A 1.075 metros de altitud, Guarda es la ciudad más elevada de Portugal en las estribaciones de la Sierra de la Estrella. Capital de la Beira Interior, con unos 25.000 habitantes. A tan sólo 40 kilómetros de la frontera española con Salamanca. Sancho I de Borgoña (Coimbra, 11 de noviembre de 1154 - Coimbra, 26 de marzo de 1212). Segundo rey de Portugal, hijo de Alfonso I Enríquez y de Mafalda de Saboya. Se le conocía como el Poblador por el estímulo con el que apadrinó la repoblación de los territorios del país. Con este propósito fundó la ciudad de Guarda en 1199. Dedicó grandes esfuerzos a la organización política, administrativa y económica de Portugal. Acumuló un tesoro real e incentivó la creación de industrias. Concedió diversos fueros y creó nuevas ciudades; además pobló zonas áridas, en particular con emigrantes procedentes de Flandes y del ducado de Borgoña. Le sucede su hijo Alfonso II, "el Gordo". Entre sus hijas, Teresa casa con Alfonso IX de León y Mafalda con Enrique I de Castilla.
La catedral de Guarda fue construida por Sancho I de Portugal. De la construcción original románica nada queda. Sancho II de Portugal mando levantar una segunda catedral, en el local donde se sitúa la actual iglesia de La Misericordia, concluida en el siglo XIV, pero más tarde destruida después de la reforma de Fernándo I de Portgual de las murallas, por situarse fuera de ellas.
La construcción actual de la Catedral de Guarda se remonta a finales del siglo XIV, ya en el reinado de Juan I de Portugal, por iniciativa del obispo Vasco de Lamego, partidario de la casa de Avís durante la crisis dinástica. Las obras se iniciaron lentamente y sólo en el reinado de Juan III de Portugal serían concluidas ya en pleno siglo XVI, siendo por eso, uno de los monumentos portugueses de los últimos tiempos del gótico con evidencias claras de la influencia manuelina. En el siglo XIX, en 1898, el arquitecto Rosendo Carvalheira restauro el edificio a lo que se debe su buen estado de conservación. Realmente es un templo imponente en un marco perfecto, exenta, permite esta circunstancia rodearla en su totalidad lo que hace dificil olvidar su visita, así como el conjunto de calles y edificios que la rodean.
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