LOS PLATEROS DE CUENCA EN EL ULTIMO CUARTO DEL SIGLO XVIII
Y SUS RELACIONES PROFESIONALES CON EL AYUNTAMIENTO DE LA CIUDAD
AMELIA LÓPEZ-YARTO ELIZALDE
Departamento Historia del Arte. CSIC
La ciudad de Cuenca, así como el reino de Castilla, tuvo su momento de esplendor en el siglo XVI. Consecuencia de su ganado lanar y de sus ingresos por las rutas de trashumancia que recorren sus tierras. Así, las industrias textiles tiene su siglo de gran desarrollo.
Añadir la profunda formación del alto clero y su papel de mecenazgo. destaquemos entre las producciones artísticas la platería y entre sus representantes a Francisco Becerril.
En los últimos años del siglo XVI se evidencian los comienzos de lo que será la crisis del siglo XVII y la consecuente despoblación. Los vecinos de la ciudad quedaron reducidos a la cuarta parte. El siglo XVIII es de una pequeña recuperación, que en el caso de Cuenca es debida al obispo Palafox.
La crisis del siglo XVII disminuye en gran medida el número de plateros que trabajaban en Cuenca. Según el Catastro del Marqués de la Ensenada, que en Cuenca se hizo en 1752, en ese año había en Cuenca 1.692 vecinos y 1.250 casas entre las que se incluyen las arruinadas. En él figuran, entre los oficios, seis maestros plateros, un oficial, un anexo y cuatro aprendices. Los maestros en esos momentos ganan en torno a los 5 y 8 reales al día, que es la misma cantidad que cobran los arquitectos, maestros albañiles, doradores y pintores. Cada oficial gana 4 reales, el
y los aprendices real y medio.
Antonio Yanguas que era el encargado del mantenimiento del reloj de la ciudad, por lo que cobraba 618 reales al año.
Conocemos ciento setenta y cinco nombres de plateros del siglo XVI, cuarenta y ocho trabajan en el primer tercio, sesenta y uno en el segundo y sesenta y seis en el tercero. Sin embargo en siglo XVIII hay una media de seis en cada censo, aunque en el de 1772 llega a haber nueve.
Antonio Yanguas, que, además de cuidar el reloj de la ciudad era platero de la catedral, en el censo de 1771 tiene cuarenta y siete años, puede ser el padre de Alejandro Yanguas que en 1800 tenía treinta y nueve.
Francisco Casado, que en 1771 tenía treinta y nueve años, puede ser el padre de Julián
Casado que figura en el censo de 1805 como platero.
Juan Serrano Briones, quizá el más sobresaliente de todos, que en 1771 tiene treinta y seis años, es el padre de Jacinto Serrano, tal y como consta en el de 1800 en el que éste tiene veinticuatro años. Juan Serrano Briones era de los que más trabajo tenían y no puede pagarse el viaje a Madrid para examinarse ante la Junta de Comercio.
En el siglo XVIII, los plateros de Cuenca siguen viviendo, en su mayoría, en tomo a las parroquias de Santa Cruz y Santiago, situada esta última en la Catedral. Otros viven en Santa María de Gracia, en la antigua judería, San Pedro, San Gil o San Juan En el siglo XIX también en San Andrés y San Esteban.
En los libros de actas del Concejo no vuelve a haber ninguna noticia más. En 1818 se presenta un escrito del procurador Manuel Camarón, en nombre del peostre administrador del gremio de San Eloy, en el que expone que éste ha nombrado examinador al herrero y cerrajero Julián Girondo, pero que no ha aceptado, por lo que pide se revisen las normativas para actuar en consecuencia. Esto demuestra la existencia de un gremio de San Eloy en Cuenca en estas fechas que encuadraba no sólo a plateros, sino también a los cerrajeros y herreros, es decir «oficiales de martillo» como se decía en la solicitud de 1519 y que no conocían muy bien sus propias ordenanzas ya que tenían que recurrir al archivo del Ayuntamiento.
Los plateros rendían culto a San Eloy, pero la cofradía no aparece tampoco en la
documentación de las parroquias conquenses, ni es mencionada en los documentos personales de los plateros
documentación de las parroquias conquenses, ni es mencionada en los documentos personales de los plateros
Habrá que esperar al centralismo de los Borbones para que los plateros de Cuenca parezca que escriban sus ordenanzas obedeciendo ya de modo que no admite demora la ley de 1771. Pero las ordenanzas no ha sido localizadas.
El valor intrínseco de la plata manejada por los plateros hizo que su utilización estuviese muy controlada. Durante siglos se siguieron las leyes emitidas por Juan II y los Reyes Católicos en lo tocante a la ley de la plata y las que hacían referencia a las personas que debían hacerlas cumplir. Eran estos los Contrastes y Marcadores que debían ser elegidos por los ayuntamientos anualmente. En el siglo XVIII los Borbones emiten una serie de nuevas leyes para unificar los criterios seguidos en las diferentes plateras.
En Cuenca en el XVIII el cargo de Marcador debía de ser casi vitalicio pues en 1783 Tomás López de Mendoza presenta un memorial en el que pide que, por ser ya muy mayor, le exoneren de su cargo de Contraste y Marcador. Le aceptan la renuncia y le piden que devuelva el marco y el material que tenga para poderlos entregar al que le sucediere en el cargo. Dos meses después se elige a Juan Serrano Briones que había competido para conseguirlo con Ignacio Andrés López. Jura el cargo el día 19 y le entregan el marco oficial. De momento lo tendrá solamente durante un año ". Este nombramiento va a traer algunas complicaciones al no haber pasado Serrano el examen pertinente ante el Ensayador Mayor, y al no pensar el Ayuntamiento en exigirle que lo cumpliera. Esto nos indica que en Cuenca no se tomaban muy en serio la legislación en vigor.
