lunes, 7 de abril de 2008

Las cañadas mesteñas por el municipio de Campos de Paraíso.

La Mesta como asociación de los ganaderos propietarios de cabezas de ganando lanar de la raza merina también ha dejado su huella en las tierras del municipio de Campos del Paraíso. Los términos de estas poblaciones estaban atravesadas por cuatro cañadas o caminos de trashumancia del ganado merino. Pero antes de dar algunos detalles sobre el trazado de estas cañadas puede resultar interesante dedicar algunos párrafos a La Mesta como organización ganadera que fue una de las bases de la economía de Castilla desde el siglo XIII al siglo XIX. La palabra Mesta deriva de las reuniones periódicas de pastores para devolverse entre ellos las reses descarriadas, perdidas o mezcladas de unos ganados con otros. Estas reuniones recibían también el nombre de oteros tal vez por realizarse en lugares elevados desde donde se divisaba las tierras donde pastaba el ganado. La despoblación de los campos durante las luchas de la Reconquista favoreció la dedicación de la tierra a las tareas ganaderas como recurso económico que exigía poca mano de obra y porque era más fácil proteger el ganado que los cultivos. Conforme avanza la Reconquistas y las tareas de repoblamiento el único medio de explotación económica de las grandes extensiones de tierra incorporadas entre los siglos X y XIII era su aprovechamiento como pasto ya que los reinos cristianos no contaban con el número necesario de repobladores para crear sociedades agrícolas.
El clima peninsular, con veranos e inviernos de temperaturas extremas, condicionó la existencia de una ganadería trashumante que realizaba desplazamientos periódicos para el máximo aprovechamiento de los pastos. El intenso calor del verano y la escasez de hierba llevaba a conducir a los ganados a las tierras de montaña en busca de pastos más frescos. Los fríos invernales obligaban a evitar la nieve y a buscar lugares más cálidos en Andalucía y Extremadura. Los rebaños de Aragón bajaban hacía las tierras valencianas. El aprovechamiento de los pastos daba lugar a una trashumancia no organizada con rutas que dependían de la situación política y militar y de las posibilidades de encontrar los tan ansiados pastos. Las grandes rutas para la trashumancia del ganado merino se regularizan en el siglo XIII después de numerosos enfrentamientos entre ganaderos y agricultores por los derechos de paso y pasto. Sobre la forma de realizar la trashumancia existen dos fueros básicos el de Salamanca y el de Cuenca. El fuero de Cuenca, como ordenamiento jurídico donde se establecen los derechos, costumbres y privilegios que se concedían a un territorio o a una población, recoge como en ocasiones los ganados iban protegidos en su marcha por gentes armadas, a pie o a caballo, mediante escoltas que recibían el nombre de esculca. Este fuero concedido en el año 1177 por Alfonso VIII reglamenta los desplazamientos de los ganados merinos y las condiciones económicas del pastoreo. En el fuero de Cuenca, entre otros aspectos, se fijaba que los pastores se ajustaban el día de San Juan celebrado el día 24 de junio. Los rebaños trashumantes tenían que pagar el impuesto llamado Servicio de Portazo que gravaba a las cabezas de ganado, que había que contar, y su derecho de transito por las aduanas interiores entre los reinos y que debe su nombre a que era cobrado en la puerta de las poblaciones. El Montazgo eran los tributos por el consumo de pastos que hacían los ganados. En la población de Paracuellos, perteneciente al obispado de Cuenca, se debía realizar el pago del portazgo por los ganados que pasaban a tierras musulmanas, según consta en un documento fechado en Alarcón el 7 de diciembre del año 1200 y en la población de Huelamo estaba el portazgo o aduana interior con Aragón donde todas las mercancías procedentes de este reino tenían que pagar por el paso a Castilla una vez atravesado el río Tajo, frontera natural con el reino vecino. En el año 1343 se fusionan los impuestos de portazgo y montazgo y se arrienda a particulares su cobro.
