVII cuando se puede dar por acabado el templo, ya que paulatinamente se fue ampliando con la adquisición de solares anejos en donde se construyeron la torre de la iglesia, construida a partir de 1612 por Lucas Hernández, y sobre todo, una serie de capillas anejas que pronto alcanzaron gran relevancia en la Corte, destacando la capilla de Nuestra Señora de Belén, adoptada por los arquitectos madrileños para su devoción y sepultura, y la capilla de Nuestra Señora de la Novena, patrona de los cómicos. Saqueada durante los primeros días de la Guerra Civil, el templo fue totalmente destruido por una bomba lanzada desde un avión del ejército nacional en la noche del 19 al 20 de noviembre de 1936, siendo reconstruida entre 1943 y 1959 por el arquitecto Francisco Iñiguez Almech, quien cambió la orientación del edificio. Es Monumento Nacional desde el 10 de octubre de 1969.
Calle de Lope de Vega, 18, c/v Costanilla de las Trinitarias, c/v Calle de las Huertas. Fue fundado en 1609 por doña Francisca Gaitán Romero, hija de Julián Romero, capitán de los ejércitos de Felipe II en Flandes, y para este propósito hizo venir a Madrid a unas religiosas trinitarias del convento de Santa Úrsula de Toledo. Tras intentar establecerlas en la calle Mayor, en 1612 las religiosas se instalaron en su emplazamiento actual, sobre unas casas de su propiedad en la entonces calle Cantarranas. Pronto hubo problemas entre las religiosas y su fundadora, hasta tal punto que doña Francisca se desvinculó totalmente del convento, que cayó entonces bajo la protección de doña María de Villena y Melo, marquesa de la Laguna y dama de la Casa de Braganza.En 1639, se decide reformar el edificio y se planea construir de nuevo la iglesia y el claustro, utilizando para ello un legado de 2000 ducados que su nueva protectora había dejado en Portugal, por lo que las religiosas se trasladaron a una casa en la calle del Humilladero. Debido a la guerra con Portugal el edificio actual no pudo ser construido hasta 1673. De la dirección de las obras se encargó el arquitecto Marcos López, y desde 1693 y hasta su conclusión en 1698 , José de Arroyo.El edificio es sencillo y austero. Su iglesia es de reducidas dimensiones y se levanta sobre una planta de cruz latina. Su parte exterior es igualmente sencilla, pues su fachada principal está compuesta por dos fajas de piedra laterales, por un frontispicio triangular en el remate y tres arcos de ingreso de medio punto en el centro, con la única decoración de un bajo relieve y los escudos de armas de los marqueses de la Laguna. Declarado monumento nacional en 1921, ha sido restaurado por la Real Academia Española en 1869 y 1939.Por otra parte, en la fachada se puede ver una lápida conmemorativa con el busto de Miguel de Cervantes Saavedra, quien recibió sepultura en este convento el 23 de abril de 1616, y cuyos restos se perdieron posteriormente.
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