El 7 de agosto de 1785 el Corregidor presenta un escrito de Manuel Ximénez, de la Junta de Comercio y Moneda de Madrid, en el que recuerda que el título primero de las Ordenanzas de 1771, dispone que los rieles de plata u oro que pasen de dos marcos deben ser reconocidos por marcadores y que lo ejecuten mediante ensayo, por lo que, al ser una técnica tan delicada hay que comprobar que los que lo hagan sean ensayadores hábiles en ella, y sólo se demostraba si habían sido examinados previamente, o que se hayan comprometido a hacerlo en un plazo máximo de seis meses. Con este examen el Marcador podrá ensayar no sólo los rieles de plata, sino las piezas de más o menos peso que le lleven los plateros. Insiste en que el Ayuntamiento debe hacer cumplir a rajatabla ambas leyes para evitar los perjuicios que se ocasionan a los clientes por los abusos cometidos al no cumplirlas.
Junto a esta carta llega otra en la que se notifica el envío, de acuerdo con la Junta General de Comercio y Moneda, de un ejemplar del Nuevo arte de Ensayar Oro y Plata, escrito en francés por «el sabio» Mr. Sage. Este es Balthasar-Georges Sage, que era catedrático de docimasia en París, es decir del arte de ensayar los minerales, publicado en España en 1785. Este libro debía ser custodiado por el Ayuntamiento y entregado oportunamente al Contraste-Marcador en el momento de su confirmación en el cargo, para que esté al tanto de todas las novedades que aporta al antiguo arte del ensayo.
La Junta del Concejo acuerda hablar con el platero Juan Serrano Briones que había sido reelegido al cabo del año de su primer nombramiento. De esta manera le entregan el citado libro de Sage y le advierten de que, en el término de seis meses, debe presentar al Ayuntamiento el título expedido por la Junta de Comercio y Moneda tras el preceptivo examen, tal y como habían sido requeridos para cumplir las leyes.
Casi un año después, el 29 de mayo de 1786, se presenta un memorial firmado por los plateros Ignacio Andrés López, Manuel y Julián Casado, en el que solicitan se anule el nombramiento de Contraste-Marcador a Juan Serrano Bnones, pues se había cumplido con creces el año de su reelección que tuvo lugar en septiembre de 1784, por lo que finalizaba en el mismo mes de 1785.
Deciden estudiar todo el expediente para deliberar sobre cual era la decisión que
debían tomar. Aunque no figura en los libros de actas, es muy posible que se pusieran al habla con el platero y le recordasen que no había cumplido con su obligación de pasar el examen de Ensayador, pues el 23 de junio de 1786 Juan Serrano presenta un memorial en el que se justifica diciendo que nunca había sido obligatorio ser Ensayador para actuar como Contraste o Marcador en Cuenca, pero que, además, no puede costearse el viaje y estancia en Madrid, ni los derechos del examen. Pide que se le prorrogue otros seis meses el cargo en los cuales intentará reunir el dinero necesario para ir a la Corte. Pero los regidores deciden que ya ha tenido un plazo suficiente desde agosto de 1785, por lo que hay que nombrar un nuevo platero para que ejerza dicho cargo.
Al final es reelegido Juan Serrano hasta que la Junta de Comercio decida lo que estime más conveniente. El platero presenta a la Junta de Comercio un memorial en el que relata las circunstancias de su nombramiento y ruega que le liberen de la obligación de examinarse, pues estaba sobradamente capacitado para efectuar todas las operaciones de ese Arte. Pero la Junta contesta que la ley es de obligado cumplimiento, por lo que no pueden eximirlo de la realización del examen, y que, si no está en condiciones de ir inmediatamente a examinarse, debe dejar el cargo. Asimismo la Junta advierte al Ayuntamiento que se ha excedido en sus atribuciones al nombrar un Marcador sólo por un año en lugar de los seis que señala la ley, así como en no exigir desde el principio que los plateros recién nombrados le presenten el título expedido por la Junta. Por todo ello envía al Ayuntamiento copia de las leyes correspondientes de 1752 y 1771 para que las tengan en cuenta en adelante. Además les advierte de que sin ser «del Arte de la Platería», ni estar aprobados, trabajan algunas piezas y limpian otras, y les dicen que no pueden consentirlo.
En 1787 Juan Serrano presenta su dimisión y entrega el marco y el libro de ensayar de Sage. Es nombrado para el cargo el platero Ignacio Andrés López, que comunica
que irá a Madrid para pasar el preceptivo examen y que le entreguen el
título de Ensayador. No hay nuevos nombramientos.
El Ayuntamiento fue cliente de los plateros en algunas ocasiones. En septiembre de 1771 se revisan dos trazas presentadas por Juan Serrano de una mazas que le habían encargado para sustituir a las antiguas que estaban en muy malas condiciones. Unas estaban presupuestadas en 2.804 reales, las otras en 4.160. Se nombra al regidor perpetuo para que elija las más convenientes. No sabemos que proyecto fue seleccionado, pero el 16 de marzo de 1772 ya estaban terminadas y los regidores deciden que se pague el trabajo del platero. Llas mazas no se han conservado
El 18 de julio de 1794 toman la decisión de que se haga un cáliz nuevo para el oratorio del Ayuntamiento, pues el presupuesto dado por Juan Serrano por restaurar el antiguo era demasiado elevado y no merecía la pena .
En 1809 Jacinto Serrano, hijo de Juan, recibe el encargo de una medalla que la ciudad quiere regalar al canónigo magistral por la oración fúnebre que hizo por los fieles difuntos en la guerra contra los franceses.
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