La Hacienda Real ingresó en el año 1450 unos 1,5 millones de maravedíes por el servicio de portazgo y por el de montazgo en el año 1462 unos 2 millones, en el año 1480 unos 4,5 millones y en el año 1504 unos 6 millones.
Las tierras del partido mesteño de Cuenca estaban recorridas por cuatro ramales de la Gran Cañada Manchega que recogía los ganados de las tierras altas de Cuenca y se dirigía a La Mancha desde donde partían dos ramales, uno hasta Murcia, al valle de Alcudia, y otro que llegaba hasta Andalucía pasando por Toledo y Ciudad Real. Estos ramales o cañadas eran la llamada Cañada de Los Serranos, la cañada de Los Chorros, la cañada de Beteta y la cañada de Molina de Aragón. La cañada de Los Serranos y la de Beteta eran utilizadas también por carretas y mulas de transporte, como se recoge en las Respuestas Generales de la villa de Olmedilla del Campo, que aseguraban el abastecimiento de las tierras altas de Cuenca y la salida de las manufacturas de la lana que era una de las actividades económicas más extendidas por los pueblos de la serranía de Cuenca. La Cabaña Real de Carreteros nace como institución en 1497en el reinado de los Reyes Católicos, que se propusieron crear un gremio de transportistas, a imagen del Honrado Concejo de La Mesta, bajo su protección. Este gremio de transportistas y la protección real de la que disfrutaron se mantiene hasta el año 1836 cuando es suprimido junto con La Mesta. Además del partido mesteño de Cuenca los ganados merinos del reino de Castilla se agrupaban en los partido de Segovia y Soria, tierras recorridas al igual que las de Cuenca por una red de cañadas, cordeles y veredas.

El mapa topográfico nacional 608 de la comarca de Huete recoge el recorrido por el municipio de Campos del Paraíso de tres caminos de trashumancia no apareciendo en este mapa el itinerario de la cañada de Los Chorros, a pesar de que esta cañada atravesaba tierras de Carrascosa del Campo. Las Relaciones Topográficas de Felipe II realizadas al final del siglo XVI con la intención de conocer, como también tenía el Catastro de Ensenada, las tierras del reino de Castilla, especialmente las de Castilla la Nueva y Extremadura, recogen el paso por las tierras del municipio de los cuatro caminos de trashumancia citados anteriormente. Recogemos ahora el trazado de las tres cañadas cuyo itinerario si aparece recogido en el mapa topográfico nacional. La cañada de Molina es coincidente en su trazado con el limite entre los términos municipales de Loranca, Carrascosa y Alcazar del Rey. Su trazado cruzaría, si este trazado se hubiese mantenido útil, a la carretera nacional N-400 de Ocaña a Cuenca a la altura del kilómetro 121, a tres kilómetros de distancia del casco urbano de Carrascosa. La cañada atravesaba los parajes denominados las Veletas, Las Peñas y Los Pernagales en el término de Loranca. Las lindes que separan el término municipal de Alcazar del Rey del termino municipal de Campos del Paraíso han sido trazadas casi en su totalidad siguiendo el itinerario de esta cañada. El recorrido de la cañada de Beteta también se cruzaría con la carretera nacional de Ocaña a Cuenca rebasado el kilómetro 129. La cañada de Beteta discurriría por el término de Olmedilla, a los pies del Cerro de Nuestra Señora del Castillo de Amasatrigo, y por los de Valparaíso de Abajo y Valparaíso de Arriba y se unía con la de Los Serranos en Rozalén. La cañada de Los Serranos tendría su trazado paralelo al límite del municipio de Campos del Paraíso con el de Horcajada de la Torre y cortaría a la carretera de Ocaña a Cuenca en el kilómetro 136 en el paraje denominado La Cañada del Conde a los pies del Cerro de San Bartolomé. Próximos a esta cañada podemos localizar El Corral del Cerro, El Corral del Sevillano, El Pozo del Vaquero y la Dehesa de Valsalobre. Con relación al trazado de la cañada de Los Serranos hay que señalar que este trazado discurre paralelo al cauce del río Gigüela desde que este nace en los Altos de Cabrejas hasta que pasa a denominarse Guadiana en el Parque Natural de las Tablas de Daimiel. Esta cañada se unía a la cañada de Beteta pasado el camino hacía Palomares y Montalvo en tierras que pertenecieron a la Orden Militar de Santiago.
