Plaza de Isabel II, cuando terminen las actuales obras de remodelación.
En el período medieval, siglos XII-XV, fue conocida como Barranco de las Hontanillas, abundante en aguas subterráneas y superficiales, surcado por el curso del arroyo Arenal, o de San Ginés que dividido en dos ramales servía como foso a la antigua muralla cristiana en su sector norte. Abundantes pilares de almacenaje y distribución de aguas y diversas tenerías. Ámbito de la antigua fuente de los Caños del Peral, actualmente subsistente bajo tierra, junto a la estación de Ópera. Destacaba en este sector fortificado de la muralla la torre albarrana de Alzapierna o torre Gaona. La actual plaza se elevó ocho metros, como demuestra el desnivel de la calle de La Escalinata y antes llamada de Las Fuentes., aprovechando materiales de los derribos de casas para abrir la plaza de Isabel II.
En el período medieval, siglos XII-XV, fue conocida como Barranco de las Hontanillas, abundante en aguas subterráneas y superficiales, surcado por el curso del arroyo Arenal, o de San Ginés que dividido en dos ramales servía como foso a la antigua muralla cristiana en su sector norte. Abundantes pilares de almacenaje y distribución de aguas y diversas tenerías. Ámbito de la antigua fuente de los Caños del Peral, actualmente subsistente bajo tierra, junto a la estación de Ópera. Destacaba en este sector fortificado de la muralla la torre albarrana de Alzapierna o torre Gaona. La actual plaza se elevó ocho metros, como demuestra el desnivel de la calle de La Escalinata y antes llamada de Las Fuentes., aprovechando materiales de los derribos de casas para abrir la plaza de Isabel II.
Año 1809.
Plano de Texeira. 1656. Para crear el espacio de la plaza de Isabel II en el siglo XIX desparecen la casa en angulo donde termina la calle de las Fuentes y la casa situada junto al nacimiento de la fuente de los Caños del Peral. Con los materiales de derribo se rellena el barranco y se le eleva unos ocho metros la nueva Plaza, que ocupará una zona de huertas y fuentes.
Teatro de los Caños del Peral.
Situado sobre un antiguo lavadero conocido como de los “caños del Peral”, los orígenes de este teatro se remontan a 1708, cuando a instancias del actor italiano Francesco Bartoli se construye un primer coliseo destinado a representaciones teatrales. Este primer edificio, fue derribado en 1737 por orden de Felipe V, construyéndose en su lugar un nuevo teatro, más grande y capaz, construido por los arquitectos Virgilio Rabaglio y Santiago Bonavia gracias al mecenazgo de un tal Francisco Palomares. Felipe V favoreció bastante la construcción de esta teatro; así, ordenó que se embargaran todos los materiales de construcción de la ciudad, utilizándose además la mitad de la cal destinada a la construcción del puente de Toledo. El teatro abrió sus puertas el domingo de carnaval de 1738, representándose en escena el “Demetrio”, de Metastasio. Dañado durante la invasión francesa, fue cerrado en 1810 ante la amenaza de ruina, aunque en años posteriores fue abierto para la celebración de bailes de máscaras. Demolido el 30 de septiembre de 1817, su solar lo ocupa hoy la plaza de Isabel II y parte del Teatro Real.
Teatro de los Caños del Peral.
Situado sobre un antiguo lavadero conocido como de los “caños del Peral”, los orígenes de este teatro se remontan a 1708, cuando a instancias del actor italiano Francesco Bartoli se construye un primer coliseo destinado a representaciones teatrales. Este primer edificio, fue derribado en 1737 por orden de Felipe V, construyéndose en su lugar un nuevo teatro, más grande y capaz, construido por los arquitectos Virgilio Rabaglio y Santiago Bonavia gracias al mecenazgo de un tal Francisco Palomares. Felipe V favoreció bastante la construcción de esta teatro; así, ordenó que se embargaran todos los materiales de construcción de la ciudad, utilizándose además la mitad de la cal destinada a la construcción del puente de Toledo. El teatro abrió sus puertas el domingo de carnaval de 1738, representándose en escena el “Demetrio”, de Metastasio. Dañado durante la invasión francesa, fue cerrado en 1810 ante la amenaza de ruina, aunque en años posteriores fue abierto para la celebración de bailes de máscaras. Demolido el 30 de septiembre de 1817, su solar lo ocupa hoy la plaza de Isabel II y parte del Teatro Real.
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