El señorío de Oropesa. Concluida la guerra civil castellana entre Pedro I y su hermano bastardo Enrique, y siendo ya rey Enrique, éste; como una más de sus "mercedes" a la nobleza, confirma Oropesa a García Álvarez de Toledo quien a cambio renuncia a su Maestrazgo de Santiago; a favor de Gonzalo Mexía, y pasa a ser el primer señor de Oropesa y su tierra en 1366. A partir de entonces, y durante casi cinco siglos, los Álvarez de Toledo ostentarían la titularidad del Señorío y luego Condado de Oropesa. Se constituye así lo que podemos denominar como un pequeño estado territorial en torno a la posición fuerte de la villa de Oropesa constituido a lo largo del tiempo por las poblaciones de Alcañizo, Alcolea, la Calzada, Cebolla, Corchuela, Navalcán, Guadiervas Alta y Baja, Lagartera, Parrillas, Caleruela, Corchuela, Herreruela, Torrico y Torralba, Ventas de San Julián y algunas otras en la actualidad despoblados que forman la llamada "Campana de Oropesa" y que eran copropietarias de extensas dehesas que llegaban hasta el río Guadiervas. El territorio del Señorío de Oropesa se amplia hasta tierras de Jarandilla y Tornavacas. Los territorios de Oropesa llegaron a ocupar una extensión superficial de 770,30 Kilómetros cuadrados, siendo el segundo Señorío de mayor territorio en las tierras de Ávila; después del de Valdecorneja.
El espíritu viajero del pueblo se remonta al siglo XVII, cuando los lagarteranos empezaron a ejercer de arrieros vendiendo por toda España paños angostos confeccionados en sus propios telares. A su vez traían platos de cerámica para adornar los portales de sus casas, convirtiéndolas así en verdaderos museos. Estos telares referidos se mantuvieron activos hasta mediados del siglo XIX. La actividad comercial de sus bordados artesanales empezó a principios del siglo XX y actualmente, la mayor parte de la economía del pueblo se basa en esta actividad que tanta y tan merecida fama le ha dado.
Iglesia parroquial de El Salvador.
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