Las tierras del municipio fueron lugares de paso de las vías de trashumancia de la provincia conquense de la Mesta, aunque son las Repuestas de la villa de Olmedilla las que recogen la circunstancia del paso por su término de las cabañas de carretería y mular. Los vecinos de la villa declararon la existencia de 200 almudes ocupados por la cañada de Los Serranos aunque sería al ramal de Beteta, en concreto, al que se referían los vecinos que también hicieron mención a la circunstancia de que los 600 almudes de la dehesa boyal de Olmedilla servían de pasto a las cabañas reales de carretería y mular que transitaban por el término. Los animales de la Real Cabaña de Carreteros gozaban del permiso para pastar y abrevar en los lugares permitidos a los ganados de los vecinos de las poblaciones que atravesaban las cañadas. En el término de Carrascosa, junto a la carretera a Saelices, nos encontramos con un cartel que índica el paso de la cañada de Jábaga, la de Los Serranos, por las tierras de esta villa y único recuerdo que queda de la actividad trashumante por los pueblos del municipio de Campos del Paraíso. Por los parajes de las villas de este municipio podemos seguir el itinerario de las cañadas y ramales mesteños y rastrear el nombre de lugares con el nombre de corral como ocurre con el corral llamado de la Lamparilla, el de la Reina, el de los Panes, el del cerro, el del Sevillano o el corral de la Ensancha donde se localizaban corrales que servirían de lugares de descanso y de refugio para ganados y pastores en sus desplazamientos de trashumancia o para los propios ganados y pastores de estos pueblos.
Las cabañas reales
estaban integradas por todos los ganados del reino y sus dueños situados bajo el amparo del monarca. La importancia del ganado la podemos comparar con la de los cereales ya que ovejas y granos eran un medio de pago. Al igual que hablamos de los propietarios de una cabaña de ovejas merinas agrupados en La Mesta tenemos que hablar de los propietarios de animales de transporte y de los ocupados en estas tareas que estaban agrupados en la Cabaña Real de Carreteros. La finalidad de esta asociación era la de asegurar el transporte público y privado de bienes, mercancías y personas y el abastecimiento de productos de alimentación para las gentes del reino así como el de otros de gran valor económico para las poblaciones de Castilla. Por otro lado, la dedicación a la construcción de carretas en los pueblos pinariegos era una actividad que permitía la obtención de recursos en una tierra poco apropiada para la actividad agrícola. Carretas, carros y mulas eran los medios de transporte de mercancías que atravesaban la península y compartían caminos con los rebaños de ovejas merinas como hemos visto en el caso de la cañada conquense de Beteta. El trajín de arrieros y de mozos transportando cargas en caballerías de mayor o menor movilidad era constante. Cuadrillas de cinco o seis arrieros con sus recuas de mulas eran una de las bases del tráfico mercantil en la España interior, cuadrillas a las que hay que unir los trajineros que hacían sus desplazamientos en solitario. Se calcula la circulación de cerca de 14.000 carros por los territorios de la Corona de Castilla en el siglo XVIII que articulaban una red de transporte de mercancías y de circulación de personas. Los corrales situados en las proximidades de los itinerarios de las cañadas también servían para realizar un alto en el camino para las mulas, arrieros y trajineros como puede ser el caso del corral de los Panes cercano a la cañada de Beteta.

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